«Las mujeres han jugado un papel clave, pero están marginadas en la historia»

«Llevo 20 años dando clase de Historia y me he dado cuenta de que las mujeres, que han jugado roles clave y sobresalientes, estaban sin embargo marginadas en la historia», explica este profesor de la Universidad de Navarra. Sin ir más lejos, cuenta, en las listas del tipo 'grandes genios del siglo XX', la inmensa mayoría de los elegidos son hombres, cuando compartieron época y espacio con mujeres tan brillantes como la escritora Isak Dinesen («que injustamente no recibió el Nobel de Literatura», lamenta Díaz), la joven Ana Frank o la editora del Washington Post Katharine Graham, sin cuya firmeza hubiera sido imposible que el escándalo del 'Watergate' saliera a la luz.

«El caso de Graham es paradigmático. Su padre, propietario del periódico, no quiso nombrarla editora por ser mujer y eligió a su marido, pero cuando éste se suicidó, Graham se puso al frente del diario y todo lo que ocurrió después fue extraordinario», explica el autor, antes de alabar la capacidad de las historiadoras, que habitualmente también han quedado por detrás de sus colegas masculinos en reconocimiento y prestigio.

'Mujeres protagonistas del siglo XX' participa de la sensibilidad feminista que ha florecido en los últimos años, aunque Díaz, como historiador, asegura que es necesaria una perspectiva más amplia para analizar a fondo el fenómeno. «Hace falta tiempo», asevera.

«Pero sí podemos hacerlo con lo que ocurrió en el siglo XX. Vemos que existió una primera ola de feminismo en los años 20, con las sufragistas que reclaman el derecho al voto; otra en los años 60, en la que las mujeres piden el acceso a la educación de modo similar a los hombres, y otra a finales de siglo, en la que se reivindica la igualdad total», señala.

En opinión de Díaz, la Iglesia es una institución que en el siglo XX ha estado del lado de las mujeres y algunos de sus máximos representantes han sido «pioneros» en la defensa de sus derechos. «En una época tan difícil como la Primera Guerra Mundial, el papa Benedicto XV fue pionero en apoyar el sufragio femenino. Después, en los 60, Juan XXIII exigió la igualdad de las mujeres. Juan Pablo II fue otro papa que puso por delante la dignidad de las mujeres en todas las partes del mundo, al igual que hace ahora Francisco», cuenta el autor, que resalta que el debate sobre el sacerdocio femenino «es un asunto complicado, pero está abierto», aunque recuerda que la Iglesia fue fundada por Jesucristo, «que eligió a hombres para el sacerdocio».

Decía Jane Hawking, la primera esposa del científico Stephen Hawking, en una cita que recoge el libro: «Si gobernaran el mundo mujeres que acaban de dar a luz, no habría guerras». «Estoy completamente de acuerdo», concluye Díaz; «los grandes mandatarios hombres no valoran el destrozo que hacen las guerras».