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Juan Gómez-Jurado posa en el madrileño bar de 'La Ferretería'. Virginia Carrasco
Juan Gómez-Jurado: «Lo único que me importa es la diversión»

Juan Gómez-Jurado: «Lo único que me importa es la diversión»

El escritor regresa a las librerías con 'Loba Negra', continuación directa de 'Reina Roja', la novela que ya ha vendido más de 250.000 copias solo en nuestro país

Iker Cortés

Madrid

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Sábado, 26 de octubre 2019

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Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) parece no haber articulado aún todo lo que tiene que decir o esconder sobre 'Loba Negra' (La Trama), su última novela. «Es mi segunda entrevista», confiesa, «así que vamos a ir muy despacito. Pídete un vino que esto va para largo». Ningún problema. Apasionado e hiperactivo, el escritor, que lleva ya más de 250.000 copias vendidas de 'Reina Roja' (2018) en España, pierde a menudo el hilo cuando habla y duda o frena en seco para escoger la palabra adecuada al referirse a la nueva aventura de Antonia Scott. A un día de que el libro salga a la calle -la entrevista se hizo el miércoles pasado-, confiesa estar «cagado de miedo».

-¿Por qué volver a Antonia Scott tan pronto? ¿Era cuestión de aprovechar el momento, tenía ya un plan elaborado o es que no te puedes quitar los personajes de la cabeza?

-(Duda). No puedo responder.

-¿Por qué?

-Tengo a Antonia Scott en mi cabeza desde hace mucho tiempo y hay una historia que quiero contar con ella, que lleva su propio ritmo y que creo que los lectores deben descubrir por sí mismos. Estoy intentando responder a la pregunta sin mentir.

-¿Ha sido entonces una escritura a contrarreloj?

-Muchas veces los lectores creen que nosotros nos ponemos a escribir casi el minuto antes de que el libro salga a la imprenta, pero no es cierto. Mi calendario de escritura y mi calendario de publicación son muy distintos. No hay que olvidar que pasaron tres años entre 'Cicatriz' y 'Reina roja'. No soy como Stephen King, que es capaz de escribir dos libros al año, ni como César Vidal, que directamente puede publicar 27 libros al año, probablemente porque tiene a cinco personas encadenadas en el sótano. No puedo responderte con la verdad, así que te guiño un ojo.

-Menciona al escritor de Maine, pero este no tiene programas de radio y televisión.

-Es curioso que plantees eso. La gente cree que me quita tiempo participar en todas estas cosas, pero he calculado que son ocho horas al mes el trabajo en 'Todopoderosos', 'Aquí hay dragones', 'Los seriotes' y 'Cinemascopazo'.

-Entiendo que tampoco llega virgen al programa y que hay un trabajo previo detrás.

-En general, reaccionamos sobre las cosas. Sí que es verdad que cuando tenemos que hablar de un director con una filmografía muy larga, me suelo ver 3 o 4 de sus películas antes del programa, pero eso es todo. 'Todopoderosos' no es un trabajo, es un tiempo para encontrarte con amigos y hablar de otros amigos. Dedico el 90% de mi tiempo a la escritura.

-No disfrutará mucho del éxito entonces.

