Borrar
De arriba abajo y de izquierda a derecha, Jorge Salvador (Pez de plata), Daniel Álvarez (Hoja de Lata), Daniel Castillo (Aventuras literarias), Alfonso Fernández (Malasangre), Marián Bango (Satori) y Laura Sandoval (Hoja de Lata). A la derecha, el logotipo de Club de editores al margen, la asociación que acaban de formar.
Al encuentro del lector apasionado

Al encuentro del lector apasionado

Las editoriales asturianas Satori, Pez de Plata, Hoja de Lata, Aventuras Literarias y Malasangre se unen en el Club de editores al margen

VANESSA GUTIÉRREZ

Sábado, 23 de abril 2016, 00:50

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Este siglo arrancó en mitad de un proceso de aceleración vertiginoso. Sin embargo, pronto sufriría un violento frenazo que, además de aturdir con su estrépito, demostró que no había tantas agarraderas como se presuponían para soportar el golpe. Prácticamente no hubo sector económico ni ciudadano que no lo padeciese. Pero acción, reacción. Por eso, porque no quedó más remedio que reactivarse, mientras unos se afanaban en coger impulso con el fin de regresar a la misma inercia, otros decidieron tomar las riendas de su propia vida, explorar nuevos caminos y, reformulando el discurso, poner al servicio de la supervivencia su inteligencia y creatividad. El gremio editorial es buena prueba de ello. Y como muestra, cinco ejemplos asturianos.

Hace casi una década, Marián Bango y Alfonso García fundaban Satori, una editorial especializada en cultura y literatura japonesa que a día de hoy es una referencia ineludible en España. Hace cinco años, Jorge Salvador Galindo y Eva Díaz fundaban la «ecléctica y excéntrica» Pez de Plata. En 2013, Mónica Vacas y Daniel Castillo presentaban sus maravillosos mapas bajo el nombre de Aventuras Literarias, casi al tiempo que Laura Sandoval y Daniel Álvarez Prendes hacían lo propio con su apuesta por las traducciones y los autores internacionales como Hoja de Lata. Por último, apenas un año atrás, y después de detectar que «las grandes editoriales han renunciado hace tiempo a comprometerse con títulos que se salgan del canon establecido», cinco autores y críticos de reconocido prestigio como son Luis Muñiz, Chus Fernández, Marcos Canteli, Hermes González, Fernando Menéndez y Alfonso Fernández, decidieron unir esfuerzos para sacar adelante el sello Malasangre con el fin de editar obras «de literatura militante». Cada una de estas cinco empresas tiene un proyecto definido y diferenciador, pero todas comparten la misma pasión por su trabajo, una búsqueda común de «lectores curiosos» y una visión casi artesanal del mundo de la edición.

Con una identificación total con la empresa -inclusive a nivel personal, hasta el punto de que tres de ellas son proyectos familiares-, las cinco son editoriales inquietas que se mueven por espacios parecidos. Algo que primero propició el conocimiento y la admiración mutua; luego hizo fraguar la amistad, y ahora se ha concretado en la fundación del Club de Editores al Margen. Una asociación que materializa el dicho de «la unión hace la fuerza» y la filosofía de la que todos participan: «Editar de manera apasionada».

Coincidentes también en su modelo de gestión del negocio, saben la experiencia es mejor mancomunada que atesorada como bien privativo. De ahí que se planteen un futuro de la mano y rastreando las posibilidades que ofrece el acercamiento: «Creemos que es el momento de defender la cultura y eso lo hacemos saliendo al encuentro de los lectores, agudizando el ingenio y maximizando los recursos. Creemos también en la interacción entre prensa, público, editores, autores y libreros, fomentando una dinámica que sea más intensa. Por resumir, hay que pisar los charcos otra vez». Charcos, como dice Daniel Álvarez, que no conocen límite. «Hasta el momento cada uno hemos estado saliendo por nuestra cuenta fuera de Asturias porque, pese a tener una fuerte presencia aquí, nuestra vocación es abrirnos a todo el mundo hispanohablante».

«Ahora que ya nos sentimos todos un poco más rodados», continúa Laura Sandoval, «y que el hecho de estar en momentos parecidos nos ha juntado, creemos que es natural que nos unamos en un grupo de tal manera que unos suplamos las carencias que puedan tener otros y compartamos las ideas que se nos ocurran». El ejemplo lo pone Alfonso Fernández: «El planteamiento es crear una red a la manera en que lo hacen los lectores: de amistades, de contactos y de referencias. Al emprender, uno solo corre el riesgo de desaparecer entre la amplia oferta que recibe el público. De forma que, a la vez que se abren posibilidades, también lo hace la eventualidad de naufragar. De ahí que nos vinculemos en este proyecto en busca de un mismo tipo de lector: uno lleno de curiosidad, a quien le gustar picar de muchos sitios sin quedarse con lo más comercial y dejarse sorprender».

Para este fin, intercambian conocimientos que van desde la distribución de sus productos hasta las librerías o citas que puedan ser del interés de todos. Internet sí, pero también ferias y mercadillos, que permiten el contacto directo con los lectores y visibilizar la marca al margen de intermediarios. «Es importante que te conozcan y que lleguen a confiar en tu criterio para poder fidelizar al lector; que sepa que detrás de los libros hay alguien que lee, que cuida el producto y está atento a lo que a él le motiva; que reconozca el proyecto como un proyecto de autor».

Más allá del papel, una de las primeras iniciativas planteadas por el Club de Editores al Margen, además de campañas de promoción conjuntas, consiste en organizar un mercado itinerante por la geografía asturiana. «Este verano vamos a llevar una feria 'fantabulosa' por media docena de sitios, buscando la sinergia con las librerías locales, con el respectivo área de cultura, los clubes de lectura, autores, y, principalmente, con bibliotecas. Lo único que necesitamos es la cesión del espacio público porque queremos facilitar la celebración del encuentro, encargándonos de organizar todo lo necesario, con el fin de que la gente tenga nuestros productos al alcance y pueda saber que en Asturias existen estas editoriales». Y además, construyendo en positivo: «En las actividades que organicemos no vamos a excluir a nadie. Nuestro propósito es la participación de toda la gente que esté interesada, librerías u otras editoriales, tanto asturianas como otras de características similiares a las nuestras que hay en el Estado. Se trata de hacer lo necesario para dinamizar el sector, y de paso reivindicar el papel de las bibliotecas públicas, que son un espacio de cultura gratuito y universal que debe contar con fondos económicos para poder tener fondos bibliográficos». Entusiastas, defienden unánimemente «la cultura libre» y la enriquecen ofreciendo sus nuevas publicaciones. Desde la periferia y al margen, pero abriendo caminos con estilo propio.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios