Paco Ignacio Taibo: «La Semana Negra puso a Gijón en el mapa»
Llega al festival con dos nuevas novelas, 'El olor a magnolias' y 'La libertad, la bicicleta'
PABLO A. MARÍN ESTRADA
Domingo, 7 de julio 2019, 01:17
Paco Ignacio Taibo II (Gijón, 1949) vuelve a la Semana Negra, el festival que creó hace 32 años y lo hace con su nueva responsabilidad al frente del Fondo de Cultura Económica de México. También con nuevos títulos: 'El olor a magnolias' y 'La libertad, la bicicleta', un homenaje a su padre. Conversamos con él en el Hotel Don Manuel, su segunda casa en la ciudad.
-Supongo que se le hace duro venir a la primera Semana Negra sin Tini Areces ni Juan Cueto.
-Son ausencias que sientes. Sientes el vacío, especialmente en el caso de Tini, había una relación entrañable. Fue quizás el primer político del postfranquismo español que me entendió cuando nos sentamos para ver cómo poníamos a Gijón en el mapa. Le dije que solo sabía una manera: haciendo un gran festival. ¿Quién diablos conocía Cannes o Woodstock antes de sus festivales? La idea que yo traía era la de preparar un encuentro de escritores policiacos en Barcelona, pero Tini me paró en seco: «Lo hacemos en Gijón».
-¿Era consciente entonces de cómo iba a crecer 'la niña'?
-En principio, la idea era hacer 'una' Semana Negra, una. Fueron las críticas de la derecha las que me obligaron a decir: «¿Ah, sí? Pues la hacemos otra vez». Y Tini reaccionó como solía hacer: si le ponías el trapo delante, embestía. Respondió en el mismo sentido. «¿Cómo que no quieren, si fue un éxito?... El año que viene, más». Y fue así, por llevarles la contraria al pensamiento carroña, como la Semana se volvió permanente. Logramos convertirla en el festival de los festivales y hoy todo el mundo sabe dónde está Gijón en el mapa.
-A pesar de su prestigio, no ha vivido buenos tiempos en los últimos años.
-Un festival que mueve a toda la ciudad, que atrae a gente de todos los lados, con el eco internacional que ha alcanzado necesita financiación de verdad. Gracias a la conducción acertada de mis herederos, Ángel de la Calle y José Luis Paraja, se ha mantenido, pero ha pasado un duro invierno. La Semana Negra debe tener por parte del Principado y del Ayuntamiento apoyo serio para seguir despegando. Parece que todo apunta a que así va a ser. Bueno, ya era hora ¿no?
-Llega con nueva responsabilidad al frente del Fondo de Cultura Económica de México. ¿Qué le llevó a aceptar?
-Una situación muy clara. En México había posibilidades serias de que la izquierda ganara después de tres grandes fraudes electorales. En una reunión con López Obrador me planteó de cara: hemos peleado para cambiar este país, ahora tenemos la oportunidad y no te puedes marginar. Acepté con la condición de poder hacerlo a mi estilo. Crear la editorial más grande de América Latina donde el objetivo son los pobres, los ricos ya tienen dinero para comprar libros. Me preocupan los millares de adolescentes que se rascan el bolsillo y no tienen un centavo, a esos voy. Él me dijo «a esos vas». Fue el estímulo.
-La situación que se encontró no era la más idónea.
-Ni mucho menos. Era un catálogo que había perdido los derechos de autor sobre la tercera parte del fondo, no tenía literatura contemporánea ni colecciones populares. Estaba llena de triquiñuelas que privilegiaban a una aristocracia intelectual intercambiando publicaciones por favores y era una empresa deficitaria, con agujeros por todos lados, gastos innecesarios, el viejo estilo priista se había lucido metiendo mano allí.
-Como decimos aquí, un 'matu'.
-Sí. Había que reconstruir la empresa -algo en lo que no soy hábil- y la editorial, esta última parte va viento en popa. Hemos publicado 90 libros en 6 meses, lanzado colecciones hiperpopulares a 1 euro, mantenido los sellos y revivido la estructura internacional, hecha pedazos. Había 9 millones de libros en el almacén. Bajamos precios, saldamos y hemos llevado librobuses a comunidades que nunca habían visto un libro.
-Entretanto, ¿cómo vivió la polémica de López Obrador sobre la conquista?
-Fuera de ella y lo dije: yo ahí estoy de lado. Mi héroe de la época de la llamada conquista es Gonzalo de Herrero, un español que naufraga en Yucatán, se hace jefe de guerra de una tribu maya y termina combatiendo contra las expediciones españolas. Para mí, el primer mexicano, en el sentido de que él se hace mexicano. Creo que el problema no es dónde naces, sino a quién tienes fidelidades.
-Quienes defienden lo contrario tienen ya su espacio político en España. ¿Ahí se moja?
-De entrada, me parecen bobos, que es condición indispensable para ser de extrema derecha: primero eres bobo y luego de ultraderecha. Y en segundo lugar, forman parte de lo peor de este país: un país machista, que discrimina, segrega, separa y divide. Qué bueno que surjan, peor es que estén enterrados en una sociedad actuando. Yo creo que es bueno verles la cara.
-Viene con dos novelas nuevas. 'El olor de las magnolias' y 'La libertad, la bicicleta', un homenaje a su padre...
-Que ocurre en tu diario, es la historia de mi padre escribiendo sobre sí mismo. Se la debía. Una España en la que todo está censurado, que un tipo vea que la libertad está en escribir de ciclismo profesional, alguien que nunca había escrito de deportes. En esas crónicas cumplía con la máxima fundamental del periodismo: la historia siempre está escondida y hay que contarla bien, y se volvió exitosísimo. Sus crónicas se leían en toda España con auténtico fervor.