Luis García Montero | Director del Instituto Cervantes
«La dictadura dejó un legado muy grande de sospecha sobre la cultura»El poeta participará en Asturias en la reunión anual de directores de una institución que defiende «la diversidad como forma de riqueza»
Luis García Montero (Granada, 1958) envuelve cada palabra con un leve acento de su tierra andaluza. Este poeta es director del Instituto Cervantes desde el ... año 2018 y, hasta el miércoles, estará en Asturias, para celebrar la reunión anual de directores de una institución que cuida y divulga el español y las culturas hispánicas.
-Les toca hacer balance: han abierto nuevos centros y han mejorado su presupuesto, ¿ven el vaso medio lleno o todavía falta camino para poder verlo así?
-En una gestión, lo más sensato a la hora de valorar lo conseguido es convertirlo en una mirada de futuro y ver los retos que tenemos por delante. Estamos contentos porque, a partir de 2009, la institución tuvo unos recortes de presupuestos muy fuertes y, poco a poco, vamos consiguiendo que se vuelva a la transferencia del Estado anterior a ese año. Al mismo tiempo, estamos satisfechos de que más del 40% del presupuesto se cubra con la autofinanción y también porque, desde hace diez años, no se abrían centros nuevos y, en los últimos cursos, hemos podido inaugurar en Dakar, Los Ángeles y Seúl. Además, hemos conseguido doblegar la pérdida de plantilla y, poco a poco, se vuelven a cubrir puestos que habían quedado vacantes. Todo eso nos hace pensar que los esfuerzos van dando resultados positivos, pero nos abre los ojos hacia el futuro. Es importante seguir afianzando un presupuesto que, por ejemplo, nos acerque a las instituciones hermanas del Reino Unido, de Francia, de Alemania...
-El Instituto Cervantes tiene un presupuesto inferior al de esas instituciones equivalentes en otras lenguas, ¿cree que es porque en España no lo valoramos?
-Para ser objetivos, yo creo que hay que tener en cuenta varias cosas. La primera es que, si uno piensa por ejemplo en la Alianza Francesa, se fundó a finales del siglo XIX, mientras que el Cervantes se fundó en 1991 porque es una institución que solo era posible en democracia. Nuestra labor es, por una parte, divulgar la cultura en español, así que la hermandad con todos los países latinoamericanos era muy importante, y toda la retórica imperialista falsa de la cultura dictatorial del franquismo hacía inviable una instutición como esta, que tiene que trabajar en fraternidad. Por otra parte, tenemos el mandato de divulgar y dar a conocer la cultura y las lenguas de todas las regiones del Estado español y, en ese sentido, también hubo que esperar al diálogo democrático. Empezamos muy tarde porque, a España por culpa del golpe de Estado, llegó muy tarde la democracia. Aparte de eso, la dictadura dejó un legado de sospecha sobre la cultura muy grande, hasta el punto de que, si se hacen comparaciones, los presupuestos de Cultura en ayuntamientos, comunidades autónomas y en el ministerio están muy por debajo con respecto a los del Reino Unido, Francia y Alemania en las mismas instituciones. Invertir en cultura siempre ha sido una deuda que, poco a poco, se va saldando, pero a paso lento porque veníamos de una situación muy limitada.
-España está cambiando y el lenguaje inclusivo está cada vez más presente. Ya no solo se desdoblan las palabras y se dice amigos y amigas, sino que cada vez está más presente el uso de 'amigues'. ¿Es una moda pasajera o debe preocuparnos?
