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El escritor griego Petros Márkaris firma uno de sus libros.
La Semana Negra llega a Oviedo

La Semana Negra llega a Oviedo

Petros Márkaris se encuentra con un centenar de sus lectores en la capital asturiana, que promete estrechar más lazos con la Semana Negra

Elena S. Sánchez

Jueves, 14 de julio 2016, 15:47

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Y por fin llegó a Oviedo. Este jueves la Semana Negra desembarcó en la capital, donde todo estaba preparado para recibirla. Conocida como no por celebrarse en Gijón, hizo una breve parada en torno a la Escandalera. La primera después de 29 años. Bajo un sol brillante, la vicealcaldesa, Ana Taboada, esperaba a las 12 del mediodía en la plaza del Ayuntamiento a un grupo de escritores y pintores encabezado por el autor griego, Petros Márkaris. Allí, Taboada, con unos cuantos libros del creador del comisario Kostas Jaritos en la mano dio la bienvenida a la comitiva. Un hecho idílico que estrecha los lazos de las dos ciudades asturianas.

El director de contenidos de la Semana Negra, Ángel de la Calle, presentó uno a uno a los partícipes. Caras alegres y complacientes se observaron en el centro de la plaza, mientras un grupo de 10 personas aprovechando la ocasión reclamaban con cartulinas y pancartas un local autogestionado para cubrir necesidades del barrio de Ventanielles. Tras el apretón de manos, la comitiva entró en la casa consistorial dónde se encontraba el alcalde, Wenceslao López, para la recepción oficial de festival lúdico cultural en la ciudad de Oviedo. Primero se dirigió al protagonista del día, indiscutiblemente Márkaris, quien no dudó en firmarle un libro. Asimismo, López agradeció también la presencia a la delegación, con Ángel de la Calle y José Luis Paraja al frente. «Es un día muy importante. Oviedo como capital de Asturias tiene la obligación de tener relaciones naturales con Gijón».

Por su parte, Ana Taboada manifestó que «si algo no tiene fronteras en el mundo es la cultura». Por ello, recalcó que «nada más que termine el festival en Gijón, hablaremos con la organización para explorar nuevas vías de colaboración». La vicealcaldesa, que miraba fijamente al escritor griego, no lo dudó: «Aquí se podría escribir una novela negra» y señaló que «Oviedo es una ciudad literaria por excelencia». Igualmente, afirmó que «este es el principio de una amistad con el festival cultural». Ante esta última frase reaccionó Paraja: «Estamos encantados de que la ciudad de Oviedo nos acoja por primera vez de forma oficial. Estamos en un lugar privilegiado, un paraíso natural y debemos remar todos en la misma dirección para lograr un paraíso cultural».

Buen rollo en el ambiente, que contagió a Márkaris, «muy feliz, orgulloso y agradecido de que las relaciones de la Semana Negra con Oviedo hayan comenzado conmigo». Y tras la visita al Ayuntamiento, tocaba conocer la ciudad y dejarse fotografiar, en cada punto emblemático por el que pasaban. La catedral, el edificio histórico de la Universidad de Oviedo, el teatro Campoamor... Al recorrido también se sumaron algunos hosteleros que, en plena calle, ofrecieron pinchos a los literatos para sofocar el apetito. Caras conocidas se vieron en el grupo, una de ellas, la del escritor catalán Carlos Quílez, que afirmó que era su primera vez que en Oviedo. «Es preciosa, me parece muy bonito que establezcan puentes de contacto con Gijón». Además Quílez, que lleva participando 17 años en la Semana Negra, confesó: «Me gusta más Gijón. Soy de Barcelona, me apasionan las ciudades que tienen mar».

Poco a poco, entre flashes y miradas furtivas de quienes paseaban cerca de ellos, llegaron a su destino, la biblioteca La Granja. Pero antes, parada al lado de Mafalda, que contempló desde su banco a cada uno de los visitantes, excepto Petros Márkaris, que ni se inmutó con la pequeña de Quino. Y es que el escritor griego tenía una cita con sus lectores. Más de un centenar le aguardaba cargado de preguntas sobre el comisario Jaritos, sobre los malos y los buenos de sus libros. Sobre si los de ahora son diferentes a los de antes. Con calma, sin prisa fue contestando todo. Por algo su intérprete, Lourdes Pérez González, decía al final: «Es un encanto, siempre dice que sí a todo no se cansa de atender a su público».

Una vez que terminó la charla todos juntos se dirigeron al restaurante Ovetense, dónde degustaron platos típicos como el pollo al ajillo o el jamón, para no dejar con hambre a los invitados antes de la vuelta a la villa marinera.

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