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Joaquín Camps RC
Irrupción a codazos en territorio best seller

Irrupción a codazos en territorio best seller

Joaquín Camps seduce a los editores con su primera novela, 'La última confidencia del escritor Hugo Mendoza'

Miguel Lorenci

Domingo, 1 de febrero 2015, 07:23

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El chispazo surgió en el aeropuerto de Bérgamo. Una idea estalló en la cabeza de Joaquín Camps (Gandía, 1973) y supo que aquel fogonazo encerraba una novela. La dejó madurar y, de vuelta a España, este profesor en la Universidad de Valencia, economista sin experiencia como narrador, se puso manos a la obra. En secreto, robando horas al sueño y al ocio, trabó la que es su primera novela. Más de 800 páginas que, una vez escritas, dejó reposar de nuevo varios meses. Tras la revisión definitiva decidió que sí, que 'La última confidencia del escritor Hugo Mendoza' atraparía y entretendría a sus potenciales lectores como le ocurrió a él mismo con su última lectura. Tenía razón. Con ella irrumpe a codazos en el territorio best seller.

Habían pasado casi cinco años desde aquel germinal estallido en un aeropuerto italiano. Aunque escribió «sin pensar en publicarla», tocaba buscar editor. Y se obró el milagro. Lo normal es que la primera novela de un perfecto desconocido acumule rechazos y silencios de sus posibles editores. Pero la de Camps se reveló adictiva. Sedujo a la agente literaria con la que contactó, que acertó a trasladar su entusiasmo a Planeta. Lo ratificaron los primeros lectores del sello y el gigante dijo sí.

El economista hacía pleno en su primera jugada literaria. Planeta no solo aceptó publicar la novela, sino que confía plenamente en su potencia y la pone a disposición del lector con un lanzamiento reservado en exclusiva a los autores de éxito probado y ventas millonarias.

La atípica intriga, que sus editoras califican de «sorprendente y absorbente», pasó todos los filtros dejando el mismo aroma a superventas y reclamando un traje de best seller. Dicen sus editores que no encaja en ningún arquetipo y que los giros en la trama desarman e inquietan al lector más avezado. Su autor se refiere a ella como «una novela coral y frondosa», elude hablar de géneros y admite estar «en una nube».

Con su primera novela entra el mundo editorial por derecho y es muy consciente de que el «milagro» se debe a un «cóctel narrativo» que ha encandilado a cuantos lo han probado. «Hay crimen, misterio, una reflexión sobre la mentira, sobre el mundo de las sectas y sobre algunos de los problemas que nos abruman. También desamor, amor y humor, que es un elemento primordial para mí», anticipa Camps. No en vano, el archivo de su ordenador en el que la novela se fue fraguando se tituló Proyecto disfrutar.

Manuscritos misteriosos

«Mi trabajo en el mundo de la economía tiene que ver con la organización de empresas y recursos y he de reconocer que eso me ha ayudado mucho a crear personajes y tramas», concede Camps, que promete a sus lectores «entretenimiento en vena». Cuando la historia y los personajes se asentaron en su magín, comenzó a teclear en su ordenador las aventuras y desventuras de Víctor Vega, un apuesto profesor de literatura, mujeriego y jugador, al que la viuda del escritor Hugo Mendoza le propone desvelar un mortificante misterio: deberá averiguar quién le envía desde hace años y cada 3 de diciembre, fecha de la muerte de su marido, un texto manuscrito e inédito de su esposo.

Las pesquisas de Víctor, acompañado de una bella y enigmática mujer de la que se enamorará, pondrán en peligro su vida. Se cruzará con Paloma, una histriónica experta en matemáticas, con santa Tecla, novicia de clausura, genio informático y hacker, o con Benito de la Hoz abogado y un «Torrente de lujo».

«Nada ocurre porque sí; todo y todos tienen su razón de ser», dice Camps de una narración «que va y viene con muchas e insospechadas vueltas» y que, según sus mentores, «refleja con maestría el alma humana». El mar juega un papel clave en un relato con múltiples registros y escenarios entre los que destacan Valencia, la costa levantina y sus desmanes urbanísticos, además de Madrid, Barcelona y Londres.

Logró Camps abrochar la intriga sin alterar sus clases y su trabajo en la universidad. Pero ocultó a su novia, amigos y familia que estaba escribiendo una novela. También mantuvo en secreto la aceptación de Planeta, que le ha preparado ya una gira promocional reservada a los primeras firmas del todopoderoso conglomerado editorial. Solo en la comida de Navidad desveló a los suyos que la edición estaba en marcha y que había dado en la diana con su primer desafío narrativo. «Aún no se han repuesto», dice risueño este economista de 43 años, admirador de Cortázar, contumaz lector desde la adolescencia -«Más de ensayo que de novela»- y que solo había publicado antes algunos textos de su especialidad.

Cree que la historia es «realmente cinematográfica, pero bastante compleja» y sabe que sería «otro golpe de suerte» encontrar guionistas y productores dispuestos a traducirla en imágenes. «Pero, ¿quién sabe?».

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