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Carlos Aganzo
Viernes, 7 de marzo 2025, 01:00
La poesía es como una orquesta de un solo hombre sin instrumentos». Eso ha dicho el pasado fin de semana el poeta Simon Armitage, como ... invitado de honor del Hay Festival Fórum de Sevilla, en una doble sesión en la que, además de hablar sobre literatura, actuó al frente de su banda, Lyr, como ejemplo de esa fusión entre arte y música que caracteriza una buena parte de su obra. Un cuarto de siglo de escritura radicalmente singular que se recoge en la antología 'Avión de papel', que reúne un centenar largo de poemas escogidos entre los años 1989 y 2014, y que publica la editorial Impedimenta con traducción, prólogo y notas de Jordi Doce.
Una representación, escribe el poeta, «de mi forma de entender y de abordar la lírica desde el día en que decidí que era posible vivir de esta actividad aparentemente precaria que llamamos poesía; es decir, que ofrecía no solo un medio sino un modo de vida, un sistema de creencias». Modo de vida, ya que, como cuenta Doce en el prefacio del libro, se trata de «un poeta profesional que ha recibido todo tipo de encargos y ha salido con bien de casi todos ellos». Y sistema de creencias, puesto que la obra de Armitage representa, quizás como ninguna otra, las esencias éticas y estéticas de esa New Generation de poetas británicos nacidos en los sesenta, crecidos sentimentalmente en los setenta, y plenamente creativos a partir de los ochenta hasta nuestros días. «El mejor poeta de su generación», según el crítico de 'The Observer Craig Rane'. Un modo personal de entender e interpretar el mundo que es materia académica en los colegios e institutos del Reino Unido, y una voz que destaca en medio de un ramillete de cerca de una veintena de autores, «los chicos de Margaret Thatcher», que representaron un cierto suceso mediático en su tiempo.
Una poesía urbana, irónica, narrativa, emparentada al mismo tiempo con la herencia musical del glam, el punk y el rap y con el brillo de los hallazgos de la publicidad, e identificada principalmente con las tierras del norte de Inglaterra: barriadas obreras, paisajes desolados y esa «falta de horizonte físico y mental» que muy bien podría identificarse con una sola secuencia: la del 'striptease' de la película 'Full Monty'. Algo que, desde su primer libro, 'Zoom!', aparecido en 1989, cobra ya una cierta carga de profundidad sobre el aparente caos de la expresión. «No he jugueteado con la cuerda de un paracaídas / mientras me asomaba al borde de una avioneta; / pero sostuve la cabeza temblorosa de un niño / en el centro de día y acaricié sus manos gordezuelas. // Y supongo que la garganta oprimida / y la leve sensación en cascada / en nuestro interior forman parte de esa / sospecha de que hay algo más. Ese pálpito, digo».
Ese pálpito que el dramaturgo, ensayista, músico y letrista Simon Armitage sigue manteniendo en su abundante producción poética posterior, que se recoge en libros como 'Chico' (1992), 'Librito de cerillas' (1993), 'Los poemas del mar muerto' (1995), 'Cloudcuckoolan' (traducido como 'En Babia', 1997), 'Manual del médico de familia' (2002), 'Tiranosaurio Rex contra el chico de pana' (2006), 'Los no muertos' (2008), 'Ver las estrellas' (2010), 'Rosas negras' (2012), 'En memoria del agua' (2013) o 'Los no acompañados' (2016). En este último título se contiene precisamente el poema que da título a toda la antología, 'Avión de papel', en el que el poeta cuenta la historia de un vecino de asiento que, durante todo un vuelo, pasa una tras otra las páginas de un libro de hojas en blanco, completamente vacías, y que al llegar a su destino le dice al escritor: «Perdone que le moleste, pero / ¿me lo puede dedicar? Creo que es su mejor obra». Siempre la misma frescura y el mismo atrevimiento, pero con un sentido creciente, a lo largo de la lectura del libro, de la reflexión sobre las contradicciones y el absurdo de una buena parte de nuestra existencia.
Cualidades, todas estas que han llevado a Simon Armitage (Huddersfield, Yorkshire, Inglaterra, 1963) a ser nombrado comandante de la Orden del Imperio Británico y Poeta Laureado del Reino Unido, por sus servicios a la poesía. Un título que se remonta a principios del siglo XVII, cuando el rey Jacobo I de Inglaterra quiso distinguir y dotar de una pensión al poeta y dramaturgo Ben Jonson, si bien su primer titular con este nombre fue John Dryden, reconocido como Poeta Laureado por Carlos II. Una distinción que, a lo largo de su historia, rechazaron Thomas Gray, Samuel Rogers, Walter Scott y Rudyard Kipling; que en la actualidad concede el primer ministro del Reino Unido únicamente por un período de diez años, y que antes de Armitage tuvieron otros autores como William Wordswort, Ted Hughes o Carol Ann Duffy, antecesora inmediata del poeta de Yorkshire. Poeta Laureado que ya escribía en 'Zum!': «La gente me para en la calle, me acosa / en la cola del súper / y pregunta: ¿Qué es, qué es eso tan pequeño / y tan suave y pulido / pero con una masa mayor que la del planeta anillado? // Son solo palabras, / les aseguro. Pero no se lo creen».
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