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El escritor Arturo Pérez-Reverte tuvo un encuentro a lo 'rock star' en la librería Cervantes.
«Los lectores me hacéis libre»

«Los lectores me hacéis libre»

Las colas para conseguir que el escritor les firmara un ejemplar de su última novela, 'Falcó', llegaron al exterior de la librería Cervantes durante horas

IDOYA REY

Viernes, 16 de diciembre 2016, 00:33

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Raro es el escritor que confiesa sentarse frente al folio en blanco pensando en el éxito que recabará entre sus lectores. Más bien hablan de esas historias que llegan, les agarran por las entrañas y no les sueltan hasta que han escrito el punto y final. El compromiso de los escritores, explican muchas veces, es con la narrativa, con esa voz propia que tan difícil es de lograr. Arturo Pérez-Reverte sabe eso, pero sabe también otra cosa: la libertad para escribir sin condicionantes se la dan ellos, los lectores.

El escritor se lo decía ayer a una de las decenas de personas que acudieron para saludarle en la librería Cervantes. «Es un placer conocerle. Necesitamos más personas como usted que nos ayuda a crear opinión», decía un lector. Él, en tono de confidencia, casi en un susurro, se sinceró: «La libertad para hacerlo me la dais vosotros». Porque Pérez-Reverte ha logrado la complicidad con el público, ha logrado convertirse en un escritor que no necesita presentaciones. Hoy estará en el Niemeyer (20 horas, entradas agotadas) en el Ciclo de la Palabra, junto a Antonio Álamo.

Simplemente decir que un libro es 'revertiano' es sinónimo de intriga novelística mezclada con espionaje, la fórmula que repite en su última novela, 'Falcó', libro que ayer venía a promocionar en la ciudad y con el que se dio un baño de masas a lo 'rock star'. Las colas para lograr la firma del autor comenzaron a formarse a las 16.30 horas, noventa minutos antes de su llegada y durante toda la tarde salieron hasta el exterior de la librería.

Ante sus ojos pasaron un buen puñado de historias sinceras que el escritor recibió sin soltar su sonrisa. Había quien llegaba con el último título del autor bajo el brazo para enviárselo, dedicatoria de por medio, a su hijo, uno de esos jóvenes obligados a emigrar en busca de trabajo; estaban aquellos que querían darle una sorpresa a su pareja, sumida en las obligaciones laborales durante el horario de la firma; también estaba quien aprovechaba para conseguir un regalo de Navidad personalizado, y aquellos que se calificaban como «el fan número uno» de Pérez-Reverte. Estaba hasta Edu Galán sacando fotos de incógnito ataviado con un sombrero a lo inspector novelesco.

Esa hospitalidad de la que tienen fama los asturianos la dejaron bien patente ayer. El escritor se fue con varios libros y una libreta con funda de cuero llegada de Florencia hace un par de años. Victoria Álvarez la compró para animarse a escribir algún día, pero, como esa hora no le llegó todavía, decidió que Pérez-Reverte le daría un mejor uso. «Yo he traído mi primer poemario, mi hijo, para que Pérez-Reverte lo adopte», explicaba Esmeralda Amieva mientras aguardaba turno con su obra, 'De luces y sombras', en la mano. Tras ella esperaban tres jóvenes de 19 años, Alejandro y Pablo Miranda y Alejandro Pérez, amigos con los que el escritor pasó un buen rato. Aunque entre la larga fila hubo también quien le confesó que prefería la acidez del Pérez-Reverte columnista. Opiniones libres porque al fin y al cabo, como un día dijo Loquillo en la plaza de La Catedral, «cada uno tiene el público que se merece».

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