Borrar
Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»
La escritora ovetense Mónica Rodríguez.
«La literatura para niños debe abordar todas las realidades»

«La literatura para niños debe abordar todas las realidades»

Mónica Rodríguez Escritora, Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil

MARCELO MATAS

Jueves, 14 de abril 2016, 00:33

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Mónica Rodríguez (Oviedo, 1969) cogió hace siete años una excedencia en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas para dedicarse por entero a escribir y, a tenor del éxito obtenido, parece que le va a costar volver a trabajar como especialista en energía nuclear. A los galardones que ya tiene acumulados, como el Premio de la Crítica de Asturias en 2007, se unen este año el Premio Alandar de Edelvives por su novela 'La partitura' y el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil por 'Alma y la isla', obra que presenta hoy en Oviedo junto al escritor Gonzalo Moure y el Rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor.

'Alma y la isla' tiene como referencia el drama de la inmigración. ¿Cómo se afronta desde la ficción una realidad tan presente en los medios de comunicación?

Precisamente por ser una realidad tan presente, no tanto en nuestras vidas, pero sí en nuestras conciencias y en los medios, es un tema que surgió de modo inevitable. No fue intencionado, estaba ahí, acechando, latiendo y yo simplemente lo incluí en mi escritura como parte de esa realidad que nos rodea y forma parte de nosotros, queramos o no.

¿Y cómo se puede abordar una realidad tan compleja desde la literatura infantil y juvenil?

La literatura infantil y juvenil puede y debe abordar todas las realidades, incluso las más complejas o las más duras. Solo hace falta encontrar el modo de acercárselas a los más pequeños con todos su interrogantes y sus contradicciones. Al fin y al cabo, la literatura trata de eso: de indagar en la condición humana.

En las novelas que tratan sobre problemas sociales, siempre hay el riesgo de caer en la moralina. ¿Cómo es posible esquivarla?

Es difícil porque el escritor tiene su propios valores, su ética, y luego está el mercado (la censura), pero la lectura verdaderamente potente es aquella que no dogmatiza, que nos muestra una realidad polisémica que el lector debe interpretar libremente. Como la literatura infantil y juvenil va destinada a un público en formación, en fase de maduración, se confunde con la pedagogía. Algunos temas son molestos o, como dices, políticamente incorrectos, y todos, editoriales, maestros, padres, censuran. Lo importante a la hora de escribir es no pensar en ellos y hacerlo desde dentro, desde tu verdad, sin impostar la voz, sin traicionarte.

¿Cree en la utilidad de la ficción para ayudar a reflexionar sobre los problemas del mundo actual?

La ficción es el instrumento más potente para ayudarnos a reflexionar sobre la realidad. Con ella podemos modificarla, reinventarla, experimentar, manteniéndonos a salvo. La reflexión es, además, una herramienta poderosa para ayudarnos a vivir con justicia, con libertad y dignidad y por tanto debemos entrenarla desde niños. No sé si esto se hace mucho hoy en día. Leer nos ayuda a potenciarla.

Parece que la novela tiene también resonancias autobiográficas.

Las tiene, sí. Toda escritura se nutre de nuestra experiencias y en este caso nosotros, -me refiero a mi familia- vivimos una situación parecida el primer año que vino Amaina, una niña saharaui, a pasar el verano con nosotros. A mi hija pequeña le costó aceptar a aquella niña diferente, que no hablaba español y que le usurpaba un espacio en la familia que era suyo.

¿Cómo se llevan los premios?

Es un orgullo. El trabajo del escritor es muy solitario y a veces ingrato. Nunca tienes la certeza de si lo que estás haciendo tiene interés. Por otro lado, dado que estoy en excedencia, los premios me han permitido alargar mi dedicación en exclusiva a la literatura. Sin los premios yo habría vuelto al centro de investigación donde trabajaba hace tiempo. Y volveré, me temo.

Se plantea escribir alguna obra concebida para el público adulto?

¿Para qué voy a cambiar? En cualquier caso, tengo muchos textos fronterizos, textos inclasificables y textos enteramente de adultos en el ordenador. No sé qué hacer con ellos.

¿Hay literatura para niños y para adultos, o es lo mismo?

La literatura de verdad no tiene edad y es aquella que también interesa a los niños. Por otra parte, la mayoría de los jóvenes están capacitados para leer cualquier literatura. No existe esa frontera, siempre en cuando estemos hablando de literatura y no de productos comerciales

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios