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«El cierre de las librerías hizo daño, pero creo que hemos salido reforzados»
Nahir Gutiérrez Escritora

«El cierre de las librerías hizo daño, pero creo que hemos salido reforzados»

«A veces, ejercemos una fuerte sobreprotección con los niños. No hace falta ser cruel, pero hay que hablarles de las cosas, tratarles como a un igual»

Aida Collado

Gijón

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Sábado, 26 de septiembre 2020, 11:52

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Nadie diría al leer a Nahir Gutiérrez (Turón, 1966), curtida en las mil batallas de las editoriales en las que ha trabajado, que le cuesta, y «mucho», dar el salto al otro lado, al de los autores. Sus cuentos –el que presenta mañana en la Feria del Libro de Gijón es el tercero que escribe– ofrecen una lectura tan fluida, tan natural como la vida misma. Y, como en la vida, la alegría y las ilusiones dialogan con la tristeza y la decepción.

–¿Es 'La bailarina sin corazón' un libro puramente infantil?

–No exactamente. Cada uno, cuando lee, arrima el ascua a su sardina, ve reflejado aquello que le preocupa, que le obsesiona. Lo que le ocurre a Abigail, la protagonista, le puede ocurrir, también, a un chaval de veinte años con pasión por la guitarra. En ese sentido, no es un libro únicamente infantil. Sí creo que hay que educar a los niños en la resiliencia, porque a veces los llevamos entre algodones. Por eso es algo más que un cuento infantil. Es una enseñanza para todos.

–A través de una niña que debido a una cardiopatía ve roto su sueño de ser bailarina, trata la tolerancia a la frustración. No saber gestionar ese desajuste entre las expectativas y la realidad es causa de muchos trastornos psicológicos en adultos.

–Totalmente. Yo misma, cuando la pandemia voló todos nuestros planes para el lanzamiento del libro, tuve el síndrome de Calimero. Hasta que me dije: «¡Un momento! Asume tu propia lección». Tenemos que aprender a relativizar las cosas. Lo que pasa, pasa y hay que buscar nuevas maneras de continuar adelante. Pero, efectivamente, no saber asumir eso es uno de los problemas de nuestra época. Creo que también está relacionado con la tiranía de la felicidad. Las redes sociales transmiten solo lo mejor de cada casa y eso genera una frustración permanente. Tu vida no está a la altura de la foto.

–Aborda también la enfermedad. Otro tema que suele orillarse al hablar con los pequeños.

–Sí, por esa sobreprotección que a veces ejercemos sobre ellos. Uno de cada diez niños nace con una cardiopatía. Es importante que se sepa, que se conozca, por ejemplo, la labor que hace la fundación Menudos Corazones. Ellos dan apoyo a las familias que tienen que trastocar su vida entera cuando tienen que operar a un hijo de algo tan importante como esto. Se trata de una enfermedad que limita su vida como niños. Tras pasar por esto, la primera reacción de muchos es preguntar «¿No podré jugar al fútbol?». Y la segunda, añadir: «Bueno, haré de portero». Es un claro ejemplo de cómo nos reconducimos, cómo buscamos una salida de emergencia para que la frustración no nos haga tanto daño.

–¿Se infravalora la capacidad de los niños de enfrentarse a estos temas?

–Totalmente. A veces pienso que los tratamos como a idiotas. Hay muchas cosas que pueden entender. No hace falta ser cruel, pero hay que hablarles de las cosas, tratarles como a un igual. Si vas a comer, les dejas la carta, aunque luego les orientes y les expliques. Hay que sentarse con los niños, transmitirles el amor por la lectura, no simplificar. Ellos son de los públicos más exigentes.

–Para este viaje escogió como compañero a Iván Harón, que se ha encargado de las ilustraciones. ¿Qué aporta a la historia?

–Tengo la sensación de que raramente me salen historias muy obvias. Cuando Iván me pasó el primer boceto del cuento, casi me pongo a llorar. La sensación que tengo es que claramente ha captado la historia, que se puede leer a través de las imágenes. El trabajo que ha hecho es maravilloso. Es el compañero de viaje ideal.

–Este 2020 todos hemos tenido ración y media de frustración. Usted también: la pandemia interrumpió la promoción de este libro.

–Lo presentamos en febrero en la Casa del libro de Madrid. Dos fines de semana después, íbamos a presentarlo en Barcelona y ya tuvimos que suspenderlo. Ahora vamos a intentar recuperar las presentaciones de Barcelona y todo lo que sea posible para volver a coger el paso.

–El día 29 de este mes es el día mundial del corazón.

–Esa semana, desde el 29 hasta el 4 de octubre se abordarán todos temas del corazón. Intentaremos dar un impulso al libro desde la asociación Menudos Corazones y la editorial, Mueve tu lengua.

–¿Qué espera de la feria del libro de Gijón?

–Como juego en casa, me hace muchísima ilusión. Espero que sea como un pistoletazo de salida, un reset, un 'volvemos a empezar'.

–Es su tercer libro dirigido a niños. ¿Se siente cómoda en el género?

–Es un género en alza. El primero pensé que era una casualidad. Luego se me ocurrió escribir el segundo, sobre la muerte de mi abuela.

–Otro tema tabú en la infancia.

–Me di cuenta de que damos por sentado que con decirles que el abuelo se ha ido al cielo se dan por satisfechos. Lo escribí para explicarles la pérdida. Y también tuve la suerte de contar con un ilustrador fantástico, Alex Omis.

Luego llegó el tercero... y ahora ya tengo otro medio empezado. Me he dado cuenta de que me encuentro cómoda en el género. Son los lectores en los que debemos depositar todas nuestras esperanzas, son los lectores del mañana.

–La covid ha supuesto un durísimo golpe para la cultura. Más allá de los problemas de aforo, también ha supuesto un varapalo para el mundo editorial.

–Montamos un día del libro virtual, con una serie de eventos, y fue alucinante. Ha habido mucha gente que ha descubierto en el libro un buen compañero para situaciones como esta. El mundo editorial se ha visto muy afectado por el cierre de las librerías, pero hemos ganado lectores. El bache no nos lo quita nadie, pero creo que hemos salido reforzados.

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