José Sacristán, actor: «Fernando Fernán Gómez me enseñó cómo ejercer el oficio en un país como este»
El Teatro Palacio Valdés de Avilés acoge el viernes el estreno de 'El hijo de la cómica', el trabajo más personal del gran intérprete y un tributo a su maestro
José Sacristán lleva este viernes, 24 de octubre, al Teatro Palacio Valdés de Avilés el estreno absoluto de 'El hijo de la ... cómica', basado en las memorias de su amigo y maestro Fernando Fernán Gómez. Nos habla de ello.
–¿Es este su proyecto más personal?
–Lo es. Tuve el privilegio y la suerte de ser amigo de Fernando Fernán Gómez. Y al margen de los años que nos separaban, había muchísimas cosas en común, entre ellas de tipo muy personal. La mirada sobre la España de ese tiempo, las circunstancias por las que pasaba el país hacían comunes una serie de problemas y una serie de ilusiones, anhelos y sueños. Desde hace mucho tiempo tenía en la cabeza la posibilidad de contar de Fernando lo que nadie sabe de él o nadie sabía de él. Su infancia, su adolescencia y sus primeros años de juventud. Y contarlo a través de los personajes que le rodearon.
–¿El germen estuvo en su lectura de sus memorias, 'El tiempo amarillo'?
–Hubo muchísimas conversaciones a lo largo de tiempo, culminadas con la publicación del libro. La primera parte es una especie de episodio nacional. Tiene mucho de galdosiana la mirada de Fernando hacia aquel tiempo. El proyecto se materializó con la lectura dramatizada que hicimos en 2021, y luego ya pensando en la posibilidad de que si era capaz de provocar en la gente lo que a mí me pasaba cuando él me lo contaba, contarlo yo y no caer en ningún paso en falso que pudiera molestar o traicionar o no recibir la aprobación del maestro.
–En lo artístico, ¿cuál fue la enseñanza más importante que le transmitió?
–Cómo ser actor y no morir en el intento. Saber cómo ejercer el oficio en un país como este, cuáles son las posibilidades, las dificultades, no caer en el patetismo de algunos compañeros y compañeras de creer que la fama, el éxito... no buscar un tipo de relación con tu trabajo que te satisfaga a ti fundamentalmente. Si luego tienes la suerte de que eso coincida con el gusto de un número de personas, perfecto.
–Aludía a la España del franquismo que les tocó compartir. ¿Cómo vive la ola reacccionaria que vuelve a sacudir el mundo?
–Acojonado. No me gusta nada. Oigo ecos que me recuerdan voces que yo creía ya que no se iban a escuchar o a pronunciar. Y me aterra porque aparecen autorizadas por una serie de ciudadanos y de ciudadanas que deciden, sí, que son ellos los que tienen que hablar. Me preocupa profundamente. Y creo que hay una relación o progresión más o menos directa entre el auge de la extrema derecha y el empobrecimiento moral e intelectual de la ciudadanía. Cuanto más surge la extrema derecha, es que son más imbéciles. Sin género de duda.
–¿Y qué opina del revisionismo de la transición o de los que dicen que había más libertad?
–Que no tienen ni puta idea. Me parece miserable acusar a aquella gente de que se hizo lo que se pudo, que no fue perfecto ni mucho menos, pero había que estar ahí. Saber quién tenía el tanque y quién tenía la mano en el picaporte. Era duro eso.
–¿Desde su trabajo artístico se puede contribuir a cambiar las cosas?
–Yo cuando salgo al escenario cuento la historia que haya que contar, mi manera de pensar la resuelvo en mi vida privada, lógicamente. No me gusta pontificar. Que haya un argumento que cuente eso sí, que se desprenda de lo que le pasa a los personajes, una manera que yo entiendo. Nunca voy a defender el fascismo en una película ni en una función, pero tampoco voy a ir con el hisopo dando doctrina a la gente.
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