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El origami fue otra de las actividades de la jornada. AURELIO FLOREZ
Cuando escribir es un ritual

Cuando escribir es un ritual

El encuentro cultural Gijón-Japón trajo al Antiguo Instituto la caligrafía nipona en dos talleres guiados por Koho Kurihara

PACHÉ MERAYO

GIJÓN.

Miércoles, 30 de mayo 2018, 00:23

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En Japón la escritura es más que una unión necesaria de palabras. Es un camino, un rito que llaman «Shodo». En él importa la postura del pincel, «siempre vertical», la del brazo, «haciendo un ángulo de 90 grados respecto al cuerpo». La respiración «controlada de forma calmada». Cada gesto importa. Las pautas las da Koho Kurihara, una artista japonesa que participa en el encuentro cultural Gijón-Japón, y que ayer guió en el Antiguo Instituto dos talleres de caligrafía. El primero para niños y familia. El segundo para mayores de todas las edades, desde los 16 años. A todos explicó Koho cómo se escribe en su tierra «flor». Cuatro pequeñas letras en el alfabeto latino, dos grandes 'kanji' si tal flor queda escrita-dibujada en caracteres japoneses.

Abrazada por la seda de su kimono, situada ante sus ocasionales alumnos, la maestra calígrafa fue contando con su voz suave y tono mínimo cómo se encara el ritual, que no siempre es el mismo. Todo depende de qué tipo de idiogramas se utilicen. Puede ser el que proviene del conjunto de rasgos chinos, que, siguiendo la usanza milenaria, requiere preparar una tinta especial. Koho lo hizo ante la atenta mirada de sus pequeños pupilos, cada uno provisto de papel y pincel. Primero el agua vertida con un cuenco diminuto sobre un recipiente especial. Luego el colorante acariciando el agua hasta teñirla. Después el pincel empapado, escurrido y, finalmente, bailando sobre el papel. El gesto de Koho ante él era el de una coreógrafa más que el de una escritora. Bailaba con una mano y con la otra sujetaba su escenario, que era un pliego de papel de arroz. La misma precisión empleó para escribir dos flores más. Una con tinta ya preparada, como la que tenían los pequeños, que no debe verterse en el recipiente «como la sidra», dijo con una leve sonrisa, «sino de cerca». Y otra que emplea sellos con el carácter ya grabado y que funciona a modo de estampa. Hecha la demostración, turno para los pequeños, primero, para los adultos, después. Y mientras en una sala se enseñaba caligrafía, en otra, también repleta, se hacía origami o lo que es lo mismo, papiroflexia.

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