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Pablo Antón Marín Estrada, con su último libro. PAÑEDA
«La retórica es un peso muerto para la poesía»

«La retórica es un peso muerto para la poesía»

Pablo Antón Marín Estrada presenta esta tarde en Gijón 'La tierra y el cielu', un poemario bilingüe que indaga en la memoria colectiva

MIGUEL ROJO

GIJÓN.

Miércoles, 31 de enero 2018, 00:08

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Pablo Antón Marín Estrada (Sama de Langreo, 1966) presenta hoy en la librería La Buena Letra, en Gijon (20 horas), su poemario 'La tierra y el cielu' (Impronta), una edición bilingüe traducida por el propio autor para que «aquel que no esté habituado al asturiano pueda acercarse con más facilidad al contenido». Un proceso, este de traducción, que le sirvió también, explica, «para pulir los versos originales, limar aquello que les sobraba, despojarles de la retórica que estorba para que la poesía sea lo más pura posible». Porque en su opinión, ese retórica, tan útil en otro tipo de escritos, «es un peso muerto para la poesía, y eliminarla permite dar ligereza a los versos en busca de la verdad precaria que pretende alcanzar la literatura».

La tierra que aparece en el título, más que en el propio sentido de Asturias, se refiere a la vida misma: «Cómo el pasado pesa en el presente, y en ese futuro que no existe. Solo tenemos la tierra que pisamos y el cielo que tenemos a modo de cielo, es la realidad en la que nos movemos a diario, sin saber nunca si al día siguiente estaremos con las mismas ganas de seguir estando o ya no estaremos», razona Marín Estrada, quien entiende la poesía «no como una competición de ingenio, para mí es una actividad introspectiva que se hace pública». Para el escritor y colaborador de EL COMERCIO, «la memoria o el pasado de cada uno siempre están ahí, hurgar demasiado en los trapos sucios de uno mismo no siempre es saludable». En uno de los poemas, 'Defensa del photoshop', el autor rinde homenaje al poeta José Emilio Pacheco, mostrando en verso «una fotografía del pasado en la que seintenta deformar a nuestro favor los recuerdos». Esa revisión crítica del pasado, explica Marín Estrada, «trasciende la de cada uno y configura una memoria que es la de todos, la común, la que algunos llaman ahora memoria histórica. Un término redundante, por cierto. La memoria del futuro sería ciencia ficción, pero no historia ni memoria», reflexiona.

En el libro hay un poco de todo. Un bolero, un conjuro, un apócrifo de Víctor Botas, incluso algún intento de poesía documental. «En 'Fosa común', por ejemplo, intento dejar constancia de la realidad vivida. Habitualmente, quien habla en primera persona en los poemas no deja de ser un recurso literario, pero a veces sí aparece el escritor para contar algo propio», reconoce. Se abre el libro con una epístola a Xuan Bello, «un poema extenso que no es otra cosa que un canto de corte generacional en el que intenta explicar en qué consiste esta aventura en la que nos metimos hace años de escribir en una lengua como el asturiano, explicar el mundo a través de un idioma que no tenía prestigio ni posibilidad de futuro, al parecer». Y la pregunta obvia es si mereció la pena. «La prueba de que sí tiene sentido es que seguimos haciéndolo, si no ya lo hubiésemos dejado de hacer. Seguimos hablando con esta lengua y la propia lengua sigue moviendo a hablar de ella a la gente. No hay más que ver el revuelo causado ante una posible cooficialidad, o el pateo de parte del público en el Campoamor ante un mensaje locutado en asturiano. «Esa reacción es una muestra de que el tópico de que la ópera es elitista no es cierto. Se puede ver que van personas tan incultas que son capaces de tener este tipo de faltas de respeto. Aunque la parecer era una minoría, es prueba evidente de que cualquiera puede ir a la ópera. Son gente del género hooligan, igual que se pueden encontrar en otros ámbitos como el fútbol. Lo que me preocupa es que haya políticos en esa línea, porque cualquiera sabe que el asturiano ni da ni quita votos, no tiene ningún sentido posicionarse contra una lengua que es patrimonio común de todos, como lo es Muniellos o el Prerrománico», valora.

«Los que patearon al asturiano en la ópera son gente del género 'hooligan'»

Por suerte, el arte, la belleza, está por encima de todo esto. «Cuando lees a Rosalía de Castro o Salvador Espriu nadie piensa en la política lingüística de Galicia o Cataluña. La riqueza lingüística no solo la recoge la Constitución, también el sentido común universal. Unamuno, cuando estaba de moda el esperanto, era de los que decía que los burros rebuznaban todos en el mismo idioma».

Lo que une todos los poemas, es para Marín Estrada, «mi memoria individual y la de los cómplices lectores que puedan identifcarse con ella, escenificada en la realidad del momento que nos toca vivir». Y para «facilitar la digestión del poema», usa el humor, la ironía, «que sirven para atenuar esos efectos dramáticos que nos presenta la vida por ser como es».

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