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El escritor Juan Manuel de Prada. JOAQUÍN PAÑEDA
«Me esfuerzo por parecerme a Jesús»

«Me esfuerzo por parecerme a Jesús»

Las trece con... Juan Manuel de Prada

MIGUEL ROJO

Sábado, 25 de mayo 2019, 00:20

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Juan Manuel de Prada tiene nombre de cantante de boleros. Y también cara de niño empollón con sus ojillos escudriñándolo todo tras sus gafas de miope reconcentrado. Apenas ha cambiado desde la última vez que nos vimos. Es como si los años no hubieran pasado por él. Aunque es evidente que ha engordado. Estás más obeso, le digo. Más gordo, querrás decir, replica. Perfecto. Tonterías las justas. Al pan, la viga en el ojo ajeno, y al vino, miel sobre hojuelas.

Cuando lo conocí acababa de publicar un jugoso libro titulado 'Coños'. Aquello fue como 'El origen del mundo' para las pusilánimes letras hispanas del momento. Un escándalo, oiga. Veintitantos años después lo ha ganado casi todo en literatura... Y él sigue siendo un escándalo, como diría Raphael.

-1. No pretendo ponerme estupendo, pero a usted 'Coños' debió de darle un revolcón que aún le debe de retumbar en la memoria.

-Mis mocedades literarias fueron, en efecto, muy retumbantes. Aunque lo que más me trastornó fue la obtención del premio Planeta a una edad muy temprana con mi novela 'La tempestad'.

-2. ¿El éxito a esa edad puede ser más dañino que el fracaso?

-El éxito es el peor compañero para un artista joven porque lo aparta de su trabajo y lo rodea de una camarilla de aduladores y aprovecheteguis, lo empuja al tumulto de la vida social, lo hace creerse el rey del mambo. Afortunadamente, mi vocación era muy fuerte y el éxito no pudo destruirla.

-3. No quiero ser un mal lector de esos que confunden al autor con sus personajes, pero en su novela 'Lucía en la noche', ¿no hay mucho de usted?

-El personaje de Alejandro Ballesteros tiene muy poco de mí. Indudablemente, todo escritor proyecta su experiencia personal sobre sus personajes. Pero, fuera de la experiencia devastadora del éxito que yo conocí a una edad muy temprana, y de la experiencia redentora del amor que yo también viví, el personaje tiene poco de mí.

-4. Decía Nabokov que sus libros no iban dirigidos a los tontos. ¿Tantos listos hay en este país que usted ya lleva cuatro ediciones?

-Algunos escritores tienden a creer que quienes los leen son los únicos listos del mundo. Se trata de una distorsión cognitiva dictada por la vanidad. Más modestamente, quiero pensar que las personas que leen mis libros son amigos anónimos que han encontrado en ellos algún tipo de sintonía espiritual.

-5. Siguiendo con el ruso blanco, ¿usted, como él, controla desde el principio todos los entresijos de su novela o se deja llevar por las circunstancias?

-Suelo tener un punto de partida muy claro y una meta también clara (aunque algo envuelta entre brumas). Lo que entre medias ocurre es algo que me va dictando la propia lógica de la escritura. Avanzo a ciegas.

-6. Por cierto, ¿usted de quién es, de 'Lolita' o de 'Ada o el Ardor'?

-Me quedo con 'Ada o el ardor'. Aunque creo que hay escritores mucho mejores que Nabokov. Su lectura del 'Quijote' es especialmente ridícula y desenfocada.

-7. ¿Y los tres libros imprescindibles?

-El 'Quijote', 'Crimen y castigo' y 'En busca del tiempo perdido'.

-8. Y hablando de circunstancias, ¿cuáles son las circunstancias actuales de este país llamado España, con perdón?

-España es un país enfermo de la misma enfermedad que Jardiel Poncela señalaba en el prólogo de 'La tournée de Dios'.

-8. Si usted fuera presidente, como rezaba aquel programa de Tola, ¿cuáles serían las tres primeras medidas que tomaría?

-Me conformaría con hacer una sola cosa, tal como Simone Weill solicitaba en su célebre opúsculo: suprimir los partidos políticos. Hasta que esto no ocurre no habrá representación política verdadera; y, por lo tanto no habrá democracia. Y tampoco posibilidad de buscar el bien común. La partitocracia es el cáncer de la democracia.

-9. ¿Por qué a los españoles nos cuesta tanto ser españoles?

-Porque han logrado inculcarnos un complejo de inferioridad, cuando no de odio a nuestra historia. Como escribió Joaquín Bartrina: «Oyendo hablar a un hombre fácil es / acertar donde vio la luz del sol: / si habla bien de Inglaterra, será inglés; / si os habla mal de Prusia, es un francés; / y si habla mal de España... es español».

-10. Y a usted, de mayor, ¿a qué prócer le gustaría parecerse?

-No quiero parecerme a nadie. Dios nos hizo a todos únicos e intransferibles, y a la vez hechos a imagen y semejanza suya. Me parece mucho más cuerdo querer parecerse a Dios que a un «prócer». Los antimodernos como yo nos esforzamos, desde nuestra humilde y pecadora condición, por parecernos, aunque solo sea un poquito, a Jesús.

-12. Y a mí que se me alcanza que usted es cada vez menos de derechas...

-Llevo diciendo toda la vida que soy antimoderno y tradicional. Esto significa, básicamente, que abomino de las ideologías modernas. Entiendo que al hombre moderno esto le resulte tan extraño como ser un ornitorrinco; pues el hombre moderno, como nos enseña Valéry, se conforma con poco. Pero, como dice el personaje del romancero, «yo no digo mi canción / sino a quien conmigo va».

-13. Ande, deme un buen titular para que no me echen.

-¿Más titulares, todavía? ¡Usted pretende ganar el premio Pulitzer a mi costa!

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