-Es que a mí lo que de verdad me gusta es trabajar, me gusta sentarme delante de un micrófono a hablar de Scorsese o de Coppola, aunque a ellos no les guste Marvel y a mí sí, me gusta contestar a la gente y firmarles libros y me gusta pensar en historias, es lo que más hago durante el día. Para mí el disfrute es hacer cosas. Tener éxito en mi trabajo me permite hacer 'Todopoderosos' o 'Aquí hay dragones', pero el éxito no es un objetivo, entre otras cosas, porque es inalcanzable. Quiero decir, hay decenas de escritores con el mismo talento que yo. Es verdad que 'Reina Roja' lleva ya 21 ediciones y que se ha convertido en el libro más vendido de 2019, pero lo que me ha pasado me ha pasado porque la gente lo ha decidido. El éxito no me pertenece a mí, le pertenece a las personas que han decidido que me van a otorgar ese éxito, así que ¿por qué me tendría yo que preocupar por eso? De lo que me tengo que preocupar es de trabajar y de hacer cosas que me gustan. Cuando empezamos el podcast, en casa de Arturo González-Campos, teníamos muy claro que queríamos hacer algo bonito y, después de eso, vinieron medio millón de oyentes, pero el espíritu es el mismo del principio. Y con los libros es lo mismo. Yo intento contar la historia que a mí me gusta y me siento exactamente igual de bien ahora, que vendo 250.000 ejemplares, que cuando vendía 75.000 y 80.000.

El éxito no es un objetivo porque, entre otras cosas, es inalcanzable. Lo que me ha pasado me ha pasado porque la gente lo ha decidido

-¿Nota más presión?

-Siempre, claro. Hoy, que el libro se publica mañana, estoy cagado de miedo, pero tengo que repetirme una y otra vez lo que te acabo de decir: yo he hecho lo que quería hacer y la novela que quería leer. Ahora, si le gusta a 249.000 personas más, pues de puta madre. El auténtico premio para el escritor es terminar la novela.

-Dígame un tópico, ¿es su mejor obra?

-(Duda) No me gusta nada eso. Me encuentro muchas veces con que los lectores me dicen eso. Hay un cabrón que me dice siempre: «Me gustó más la anterior» (ríe). Mejor o peor no son adjetivos apropiados aquí. Yo creo que he escrito la mejor novela que podía escribir hoy en día y, probablemente, la próxima que haga, que lleve detrás el peso de más años, pues sea un poquito mejor porque habré hablado con más gente, habré hecho más programas de radio, habré tenido más contacto con mis compañeros, que me influyen mucho; habré conocido más personas, habré hecho más cosas, se me habrá muerto más familia. Y todos esos pequeños detalles, que van configurando nuestra personalidad, harán que una única frase resuene en la cabeza de una persona, que de repente tenga una significación para esa persona. Pero no podemos circunscribir a mejor a peor. Aunque si me pones una pistola en la cabeza, sí te diría que es la mejor (ríe).

-Cuando salió 'Reina Roja' dijo que componer el personaje de Antonia Scott le había dado muchos quebraderos de cabeza. ¿Por ser un ser excepcionalmente inteligente o por ser mujer?

-Por las dos cosas, porque la última vez que me miré yo no era ni la persona más inteligente del mundo ni mujer (ríe). Obviamente son dos cosas que te obligan a estar proyectando hacia delante constantemente, intentar darle una vuelta a todo para ver cómo funciona la cabeza de ese personaje. Todos los personajes tienen su propia complejidad. Curiosamente me resulta mucho más fácil escribir sobre los malos, sobre las personas que hacen daño a otras, no solo porque es más fascinante sino porque me resulta muy fácil ver cómo una persona puede convertirse en alguien malvado. Esa complejidad y sutileza del personaje de Antonia Scott han sido mucho más difíciles. Y precisamente por eso ha sido mucho más interesante el resultado.

-¿De dónde cree que viene esa fascinación por la maldad de lectores y creadores?

-No lo sé, no tengo ni idea, porque es verdad que cuando pensamos en un psicópata o en un asesino a sueldo, todas esas 'profesiones' nos resultan muy divertidas e interesantes. Divertido, además, no es sinónimo de gracioso, sino algo que provoca en mí lo contrario al aburrimiento. Es apasionante. Yo creo que debe tener que ver con algo de nuestra naturaleza humana. Supongo que estamos codificados como animales sociales -un ser humano en soledad es muy poca cosa- y cuando el ser humano encuentra algo que desafía la lógica de lo que se supone que la sociedad le exige, se siente inevitablemente atraído.

