«Mucho escritor mira al lector por encima del hombro»
Lorenzo Silva presentó 'Lejos del corazón', una aventura más del subteniente Bevilacqua y la sargento Chamorro
DIEGO MEDRANO
Domingo, 15 de julio 2018, 00:31
Un joven Lorenzo Silva (Madrid, 1966) presentó su primera novela en la Semana Negra y ayer volvió. Su nueva novela lleva por título 'Lejos del corazón' (Destino), un episodio más de los conocidos guardias civiles, el subteniente Bevilacqua y la sargento Chamorro.
-¿La novela negra sale del gueto?
-Desde mis comienzos trabajo por la literatura popular. Antes, la literatura negra era periférica y hoy es centralidad. Mi literatura no ha hecho más que llevar el discurso a otros lugares y añadir más capas al discurso. Festivales como el presente han puesto la debida alerta hacia un género menospreciado, infravalorado, y la inquietud y audacia del ecosistema literario han hecho que sea tratado como un género serio. Los Princesa de Asturias a Fred Vargas o John Banville así lo confirman.
-No han dejado de darle premios.
-Mis premios también son de cariz literario: el primero de ellos fue el Ojo Crítico, a los que siguieron el Nadal y el Planeta. Fred Vargas es una autora de género, toda su obra es de género, y se han sabido considerar sus dotes literarias y narrativas. No creo en una literatura negra o de género y sí en una mirada negra sobre la realidad.
-Usted ennoblece a las fuerzas del orden.
-Causó extrañeza que mis personajes fueran dos guardias civiles. Dos puntualizaciones son precisas. Una, en siglo y medio español nadie hizo nada sobre la Guardia Civil. Dos, el estereotipo negro sobre la misma, el que pinta Lorca, es falso. Fue creada con un espíritu culto, liberal, progresista, cincuenta años antes de que naciese Franco. Nada tiene que ver con el franquismo: la sociedad española siempre fue otra y mejor distinta a esa anomalía que padecimos en forma de dictadura.
-¿Por qué la mala prensa de la Guardia Civil?
-Toda visión negativa es ideología. Siempre pongo el mismo ejemplo: un coche parado, bajo una insufrible ventisca, en los montes de Navarra, buscando auxilio, acabará llamando irremediablemente a la Guardia Civil, porque los demás cuerpos de protección no tienen tanto arrojo. Ha ocurrido. La Guardia Civil defiende la ley, muchos de sus cometidos son heroicos, conocen como nadie el estado de derecho y de esto no habla nadie. Eso de un cuerpo paleto o aldeano está muy alejado de los hechos.
-¿Y el Norte de África como nuevo reto literario?
-Muy pocos escritores se interesan por él: Barea, Sénder, poco más. ¿Cuántas novelas han escrito los ingleses sobre la Primera Guerra Mundial? La presencia española en el Norte de África se trata de un momento histórico singular, que va de derrota en derrota, de despropósito en despropósito. Huyo de la parafernalia ideológica y mi visión sobre los hechos no es idílica: ni pinto a los guardias civiles como ángeles, he sacado a muchos de ellos corruptos o delincuentes en mis propios libros, ni mi visión del Norte de África es la de los libros de texto.
-¿Es un escritor costumbrista?
-Me interesa el costumbrismo sin el deje peyorativo. Mi oficio hace que me interese todo. Lo que más: la gente. Cómo vive la gente, desde mi vecino hasta un peatón que me encuentro por la calle. El costumbrismo como condición peyorativa de los hábitos humanos no pero sí como función o caleidoscopio que revela una sociedad, que nos cuenta quiénes somos. Soy lo que he querido siempre: un escritor en presente. Hacer una novela sobre las guerras púnicas no tiene ningún misterio, es jugar con trampa, hay material escrito muy abundante. El riesgo es hacer una novela sobre lo que pasó ayer. Solo el género negro se permite esa apuesta.
-El cuarenta por ciento de los libros que llegan a las librerías son devueltos para su destrucción. Durante la crisis dos librerías diarias cerraban en España. ¿Qué pasa?
-Dato importante es el primero, no tanto el segundo, que puede responder a otros hábitos de compra. Y en el primero hay dos apuntes. Uno, las devoluciones nos indican lo desastroso y deficiente de la distribución de libros en este país. ¿Podríamos tirar a la basura el cuarenta por ciento del pescado? Se debe producir lo que se necesite y no más. El mercado actual está presidido por la disfuncionalidad y la culpa no la tienen escritores ni lectores, y sí mucho distribuidores. No obstante, yo creo que mucho más de la mitad de la población, digan lo que quieran las encuestas, no ha abierto jamás un libro.
-¿Y cómo se arregla la situación?
-Todo tiene que ver con la educación, con los hábitos de lectura. No se puede estar menospreciando las humanidades día sí y día también. El aprendizaje de la lengua debe ir parejo con lo visual. Prevalece la calle, el ocio, el deporte, cada vez menos el esfuerzo, la persistencia necesaria para estar aptos para la introspección de la literatura. Las distracciones digitales son la moneda corriente. Solo por medio de la educación pueden conseguir elevarse índice de lecturas y formación media a la hora de leer un libro. Aquí lo que ha habido siempre ha sido mucho escritor que mira al lector por encima del hombro. Eso no puede ser. Literatura es comunicación: no le puedes imponer la lectura a tu interlocutor. Si le propones algo difícil, un reto, debes darle también su recompensa, y te lo digo yo que también tengo novelas experimentales. He escrito 60 libros y muchos lectores me han comprado 40, sé de qué va esto.
-¿Es verdad que muchas editoriales no quieren literatura?
-Hombre, si la exigencia narrativa es muy elevada, a lo mejor el público no está preparado. No todo el público está instruido y hay que contar también con ellos. A mí la ciencia ficción no me interesa, pero cuando leo 'Solaris', tengo también una historia de amor increíble por una mujer que acaba siendo un planeta. La literatura de género como carcasa se queda en nada. Hay que ofrecerle mucho al lector para que vea más y mejor.