Fallece Julio Puente, «un periodista de raza»

Lector incansable de periódicos desde que la época en la que estudiaba el Bachillerato en el Seminario ovetense, un jovencísimo Julio Puente empezó a cursar Filosofía, pero en seguida la abandonó para entregarse a la que sería su gran pasión en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y -también como muchos de los grandes- empezar su carrera profesional como corresponsal (primero en Avilés y después en Gijón).

Toda una maestría en el contacto de primera mano con la información local que coronaría desde las páginas de EL COMERCIO, donde fue responsable de la sección de Deportes entre 1973 y 1978, año en el que decidió enrolarse en 'Asturias Diario Regional', el rotativo impulsado por el hoy director emérito de la Fundación Princesa de Asturias, Graciano García, quien lamentaba su fallecimiento, no por esperado menos doloroso: «El periodismo asturiano ha perdido una referencia ética y de alta competencia profesional. Trabajamos durante años juntos y sé de lo que hablo».

También José Antonio Rodríguez Canal, quien fuera director adjunto de EL COMERCIO y redactor jefe durante la etapa de Puente en este diario, quiso destacar la profesionalidad de un hombre que se ganó por derecho propio, negro sobre blanco, el reconocimiento de varias generaciones de periodistas asturianos: «Era un excelente profesional, con una gran pluma. Un buen compañero, trabajador y competente». Y es que, en las distancias cortas, era un hombre dotado de un ácido sentido del humor y de una calidez e inteligencia sólidas que dejó patentes durante una trayectoria que lo llevó de 'Región' a 'La Hoja del Lunes', de ejercer como director adjunto de 'La Nueva España' a ocupar la dirección de 'Faro de Vigo', 'La Provincia' de Las Palmas y 'La Nueva España de Gijón', donde se jubiló.

Hijo de padres con comercio de ropa de caballeros en la calle Menéndez Valdés, fino analista de la realidad, casado con Noemí y padre de tres hijos (Pablo, Noemí y José Julio) de los que únicamente el mayor ha seguido sus pasos, cuando a Puente le decían que había alguien que era muy bueno titulando, respondía invariablemente: «A mí tráeme la noticia. Luego ya la titularemos». Un magisterio que creó escuela, como sus sentencias («¿Si pregunto molesto?» ) o ese saludo que gastaba cuando encontraba a alguno de sus muchos amigos paseando por El Bibio: «¿Qué hay, maestro?».

Se va un grande que «imponía por su talla física y moral, un caballero». Porque, en palabras de Serrano, «Puente no fue pequeño ni cuando era pequeño». Pero seguro que él huiría de tanta literatura vana para informar de que la capilla ardiente ha quedado instalada en la sala 6 del tanatorio de Cabueñes y de que el funeral se celebrará mañana a la una en la iglesia de San José. Descansa en paz, maestro.