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DIEGO MERANO
Miércoles, 11 de julio 2018, 00:12
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Marta Sanz, doctora en Filología, es autora de novelas premiadas y de éxito: 'Daniela Astor y la caja negra' (Premio Tigre Juan, Premio Cálamo y Premio Estado Crítico), 'Los mejores tiempos' (Premio Ojo Crítico), 'Farándula' (Premio Herralde), 'La lección de anatomía', 'Clavícula', 'Black, black, black'... Aúna calidad literaria, libros divertidos y textos que dan que pensar. Vuelve al ruedo literario con 'Amor fou' (Anagrama).
-Tiene que ver con un estado general de la cuestión y no ya con ninguna burbuja. El conocimiento, las humanidades, la lectura, son desprestigiadas de continuo. Es un problema educativo. No se debe analizar en términos económicos sino culturales y políticos. El descrédito de la lectura debe ser tratado en profundidad. Las filologías se quitan y se ponen de los planes de estudio en completo arbitrio.
-También he sido víctima: muchas editoriales me han rechazado libros por ser eso, 'demasiado literarios'. En cuanto el discurso no es breve, directo, fácil... se desprecia. La literatura consiste en contar una cosa a través de otra no necesariamente visible ni obvia. El texto literario debe costar esfuerzo para que pueda ser interpretado.
-Fue escrita en 2004 y mucho de lo que entonces pensé hoy son realidades corrientes de la sociedad: aporafobia, gentrificación, okupación... se abordan temas políticos, que en la agenda pasada no estaban.
-El título es una inevitable alusión a Breton.
-El texto de André Breton, transgresor y radiante, pretendía subvertir el tabú, iba directo a la sociedad burguesa, hoy la transgresión es un eslogan comercial. Buscaba una concepción del amor como espectador en el triángulo protagonista, donde se busca otro amor, más sereno y tranquilo, que a la vez nos obliga a salir de nosotros mismos. Asistimos a una fiscalización impune de todos los niveles de la pareja: del móvil que usan a lo que piensan.
-Yo quise escribir una novela de ciencia ficción desde un plano realista y no muy alejada en el tiempo. Una novela sobre la época que sucede a la que estás viviendo. Las situaciones políticas, urbanísticas, sociales, a las que llegamos hicieron inevitable mella en nuestra educación sentimental.
-La identidad se relaciona con la mirada vigilante. El personaje de Raymond se reafirma en la relación que espía entre Lala y Adrián. Hay miradas que nos siguen, nos vampirizan, nos quitan y nos dan cosas. Es un cuento de hadas salvaje, de esos que se censuran para no escandalizar a los niños ni a los adultos que preferirían permanecer en una infancia eterna.
-Es la metáfora del cuerpo donde el propio texto también funciona como tal. De ahí las presencias habituales de cicatrices o heridas. Busco que la parte oscura de nosotros mismos quede incrustada y enquistada en la propia piel. Las cuestiones personales son siempre políticas, he querido hacer una novela sobre eso. Las relaciones de poder en la misma época que vives.
-Como lectora y escritora busco textos valientes que reflejen la contemporaneidad que vivimos. La invención puede ser una posibilidad combativa de cuanto ocurre. Los textos deben ser visibles y lo crucial en ellos es cómo las palabras se ordenan. Los fantasmas de la realidad quedan silueteados en el arte combinatorio de las palabras entre sí.
-Soy una mujer que se toma muy en serio su tiempo. Como ciudadano tomo la palabra y visualizo zonas oscuras que la economía mundial quiere que sean de un determinado modo.
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