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Pilar Sánchez Vicente, con su nuevo libro. JOAQUÍN PAÑEDA
«Frente a sus miedos, los que se van solo escuchan: 'Calla, ho, que no te vas a morir'»

«Frente a sus miedos, los que se van solo escuchan: 'Calla, ho, que no te vas a morir'»

Pilar Sánchez Vicente | La escritora aprovecha su último libro para recordar que «la certeza de que vamos a morir es el mejor motivo para disfrutar de la vida al máximo»

A. VILLACORTA

GIJÓN.

Viernes, 16 de octubre 2020, 02:24

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«¡Dos por uno!». Eso es lo que ofrece Pilar Sánchez Vicente (Gijón, 1961) en su último libro, 'La muerte es mía', «un thriller que mantiene las sorpresas hasta el final, pero que, además, te hará reflexionar» y que ayer se presentó en la Escuela de Comercio de Gijón. Una historia protagonizada por Claudia, la primera mujer tanatopractora de España, y en la que Memento Mori es el nombre de un holding de empresas de servicios funerarios punteros en torno al que empiezan a suceder extrañas muertes.

-«Memento mori». ¿Usted la tiene muy presente o es de las que ni se acuerdan de ella?

-Ese «recuerda que vas a morir» es fundamental para una vida feliz. He vivido de cerca muchas muertes, pero lo que verdaderamente hace daño no es el adiós: es el dolor y el sufrimiento. Hablo del encarnizamiento terapéutico, que prolonga inhumanamente la vida, y de la tutela moral que nos impide tomar decisiones sobre nuestra propia vida. Pero hay más: los silencios.

-Háblenos de ellos.

-A los que se quedan les duele no haberse despedido como corresponde, dejando cosas en el tintero. Ese típico «si le hubiera dicho...». Si tienes la certeza de que la muerte puede acontecer en cualquier instante, procuras no ir dejando asuntos pendientes con nadie y eso es bueno. En cuanto a los que se van, quisieran poder hablar de sus miedos y la mayoría de las veces solo obtienen como respuesta: «Calla, ho, que no te vas a morir». Es angustioso vivir el final envueltos en un mantra de mentiras.

-¿Ha pensado en cómo le gustaría que fuese la suya?

-En esta novela recorrí todos los escenarios de la muerte y, lógicamente, el primero que te planteas es el tuyo. Hay una escritora, Lina Sandoval, que me representa, y su entierro es el que a mí me gustaría. Yo no estaré para verlo, pero ahí dejo constancia de mis últimos caprichos: un bonito funeral, ¡y tuve un montón de gente, por cierto! ( risas).

-Sostiene que sigue siendo un tabú. ¿Por qué nos cuesta tanto asumir que aquí no queda nadie y, a la hora del consuelo, solo nos salen frases manidas?

-El miedo a la muerte es algo tan natural e inherente al ser humano como cuestionarse el sentido de la vida. El problema surge cuando actuamos como si fuéramos eternos, obviando la grandeza de nuestra insignificancia. Lo curioso es que quien esgrime con pancartas a la puerta de las clínicas el 'derecho a la vida' penaliza y condena el 'derecho a la muerte'. Son incongruencias fruto del catolicismo que pasan factura a la sociedad. La libertad de elección es un derecho fundamental del ser humano. En cuanto a las frases hechas, a veces son mejor que mil palabras inventadas. En la novela se crea un repositorio de fórmulas de cortesía, por si no se te ocurre ninguna o te quieres esmerar en el pésame.

-En el libro se aprueban dos leyes: la de eutanasia y la que abre la puerta al suicidio asistido. ¿Vamos tarde a la hora de reconocer estos derechos?

-La Ley de Muerte Digna debería estar aprobada hace años. En su lugar hay una de Autonomía del Paciente que no sirve para nada. Como mucho, para garantizar cuidados paliativos en casos extremos. Yo tengo el Testamento Vital, por ejemplo, pero todavía no está unido a mi expediente sanitario, así que poco vale en caso de accidente. En cuanto a la Ley de Muerte Voluntaria, hay países de nuestro entorno que ya la tienen, como Bélgica y Suiza. Está demostrado que ocultarlo no es una buena estrategia. Hay miles de páginas de internet que lo alientan, es una tremenda hipocresía. Se tapa porque se considera un estigma para los vivos, pero esto es ahora. No olvidemos que en el mundo grecolatino era considerado el máximo exponente de la dignidad humana. Hay más de diez suicidios al día, es la segunda causa de muerte entre los adolescentes... ¿Cómo podemos obviar esto?

-Asegura, además, que el secreto de la muerte está en la vida. ¿Sabe algo que el resto de los mortales desconozcamos?

-Vida y muerte son las dos caras de una misma e irrepetible moneda: tú. Dijo Séneca hace quinientos años que quien no sepa morir bien vivirá muy mal. La certeza de que vamos a morir es el mejor motivo para disfrutar la vida al máximo y relativizar sus inconvenientes. A veces nos ahogamos en un vaso de agua...

-Y también hizo trabajo de campo en el tanatorio. ¿Qué descubrió aparte de que son negocios muy rentables?

-Son empresas rentables por lo que decimos, que aquí no queda nadie, pero invierten e innovan más que ninguna otra que yo conozca. Es algo que reflejo también en la novela, quizá lo más sorprendente. Cada vez que se me ocurría un servicio funerario disparatado y exótico... ¡ya estaba inventado! Es un mundo fascinante y muy profesional.

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