-El Instituto Cervantes, con especialistas de distintas universidades, publicó un libro sobre el lenguaje inclusivo, en el que se defiende que los dueños del lenguaje son los hablantes. Como afortunadamente se va transformando una sociedad que, poco a poco, va dejando de ser tan machista, pues hay también cambios en el lenguaje. Los que llevamos leyendo periódicos unos años, hemos visto cómo se hablaba del presidente del Reino Unido, Margaret Thatcher, que se pasó después a la presidente y ahora ya se habla de la presidenta de la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Al mismo tiempo, pienso que es natural que un profesor cuando entra en clase salude a todos y a todas, pero a mí me interesa mucho la naturalidad y como filólogo creo que las ocurrencias duran un tiempo y después desaparecen. A veces, esas ocurrencias no son positivas porque crean reacciones que pueden ser negativas. Si yo a mi madre, que era una señora tradicional, le hubiera dicho que los mismos derechos tienen que tenerlos sus nietos y sus nietas para ganarse la vida, pues me hubiera dicho que sí. Sin embargo, si yo le hubiera dicho nietes, pues a lo mejor se tomaba mi feminismo como un cachondeo. Creo que hay que ser muy prudentes para que el enemigo machista no haga del feminismo una caricatura. Creo que eso de 'amigues' es más una ocurrencia de cuatro listos que un avance en la transformación natural hacia el feminismo de la lengua. Esa es mi opinión porque al Instituto no le corresponde fijar una opinión institucional sobre el uso de las palabras.
-En marzo el Instituto Cervantes firmó un acuerdo con la Consejería de Cultura para fomentar la cultura y la lengua asturianas, ¿han iniciado ya acciones en esa línea?
-Cuando se hace la reunión de directores en un territorio español, se aprovecha para difundir la cultura de ese territorio y para que los centros vean las posibilidades que tienen para llevar la cultura. Dentro del mandato de divulgar y dar a conocer las lenguas y las culturas, está la divulgación de la cultura asturiana y de la cultura en asturiano. En nuestra Caja de las Letras, recibimos ya el legado de Fernán Coronas y una de las actividades que vamos a hacer estos días es un ciclo de cortos en asturiano, que van a poder ver nuestros directores. El lunes hay un concierto de Lorena Álvarez y el martes hay un homenaje a Víctor Manuel.
-Al no estar considerado el asturiano una lengua cooficial, ¿les cuesta más que la gente lo acepte y se despoje de prejuicios?
-A nosotros, no, porque la variedad lingüística es un trabajo cultural. Lo de la cooficialidad será un asunto político, que primero se tendrá que resolver en las instituciones asturianas y, después, en las españolas y, en ese sentido, pues eso tiene su ámbito político. Nosotros nos encargamos del ámbito cultural y de defender la diversidad como riqueza. No son lo mismo el español de Salamanca y el de Andalucía ni el de México y Argentina. En todos nuestros estudios, llegamos a la conclusión de que la diversidad es una riqueza y que las situaciones que se dan de bilingüismo son situaciones de riqueza.
-Con tanto trasiego del Cervantes, ¿le queda tiempo para escribir?
-Estoy contento porque el Instituto Cervantes es un ámbito filológico y cultural que tiene que ver con mi vocación. Yo soy profesor desde 1981 y estoy acostumbrado a compaginar las labores institucionales con la creación poética. Aunque confieso que, a veces, no es una cuestión de horarios porque uno puede ponerse el despertador y decidir ponerse a trabajar a las seis de la mañana en alguna cosa literaria que tenga entre manos; pero a veces suena el despertador y se pone uno a pensar en cómo están subiendo el nivel de vida y los precios en Río de Janeiro, los problemas que está desencadenando Putin al invadir Ucrania...Ese tipo de preocupaciones a veces quitan más tiempo que los despertadores.
-El Ayuntamiento de Madrid acaba de anunciar que dedicará a la escritora Almudena Grandes, su añorada mujer, unos jardines en Vallecas. ¿Qué le pareció la noticia?
-Yo intento mantener el mismo espíritu de Almudena, que era el de no considerarse con derecho a nada, pero ser agradecida cuando alguien tenía una atención con ella. Nosotros no pedimos nada, ni siquiera protestamos cuando hay un mal modo, pero siempre que se tiene la atención con ella lo agradecemos de todo corazón. Agradecimos que se pusiera su nombre a la estación de Atocha y ahora agradecemos esta decisión de darle su nombre a unos jardines en Madrid.
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