Gonzalo Celorio: «Hay guiños importantes desde España hacia México, como han sido los Premios Princesa de Asturias»
Gonzalo Celorio asegura que pese al carácter memorístico de sus novelas, escribe para olvidar y para resolver sus conflictos
En Ciudad de México atendía Gonzalo Celorio a los periodistas para contarse en lo literario y en lo humano. El flamante Premio Cervantes, que ... tiene en Llanes su apellido y su origen, el de su abuelo Emeterio, que un buen día emigró a México desde Vibaño en busca de fortuna, volvió a su tierra para relatar a su familia en 'El metal y la escoria' y volverá en primavera para recoger el galardón más importante de las letras españolas.
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Con voz pausada, «y un tanto disminuida», pero con el verbo ágil y esa capacidad didáctica de quien ha ejercido durante años la docencia, fue contando Celorio el porqué de su obra, que, pese a tratar de la memoria, se escribe con un ánimo antagónico. «Mis novelas son memorísticas, pero las escribo para olvidar, cuando las acabo ya no está el conflicto que las originó en mí, si no en el pecho del lector. No sé por qué hay tantos lectores, pienso que suelen ser un tanto masoquistas, porque están contemplando los conflictos ajenos... Supongo que en realidad somos lectores porque los conflictos de otros también nos pertenecen en nuestra condición humana».
Toda una declaración de intención que ya había alentado con otras palabras, al hablar de cómo la violencia, tan presente en su país, se transforma en prosa hermosa, cómo un contexto descorazonador se torna fuerza y paz cuando se hace texto. «La literatura es una suerte de paz, de reflexión, de imaginación, que resulta alentadora, refleja la realidad pero de alguna manera la exorciza».
Eso ocurre en su propia obra, en la trilogía 'Tres lindas cubanas, 'Apóstatas' y 'El metal y la escoria', en las que habla de Cuba y su revolución, de Nicaragua y del pasado de su familia y sus orígenes asturianos. «Toda narrativa es la respuesta a la necesidad de resolver un conflicto». Por eso siempre siempre está él en cada una de sus obras. «Yo parto de mi biografía, soy de alguna manera el testigo presencial, pero me voy a la historia y eso ya no me pertenece solo a mí». Dicho de otra forma, su vida y esa familia que en esas tres obras ocupa lugar negro sobre blanco son representativas de comunidades más amplias, hablan de migraciones, de vocaciones religiosas abandonadas, de fortunas dilapidadas, de historias de amor...
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Llegar a esas peripecias narradas es fruto del trabajo y el empeño, pero también de dejarse llevar por lo que definió a la perfección Maurice Blanchot: «Él decía que la escritura de una novela era como lanzarse a la mar sin cera en los oídos y estar dispuesto a escuchar el canto de las sirenas, eso es para mí, no tienes ni la más remota a idea de adónde vas a llegar y tampoco si vas a poder llegar a Ítaca o no». Sin plan predeterminado y con ese ánimo de entenderse a sí mismo, va la escritura fluyendo hasta que llega un momento en el que la novela toma vida propia «y es ella la que me va decir lo que realmente está ocurriendo». Lo que significa que «yo soy el primero que me vuelvo lector de la novela que escribo».
Habló también el Cervantes de la importancia del hábito de la lectura, que se adquiere con el ejemplo, y de lo feliz que le ha hecho su trabajo como docente en la Universidad Nacional, que propuso su candidatura al premio. «La universidad es el parteaguas de mi vida, fue pasar de la Edad Media a la modernidad», resumió quien se mostró feliz de poder trasladar a otros su pasión por la literatura. También aprende en cada enseñanza de sus alumnos, pero tiene claro quién ha sido su fuente principal de sabiduría: «El exilio republicano español fue mi maestro».
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«Guiños a México como los Premios Princesa»
Ese debate abierto respecto a la conquista española en América y la exigencia a España de pedir disculpas por ella por parte de los dirigentes políticos mexicanos salió a colación en el encuentro con la prensa del Premio Cervantes. No negó Celorio «la atrocidad que fue la conquista», pero la puso en su contexto: «Eso ocurrió cuando España no era todavía España ni México era todavía México». Citó al poeta Quintana que dijo que los crímenes «fueron del tiempo y no de España» y añadió un dato importante a su juicio: «Hay otro fenómeno que debería tomarse en cuenta para complementar y contradecir esta consideración, la conquista española a diferencia de la inglesa tuvo una actitud de integración que me parece que resulta muy importante», subrayó. Recordó que los misioneros aprendieron las lenguas originarias y que el español fue un idioma fundamental para cohesionar a su país. «El español se vuelve una necesidad para configurar una nacionalidad, más que haber sido la lengua de la conquista fue la lengua de la independencia», anotó el escritor. «Nosotros pertenecemos a la cultura occidental después de este proceso de conquista política y espiritual, no podemos negar una parte integral de nuestra identidad, negar la hispanidad es algo tan grave como si nos suicidáramos a medias. Tenemos una cultura mestiza y eso es lo que debe predominar», concluyó el literato.
Contó a continuación que hay, además, por parte de España guiños importantes hacia México. «Ha habido una notable presencia de la cultura mexicana en España, es decir en los premios literarios como este que yo acabo de recibir, precedido por los Premios Princesa de Asturias, de los que yo fui jurado muchos años, con el galardón al Museo Nacional de Antropología de México y con una categoría importante, la Concordia, y esa concordia es la que también se dio en la categoría de las Artes, que premió a la gran fotógrafa mexicana retratista de los pueblos indígenas Graciela Iturbide, pero es que hace poco tiempo atrás se montó en el Museo del Prado una exposición sobre la Virgen de Guadalupe», relató.
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Su conclusión es clara y meridiana: «Ha habido un acercamiento para quitar la pausa y volver a una relación normal, como siempre lo había sido, muy afectiva». Citó otra exposición sobre mujeres indígenas en Madrid y lanzó un deseo final: «Tengo la esperanza de que todo esto vaya redundando en la recomposición de relaciones entre México y España. Son relaciones muy importantes».
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