-Jon, el inspector que acompaña a Antonia, escucha a Sabina y sus versos se filtran en la prosa del libro. ¿Vale cualquier verso de Sabina para describir la vida?

-No, cualquiera no. Si tu dices 'Tiramisú de limón, tanguita de serpiente' pues a lo mejor a ti no te cuadra, pero es verdad que hay autores que están esculpidos de un trozo de vida y que hacen este mundo mejor. Pérez-Reverte es uno de ellos, cuando estudias su ideario y las propuestas de sus personajes, su literatura, te das cuenta de que todas esas ideas preconcebidas que uno puede tener sobre él son equívocas y que en realidad te está hablando de algo más profundo e interesante y con Sabina pasa lo mismo. Tu puedes leerlo desde la perspectiva canalla o entender a un romántico incurable que se protege de muchas formas. A mí me resulta mucho más fácil lo segundo. Pero es verdad que él está arrancado de un trozo de la existencia.

Juan Gómez-Jurado.
Juan Gómez-Jurado. Virginia Carrasco

-Las descripciones de sus novelas tienden a evitar lo farragoso. ¿Da muchas vueltas sobre ellas?

-La concreción precisa exige un enorme esfuerzo. Yo puedo decir: «Vete a la mierda» y estaré mandando un mensaje claro, pero a lo mejor no estoy desarrollando lo que existe dentro de mis sentimientos y de mi corazón. Y es verdad que le doy muchas vueltas a las cosas. Yo podría escribir thriller mucho más rápido y mucho más fácil, si no estuviera mal de la cabeza. Hay una escena en 'Reina roja' en la que Antonia y Jon persiguen a alguien a 250 kilómetros por hora. Primero escribí algo así como «El corazón le repiqueteaba en el pecho». Pensé que estaba muy trillado y después de una ducha escribí «El corazón de Jon le zapateaba en el pecho como un bailaor en el cumpleaños de un narco». Una imagen así se consigue después de pensar un gran rato. Ojo, a veces sale sola, pero es el 1% de las veces. Yo quiero escribir una novela que sea poderosa desde el punto de vista literario, pero creo que es mucho más importante que sea divertida. Lo que intento es ir por el punto en que se cruzan esas dos pretensiones, que es donde voy a estar bien y cómodo, pero si tengo que ceder, que sea por el lado de la diversión, que en realidad es lo único que me importa.

Yo podría escribir thriller mucho más rápido y mucho más fácil, si no estuviera mal de la cabeza

-Precisamente, muchas de esas imágenes son muy visuales. ¿Por qué no hay todavía alguna adaptación al cine o a la televisión de un relato de Juan Gómez-Jurado?

-He fracasado una y otra vez en ese empeño. He vendido los derechos de muchas de mis obras al cine, siempre fuera de España, y siempre he fracasado.

-¿Y qué es lo que falla?

-Que tengo la puta manía de hacer cosas que siempre son muy caras (ríe). Siempre he fallado en el último paso del camino. He intentado buscar fuera de España la manera de llevar mis ideas porque creía que iba a ser más fácil y ahora probablemente busque más cerca de nuestro país.

-¿Qué director le gustaría que adaptara una obra suya? No vale Rodrigo Cortés.

(Ríe) No, Rodrigo no. A Rodrigo le admiro, le quiero, es mi hermano, sería un honor que hiciera cualquier cosa mía pero no le quiero (ríe), ni en pintura porque nos pelearíamos mucho. Tiene que ser alguien que esté mas lejos. ¿Quién me gustaría? En un universo perfecto, David Fincher.

-¿Se puede ser escritor sin estar pegado a la realidad?

