«Yo soy periodista por casualidad»
Diego Carcedo, Periodista y escritor ·
El colaborador de EL COMERCIO publica 'Los dos cónsules' y repasa una exitosa carrera que le llevó «de la guerra a los despachos»GERARDO ELORRIAGA
Sábado, 1 de octubre 2022, 21:57
madrid. Diego Carcedo (Cangas de Onís, 1940)confiesa que se adapta a cualquier situación. «He ido de la guerra y los bombazos a los despachos ... y el coche oficial», explica al relatar su vasta peripecia como reportero, que incluye capítulos tan complicados y diferentes como el conflicto de Vietnam y la dirección de Radio Nacional y de los servicios informativos de Televisión Española. Pero la labor profesional del colaborador de ELCOMERCIOtambién ha abarcado la docencia y la literatura. 'Los dos cónsules' (Espasa), su última entrega literaria, recrea la peripecia de los representantes diplomáticos de España y Portugal en Burdeos cuando, en el verano de 1940, era la sede del Gobierno francés y el país vecino se hallaba a merced de los invasores alemanes.
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–Habla de un periodista que es enviado a Burdeos que sabe por dónde comenzar. ¿Le sucedió a usted algo similar?
–Mi bautismo de fuego fue con el golpe de los coroneles en Grecia. Sabía francés, algo de inglés y, por supuesto, nada de griego. Acudí a una abarrotada rueda de prensa de los militares y tuve la suerte de que alguien dejó un fardo con papeles, extraje alguno y era un comunicado en el que proclamaban la abolición de la monarquía y la instauración de la república. Salí disparado y escribí una crónica cojonuda para la agencia en la que trabajaba. Cuando volví, me revelaron que el redactor jefe se asombró al recibirla y, como Efe y Reuters no decían nada, pensó que me había vuelto loco y no publicó nada.
–¿No se desquitó con alguna otra primicia?
–Cuando estaba en el programa 'Los reporteros', se me ocurrió algo ambicioso. Nada menos que entrevistar al general ugandés Idi Amin, entonces un dictador en el auge de su poder. Le enviamos un télex diciendo que se le había nombrado VIP en España, un título que nos gustaría entregarle. Era osado porque nos podíamos meter en un follón considerable, pero llegó la respuesta invitándonos al país para entregar el galardón. Fue arriesgado y luego cortaron la mitad de la entrevista con el tirano, pero se vendió a todo el mundo.
–¿El miedo no va con usted?
–Los cámaras se quejaban de que les metía en embolados. Cuando estaba en mitad de la acción, no me daba miedo morir, estaba soltero y sin hijos, no tenía nada que perder. Ahora bien, podía desmayarme después al explicarme el riesgo que había asumido.
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–¿Lo suyo es vocacional?
–No, yo soy periodista por casualidad. Había estudiado Filosofía y Letras en Madrid y no quería volver a Asturias. Entonces, un grupo de amigos, entre los que estaban Balbín y Sánchez Ocaña, me animaron a prepararme para las pruebas de la Escuela de Periodismo. El proceso resultó duro y, aunque parezca increíble, creo que fue decisivo que supiera el nombre del primer ministro de Malasia.
–Ha compaginado la escritura con la gestión, caso de la dirección de Radio Nacional de España.
–Sí, y puedo decir que me he peleado con todos los gobiernos. Recuerdo que Rosa Conde, la portavoz socialista, se quejaba continuamente.
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–¿Qué le parece la cobertura que se está haciendo de la invasión de Ucrania?
–No sabemos nada de lo que ocurre en el bando prorruso y no podemos acercarnos a la zona en conflicto, tan solo hablamos de ruinas y víctimas. Los corresponsales de Moscú se tiran de los pelos porque no pueden contar nada.
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