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Diego Medrano, en el Campo de San Francisco de Oviedo. ALEX PIÑA
«Hoy se estila la escritura simple, hecha con el móvil en el retrete»

«Hoy se estila la escritura simple, hecha con el móvil en el retrete»

Diego Medrano - Escritor ·

Presenta mañana en Decero Espacio Creativo, en Oviedo, 'Llora mi alma de fantoche', un volumen en el que recopila toda su obra poética

MIGUEL ROJO

OVIEDO.

Miércoles, 5 de junio 2019, 00:11

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Mañana se presenta en Oviedo, en Decero Espacio Creativo (20.30 horas) 'Llora mi alma de fantoche', un volumen en el que Diego Medrano (Oviedo, 1978) recopila toda su poesía, desde 2009 hasta 2019. Inteligente, mordaz, deslenguado y siempre incisivo, el Medrano novelista se muestra en estos versos como un enamorado de la poesía clásica en lo que a forma se refiere, lejos de las modas de los poetas del presente.

-¿Por qué ahora esta compilación y no en otro momento?

-La compilación inicial tenía un grueso de casi quinientos folios, guardados durante lustros en una caja de madera, de las de vino caro y puerta corredera. No me identificaba con los mismos, fueron años muy ásperos, puro decadentismo, carecían de metro que los igualase. Los reduje a endecasílabos, en rima suelta o blanca, y me hice inmune a su temática, con el debido chubasquero y la sonrisa de mi mujer próxima. Huyo de la poesía de la experiencia, y todas esas tonterías de lo que hiciste la noche anterior, sin ningún metro. La lista de la compra o la guía telefónica, según la entonación, pueden recitarse, pero sería un engaño. Mi mundo es el parnasiano, el simbolista, el clásico.

-¿En qué cambian los versos del primer Medrano y los recientes?

-Ha cambiado la vida y, aunque no creo en una escritura autobiográfica, porque ello implicaría ser solo un escritor realista, la misma sí condiciona. Me he vuelto muy asocial, no aguanto rollos de nadie, desprecio mucho más lo que no me gusta. Y cada vez, por decirlo en términos periodísticos, me interesa más la información y menos la opinión. Ojito, porque Sánchez Ferlosio opinaba al revés. La novela, y muchas ficciones, me aburren. Busco el ensayo, a mis 40 años, el testimonio directo. Solo me interesa un tipo de escritura, la eléctrica, nerviosa, barroca, ajena a lo que hoy se estila de oraciones simples, ajenas a la hipotaxis, hechas con el teléfono móvil a la hora plácida del retrete. Basura y más basura.

-En realidad, nos presenta un díptico, dos partes diferenciadas.

-Así es: 'Escucho detrás de las puertas' y 'Las madrugadas sucias'. La tónica general es la errancia, el vagabundeo, la poética decadentista: contemplación y no creación como única obra de arte. Estética 'voyeur'. El decadentismo tiene dos acepciones, sentirse el fin de algo y, por otro lado, sentirse distinto al resto. En panorámica, la literatura está en los libros, sí, pero la ficción está en todas partes. Es un compendio de ficciones humanas, muchas en el acíbar de la bohemia, otras en el clamor de las parcas mortuorias con su aliento acre a descomposición, siempre en el absoluto y radical prestigio del fracaso. Lo que me chifla del fracasado es su indiferencia, no odian porque ello implicaría adherirse, sino que pasan, es genial.

-Se siente cómodo con personajes extremos a los que la sociedad rechaza. ¿Se considera uno de ellos?

-Esto es muy complejo. Lo que me causa desprecio es la mansedumbre, es la docilidad, es el no atreverse, es la cobardía. Mucha gente se ha quedado en los márgenes por justo lo contrario, orgullo. El artista odia la hipocresía de la vida pública, sabe que esa vida pública también lo desprecia a él y no busca la calma familiar ni de secuaces cuanto la belleza como misión especial y privada. Muchos de los principios burgueses son puro egoísmo: familia, orden, trabajo, dinero.

-Después de la poesía, en verano recopilará también su teatro. Hábleme de esas cuatro obras y de lo que ande escribiendo.

-Son cuatro obras con prólogo de Luis María Anson y cerca de trescientas páginas. Después saldrá una novela sobre Rambal, que me contrató el exministro Manuel Pimentel para su editorial, pero luego nos enfadamos. Llevo doscientas páginas sobre el tema de los intelectuales caníbales. Todo lo mal que acabó un río interminable de gente, ludópatas o drogadictos, colgados del alcohol o de la comida compulsiva, por seguir a determinadas glorias. El desafío, tan corpóreo, de seguir a un genio, no poder alcanzarle, y rebasar todos los límites, para acabar en guiñapo o piltrafa. Muchos de esos genios, naturalmente, los primeros hijos de puta a la hora de darles la extremaunción.

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