-No, yo creo que no. A lo mejor se puede, pero no es mi estilo. Hay gente a la que le funciona bien, a mí me gustan otras cosas: este barrio, bajar por Lavapiés, visitar Malasaña, me gusta ver a la gente parada en una esquina, escuchar lo que hablan las personas, fijarme en cosas, me gusta leer los titulares de los periódicos y enfadarme por lo que pasa en el mundo y ver una serie de televisión y jugar con mis hijos... soy muy hijo de mi tiempo, del lugar donde estoy. Y no me veo capaz de construir una novela desde una arcadia feliz y absolutamente perfecta, que es como funcionan otras personas, incluso genios. Delibes escribió siempre de una infancia que él tuvo, que estaba solidificada en su memoria, que probablemente fuera imposible y es uno de los más grandes que ha habido, pero yo estoy en otro lugar, yo escribo desde la pasión que me produce todo.

No se puede ser escritor sin estar pegado a la realidad. Yo no podría, porque yo escribo desde la pasión que me produce todo

-La mayoría de los escritores no tienen un contacto muy estrecho con sus lectores. Tu, en cambio, sí.

-No creo que sea así. Yo soy, de todos los que lo hacen, el más visible, pero hay mucha gente que está en contacto permanente con sus lectores. Pensemos en Manuel Loureiro, Blas Ruiz Grau, Manuel Ríos Sanmartín, Bruno Nievas, Roberto López Herrero, César Pérez Gedilla, Carlos Sisi, Alberto Caliani, Marta Junquera... Toda esta gente está todos los días en Twitter luchando por dar a conocer sus libros, promociona la lectura… Es que nos gusta, es divertido y es parte de la recompensa de nuestro trabajo.

-Con tanto cariño, ¿cuesta mantener los pies sobre el suelo?

-Es curioso porque a lo largo de tu vida pasas por una serie de etapas en las que al principio te da igual, luego te afecta mucho, después te vuelve a dar igual. Yo estoy bastante inmunizado a las redes sociales. He llegado a un punto en el que me siento cómodo, que es el de valorar a cada una de las personas en su justa medida. Detrás de cada foto, de cada petición, de cada email, hay una persona que necesita o que se merece unos instantes de mi atención y en la medida en que pueda dárselo, lo hago. Pero no me interesa tanto, aunque agradezco, la valoración positiva, que ya ha dejado de afectarme, al igual que las negativas. En estos momentos lo único que persigo es que la gente lea, esa es mi auténtica pelea conseguir que la gente regrese a los libros. Estamos perdiendo el tiempo en redes sociales, dejando de lado el contacto humano con nuestra familia, con nuestros amigos, y de crecer por dentro porque estamos mirando memes; hay que dedicar un tiempo a la lectura. El mínimo indispensable es un libro al mes.

-Hace unos meses hablaba de 'Juego de tronos' y decía que usted iba a ver la última temporada sin expectativas de nada, que simplemente se sentaría a disfrutarla. ¿Es eso posible?

-Yo estoy completamente en contra de tomar una postura inmediata acerca de las cosas y todavía más en contra de que alguien tenga una posición sobre algo antes de leerlo o de verlo. No solo estamos arruinando la experiencia sino también la posibilidad de llegar a un pensamiento por nosotros mismos.

-Ningún reproche a esa postura, pero como espectador es imposible llegar a algo con el cerebro en blanco.

-Te juro por Dios que he entrenado durante años para eso. Mira, no he visto el trailer de 'Star Wars'. ¿Para qué? Vamos a dejar que las cosas nos sorprendan. El lector y el espectador tienen dos obligaciones, la primera es dejarnos sorprender y la segunda es pensar antes de emitir una opinión.

-En sus programas de radio se exagera su faceta de listillo. ¿Le ha traído problemas esa actitud en la realidad?

-Una gran parte de mi trabajo como creador, la más importante, es comunicar la pasión por las historias y otra parte de mi trabajo como creador es no tomarme a mí mismo demasiado en serio. Lo contrario conduce al desastre.

Una parte de mi trabajo como creador es no tomarme a mí mismo demasiado en serio. Lo contrario conduce al desastre

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