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Paula Roces, Antonio Íñiguez, Rubén Figaredo e Íñigo Noriega, antes de empezar la presentación.
Rubén Figaredo y Antonio Íñiguez presentan sus nuevos libros

Rubén Figaredo y Antonio Íñiguez presentan sus nuevos libros

Los escritores gijoneses Rubén Figaredo y Antonio Íñiguez presentaron ayer sus respectivos libros en el Antiguo Instituto

M. ROJO

Viernes, 1 de mayo 2015, 01:20

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Estos dos escritores gijoneses nunca se habían visto en persona, pero ayer presentaron juntos sus últimos libros. Les glosó el director de EL COMERCIO, Íñigo Noriega, quien empezó diciendo que «en apariencia, nada en común tienen estas obras», que a Antonio Íñiguez era la primera vez que lo veía y que a Rubén Figaredo, colaborador de este diario, «lo conozco un poco más, pero es imposible conocerlo del todo». Destacó después de 'Palabra de Norman Roy', de Íñiguez, su capacidad para sintetizar en «reflexiones, más que aforismos, grandes verdades que, por obvias, no dejan de serlo y dejan al lector pensando un buen rato». Destacó algunas, como la que dice que «debemos grandes amigos a nuestros defectos», quizás de modo premonitorio. O la que asegura que «el hombre no se crea ni se transforma, solo se destruye». Sobre 'El auge de la decadencia', de Rubén Figaredo, dijo que, más allá de una Historia del Arte al uso, se trata de «una descripción amplia de la sociedad actual, a través del arte, vertiendo el autor en él sus experiencias vitales, encajándolas en un magma que acaba dando forma a un ensayo».

Tomó Antonio Íñiguez el micrófono para cantar a la amistad y a la palabra. «Escribo para comprender y para comprendeos», dijo en varias ocasiones. Y explicó el porqué de lo breve de su literatura: «Con la poesía, la máxima expresión de la palabra, no me atrevo. Pero como tenemos prisa y buscamos respuestas rápidas, procuro dárselas al lector con las palabras que él no consigue encontrar». Rubén Figaredo cantó a la libertad y al amor, y advirtió que «presentar en un acto dos libros impresos sobre papel es hoy en día un acto subversivo», para apuntar, entre otras muchas reflexiones, que «el arte tiene un papel profético. Es capaz de adelantar acontecimientos que después la Historia confirma».

A invitación de Paula Roces, que moderaba el debate, fueron desgranando ideas hasta concluirse que lo que tenían en común ambos escritores era que cantaban a «la vida con mayúsculas». Los dos con pasión, «porque son personas que sin escribir no serían lo que son», apuntó Noriega. La conversación se alargó por dos horas y media, y el público, medio centenar de personas a las que Figaredo preguntó si estaban en el Antiguo Instituto «porque fuera llueve», no fue capaz de aburrirse con la charla de estos desconocidos que parecían amigos de toda la vida.

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