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John Mayall, en acción. Paloma Ucha
La leyenda incansable

La leyenda incansable

John Mayall encandiló al público de la Laboral en un memorable concierto en el que repasó sus clásicos y demostró que sigue en plena forma: hasta firmó sus discos

P. A. MARÍN ESTRADA

Lunes, 7 de octubre 2019, 00:49

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Es una leyenda del blues-rock, lleva más de seis décadas rodando por los escenarios y sigue vivo. El británico John Mayall, a punto de cumplir sus 86 años, conserva intacta su capacidad para hacer de sus directos una experiencia única en la que mostrar toda su sabiduría como músico y dejar al público con ganas de recibir más. Lo demostró ayer en un Teatro de la Laboral casi lleno en un concierto enmarcado en su gira '85th Aniversary Tour' en el que entusiasmó a sus fans repasando algunos de los temas más significativos de su extenso repertorio.

El maestro salió puntual al escenario tras haber estado vendiendo y firmando sus propios discos en el vestíbulo del teatro. Invocó el espíritu del viejo blues de Chicago, presentó a sus músicos y se lanzó, primero con el teclado y luego con la guitarra, a su inagotable repertorio. En él sonarían temas icónicos y tampoco faltaría un corte del nuevo álbum que publicó este mismo año, 'Nobody told me', otra muestra de que su creatividad sigue en buena forma. Arrancó con 'Gimme some of that gumbo', 'Demons in the night', 'Voodoo music', 'Fooling in California' y 'Movin' out'. Seguirían 'Don't deny me' (lo nuevo, a la guitarra y despertando con sus riffs los aplausos), 'Delta hurricane' (también con las seis cuerdas) o 'Have you heard about my baby', otro de sus clásicos blues desgranado sobre el teclado y rubricado con su legendaria armónica, con la que abriría otro potente hit, 'Mail order mystics', en el que se recrearía largamente antes de ofrecer un bis: 'Sucker for love'.

Con su bien timbrada voz a pleno rendimiento, el experimentado padre blanco del blues demostró ante su auditorio que el largo recorrido andado desde la fundación de su primera banda a mediados de los años cincuenta, The Powehouse Four, lejos de agotar sus energías como músico, le ha dotado de una sorprendente vitalidad con la que seguir fascinando a sus seguidores.

Anoche pudimos comprobar lo que continúa dando de sí un virtuoso incansable en superarse cuando además está arropado por un trío tan sólido como el que le acompaña en esta gira: un sensacional Greg Rzab al bajo, la contundencia y sutilidad de Jay Davenport en la batería y un prodigio llamado Carolyn Wonderland a la guitarra, que, además de conocer hasta el último secreto de las seis cuerdas, exhibió su alucinante poderío vocal acompañando al jefe o en los merecidos momentos de protagonismo que el viejo Mayall le cedió. Y, entre los caprichos que se puede permitir un músico de 85 otoños y con su trayectoria, el británico lleva a gala el de no repetir nunca el mismo 'setlist' en sus directos y con frecuencia ni siquiera coincide más de un tema de un concierto a otro. El de ayer no fue una excepción. Un viaje sin respiro por lo mejor, a su aire, de casi dos horas.

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