Beatriz González, Ramón García Piñeiro y el historiador Toño Huerta, en La Buena Letra. JUAN CARLOS ROMÁN

«La guerrilla asturiana contó con una base social extraordinaria»

Ramón García Piñeiro desvela, desdeñando los sesgos franquistas, las singularidades que se dieron en la región en el libro 'Maquis, la resistencia armada'

Ana Ranera

Gijón

Jueves, 18 de enero 2024, 00:47

«Los estudios sobre la guerrilla, durante mucho tiempo, tuvieron una trayectoria problemática», reconocía ayer el historiador Ramón García Piñeiro. Él es el autor de ... los capítulos sobre Asturias que incluye el libro 'Maquis, la resistencia armada' (Trea), una obra que el martes se presentó en Oviedo en Matadero uno y ayer repitió en la librería gijonesa La Buena Letra, con la participación de la viceconsejera de Derechos Ciudadanos, Beatriz González. Con esta publicación, se da a conocer una realidad que, durante décadas, permaneció silenciada. «Mientras Franco vivió, quienes se encargaron de escribir sobre aquellos que andaban por el monte con las armas en la mano fueron personas vinculadas al aparato represivo franquista», explicaba. Y ese sesgo en las opiniones hizo que las informaciones que calaban no se ajustaran a la realidad. «Esa gente presentaba el fenómeno como si estuviera protagonizado por una serie de delincuentes y depravados sexuales, cuyo objetivo era vivir cómodamente», apuntaba.

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Esa visión se mantuvo durante toda la dictadura y, a la muerte de Franco, tampoco se aclaró. «En la segunda mitad de los setenta y durante los años ochenta, ese era todavía un contenido incómodo. Se quería mutilar ese pasado oscuro, violento y sangriento para no revivir rencores», consideraba. Y a esa urgencia por alcanzar la paz, se sumaba otro problema: la documentación imprescindible para escribir sobre los guerrilleros estaba dentro de archivos «que tardaron años en ser accesibles». Por eso, con esta obra que ahora publican, llega el momento de «incorporar todo lo que se investigó», reflexionaba García Piñeiro.

Entre esos aspectos novedosos, están las particularidades que tuvo la guerrilla en Asturias, que la diferencian del resto de lugares de España. «En nuestra región la guerra civil terminó más de un año antes, en octubre de 1937. En ese momento, nos convertimos en una especie de fondo de saco, es decir, los miles de combatientes del ejército republicano y las miles de personas que habían tenido una labor destacada en los partidos y sindicatos de izquierdas se quedaron atrapados en una ratonera». Solo unos pocos «consiguieron escapar a Francia, pero la mayoría se escondieron en casas, chabolas o incluso bajo tierra. Les valía cualquier lugar donde pudieran pasar inadvertidos». Y, de entre todas esas personas que se escondieron, «quedó un grupo sustancialmente numeroso que fue el que, en los años cuarenta, se organizó como movimiento guerrillero».

Esa manera de proceder no fue la única singularidad del movimiento en nuestra región, donde hubo también una implicación mucho más allá del campo. «La guerrilla aquí no fue cosa estrictamente rural ni estuvo protagonizada por campesinos», señalaba. «En casi todo nuestro país, la guerrilla estuvo circunscrita a zonas generalmente remotas con poca población y los protagonistas solían ser campesinos, de tal manera que su repercusión era mínima», sostiene. Eso, sin embargo, no ocurrió en la comunidad, donde «la mayor parte de los guerrilleros eran mineros de profesión y su territorio principal eran las cuencas mineras, donde tenían a tiro las minas de carbón».

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Y jugaban con ventaja: estaban rodeados de apoyos. «A diferencia de otros movimientos guerrilleros, en Asturias contaban con una base social extraordinaria», ampliaba. «Como estaban radicados en la cuenca y la mayor parte de la gente era de izquierdas, se encontraron aliados en todas las aldeas que los ayudaban, los acogían y les daban información». Y eso fue fundamental «para que la guerrilla en Asturias tuviera una pervivencia mayor que en otros sitios» y para que contara con guerrilleros «que tenían un nivel más elevado que en otros lugares».

Todo ayudó a que «la guerrilla asturiana fuera de las más activas». De hecho, «cuando se hacen estadísticas de atracos, ejecuciones, secuestros y actos de sabotaje, la que tiene cifras más altas de repercusión en el territorio es Asturias». Y eso que, por estos lares, «no disponían de una organización muy sólida», pero les dio igual, a pesar de todos los contratiempos, «destacaron como activistas por encima del resto de guerrilleros de España».

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