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A. PIQUERO
Viernes, 17 de marzo 2017, 00:15
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Escritora que ha ido puliendo su pluma en prestigiosas revistas nacionales y que desde 2008 se ocupa en LA VOZ DE AVILÉS-EL COMERCIO de la crónica de sociedad, Mercedes de Soignie (Avilés, 1962) ha dado a la luz recientemente la novela que ha titulado 'Caminos del ayer. Huellas del mañana'. Recupera en ella un linaje familiar que recorre dos siglos de la historia de Avilés y de Asturias, desde que un tatarabuelo suyo, eje alrededor del cual se urde el libro, Adolphe de Soignie, joven ingeniero de minas, saliera de su tierra belga para dirigir la Real Compañía Asturiana de Minas en 1838. El acto de presentación del volumen se realizó en la tarde ayer en el Ateneo Jovellanos, con el patrocinio del Aula de Cultura de EL COMERCIO, interviniendo en primer lugar el vicepresidente de la entidad jovellanista, Luis Rubio Bardón, quien destacó «la exhaustiva investigación» que se colige de las páginas. Tomó la palabra a continuación Ruth Arias, subjefa de redacción de LA VOZ DE AVILÉS, que entrevistó a Mercedes de Soignie, orientando previamente acerca del protagonista de los capítulos novelísticos: «Un personaje clave en el desarrollo de toda la minería asturiana y en el trazado urbanístico de Avilés, además de cónsul».
Mercedes de Soignie hizo un primer retrato del mismo, metafórico, emparentándolo con «los buscadores de oro de las películas de Hollywood». Para ir componiendo el texto fue preciso «un año de preparación, buscando en lugares muy plurales, desde las redes sociales a museos, universidades, registros, archivos, la embajada belga en Madrid, parroquias...». Entre esas pesquisas, las proporcionadas por el Museo de la Mina de Arnao, epicentro donde desempeñó una parte importante de sus funciones Adolphe de Soignie, y también la colaboración del historiador adscrito a LA VOZ DE AVILÉS Alberto del Río.
Sumariamente, su antecesor impulsó la creación del puerto avilesino o los primeros trazados ferroviarios en una ciudad de 1.500 habitantes «que todavía era una sociedad arcaica, en la que se padecía hambre, había revueltas y sufrió dos epidemias de cólera». Allí, la historia de un hombre que «no fue un triunfador, sino un luchador».
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