El traductor 'beat' tiene premio
El escritor asturiano Mariano Antolín Rato logra el Premio Nacional de Traducción
M. LORENCI / M. F. ANTUÑA
Miércoles, 5 de noviembre 2014, 00:15
Jack Kerouac, William S. Burroughs y Allen Ginsberg se han leído en España pasados por el tamiz de su prosa. Mariano Antolín Rato (Gijón, 1943) culminó ayer su larga y brillante dedicación a la traducción con el Premio Nacional a la Obra de un Traductor. Se premia al esforzado traductor de los 'beats' o la 'generación perdida' por «el amplísimo repertorio de registros lingüísticos, estilos literarios, corrientes estéticas y visiones del mundo con los que ha enriquecido nuestra lengua».
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Novelista y ensayista además de traductor, Mariano Antolín Rato estudió Filosofía y Derecho en Oviedo antes de desplazarse a Madrid. Con su nombre o bajo el seudónimo de Martín Lendínez ha traducido autores franceses, italianos, pero fundamentalmente a norteamericanos. Es todo un hito en su oficio su versión de la monumental 'The Making of Americans' ('Ser norteamericanos'), de Gertrude Stein.
Es también traductor 'oficial' de los autores de la 'generación perdida' (Dos Passos, Faulkner o Fitzgerald) e introductor de la 'generación beat' (Kerouac, Burroughs o Ginsberg). Son canónicas sus versiones de 'En el camino' y 'Los vagabundos del Dharma', de Kerouac, o 'Yonqui' -el término yonqui fue utilizado por él en castellano por primera vez- y 'El almuerzo desnudo', de William Burroughs.
Ayer recibía en Motril (Granada) la noticia del premio con alegría y sorpresa a partes iguales. «Me alegra que de pronto una serie de señores académicos a los que no conozco ni conoceré hayan apreciado lo que yo hago, hay una satisfacción y una extraña sorpresa», confesaba. Como quiera que lleva aparejada aportación económica, este gijonés cuya vida también podría dar para una buena novela, le veía el lado práctico al asunto: «Me permitirá poder escribir una temporada y no tener que traducir y escribir al mismo tiempo».
No es Mariano Antolín Rato un hombre vanidoso ni buscador de fama. Es más bien un tipo curtido en mil batallas, nieto del dueño de Casa Rato, un conocido salón de té gijonés, hijo de un farmacéutico con botica en Gijón y en Lastres que se vio las caras con Gustavo Bueno en la Universidad de Oviedo y que, en aquello sesenta que sabían y sonaban a los Beatles, los Stones, Bob Dylan y los Doors, tomó rumbo a Madrid primero -donde compartió casa con Antonio Escohotado-, a Roma después, a Londres, a Palma de Mallorca, que se dejó seducir por las drogas y vivió con mayúsculas y sin miedo.
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Nunca llegó a ser filósofo, pero sí se licenció en Filología inglesa e italiana, e hizo de la literatura su forma de ser y estar en el mundo. Lo hizo en esa doble vertiente que le ha permitido poner voz española a los personajes de otros y crear los suyos propios. Le tildan como uno de los autores españoles más personales, pero además de una docena de novelas -'Mar desterrado', 'Abril blues', 'Lobo viejo'- con las que ha obtenido varios premios, también se animado con otras temáticas, como la música de Bob Dylan, sobre el que ha escrito dos libros.
De él dijo Juan Cueto que es el más moderno de su generación, y es también un hombre con ganas de seguir escribiendo su propia obra. Afincado entre Madrid y Granada, sus visitas a Asturias se han distanciado a medida que se reducía la familia. Tiene un hermano en Vegadeo y es ese últimamente su destino más común cuando atraviesa el Pajares.
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Además de este galardón, el premio el Premio a la Mejor Traducción lo compartieron Eva Almazán, María Alonso Seisdedos, Xavier Queipo y Antón Vialle por su versión al gallego del 'Ulises' de Joyce. Los premios que concede el Ministerio de Cultura están dotados con 20.000 euros.
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