Daniel Guzmán, actor y director: «No sé separar ficción y realidad»
Daniel Guzmán presenta en Oviedo su película 'La deuda', que aborda la gentrificación y la relación con las personas mayores
Es actor, director y guionista y la última película que firma y protagoniza, 'La deuda', acaba de llegar a las salas tras estrenarse en el ... Festival de Málaga. Daniel Guzmán (Madrid, 1973) pasó ayer por los ovetenses Cines Foncalada para mantener un coloquio con el público tras presenciar este filme que cuenta, según comparte, una historia «emocionalmente potente».
–¿Qué tal se está recibiendo 'La deuda'?
–Desde el público, la conexión es maravillosa. La aceptación que está teniendo es muy emocionante. En proyectos como este, conectar con el público es muy gratificante desde el punto de vista profesional. Desde el plano personal, también, porque quiere decir que las personas están implicadas en temas como la vivienda o nuestra relación con las personas mayores.
–Es drama, es thriller, es una historia de amor...
–En el fondo es un thriller emocional que parte de un contexto social, que es la pérdida de la vivienda y la convivencia con nuestras personas mayores. El personaje de Lucas convive con una anciana, Charo, que se va descubriendo poco a poco la relación que tienen, pero que no deja de ser la relación entre dos personas que se quieren y tienen una deuda emocional entre ambos.
–Habla también de la vivienda y la gentrificación. ¿Le interesaba tocar este tema?
–No quería hacer una película sobre la gentrificación o sobre nuestra relación con las personas mayores. En realidad es un thriller en el que el contexto, al plantearlo sin opinar sobre él, está generando mucho debate y está teniendo un foco de atención mayor. Es lo que está dando fuerza al tema emocional.
–¿Es una historia real?
–Parte de una historia real que viví con mi abuela en su última etapa. Ella necesitaba oxígeno por las tardes para pasar bien las noches, en un centro de salud, y un día pensé qué pasaría si sustrajese un desfibrilador que había allí, qué pasaría si alguien entrase en parada respiratoria y no se le pudiera reanimar por ese acto que yo he cometido. Y luego pensé qué pasaría si no fuéramos nieto y abuela, sino dos personas que se han encontrado en el camino y que quieren compartir su vida juntos; qué pasaría si la casa donde vivimos la adquiere un fondo de inversión para construir pisos turísticos y hasta dónde estaría dispuesto a llegar por evitar perder la casa de una persona a la que quiero.
–¿Siempre parte de historias personales?
–Sí, empiezo siempre con algo que me conecte, pero a partir de ahí intento también darle forma de ficción. Lo que pasa es que nunca sé qué hay de ficción y qué de realidad, porque se me mezclan tanto, están tan apegadas a la vida, que al final llega un momento que no consigo detectar dónde se separan.
–Está presentando la cinta en muchos lugares. ¿Cómo se está conectando con la historia en ciudades periféricas?
–Es una conexión que siempre sorprende porque cuanto más localista haces algo, más universal es. Y en esto, con el valor añadido de que la gentrificación ya está en el mundo entero, no solo en las grandes capitales. Los problemas de una ciudad como Madrid los entiendes en Oviedo, en Gijón, y en Valencia, porque la gentrificación ya es una realidad imparable.
–¿Y cómo está siendo ver que conmueve tanto?
–Lo más importante es que la película acompañe. A mí las películas que me interesan como espectador son las que me acompañan durante un tiempo. Yo intento que mis películas emocionen, que diviertan, pero sobre todo que inviten a la reflexión. Emocionalmente es potente, a veces antes de empezar el coloquio tenemos que esperar unos minutos porque la gente se tiene que recomponer. Y cuando te dicen que es una película necesaria o imprescindible, pues eso le da sentido a que quieras seguir contando historias.
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