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La escritora Julia Navarro. JOSÉ RAMÓN LADRA
«A mí lo que de verdad me gustaría es poder vivir en el futuro»

«A mí lo que de verdad me gustaría es poder vivir en el futuro»

Julia Navarro. Novelista 'Dispara, yo ya estoy muerto', abre una serie de novelas ambientadas en grandes momentos históricos que se distribuirá cada semana con EL COMERCIO

En Twitter @cesarcocag CÉSAR COCA

Sábado, 12 de mayo 2018, 00:16

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Julia Navarro es una de las novelistas más leídas, hasta el extremo de que cada uno de sus libros es un acontecimiento editorial. Es autora de media docena (además de otros títulos de género periodístico) que se han vendido en una treintena de países hasta superar holgadamente el millón de ejemplares. Su 'Dispara, yo ya estoy muerto' abre la colección de novelas ambientadas en grandes acontecimientos históricos que distribuirá EL COMERCIO con carácter semanal en quince entregas a partir de mañana.

- Usted suele decir que sus novelas no son históricas, sino que están ambientadas en momentos cruciales de la Historia.

- La Historia para mí es el escenario donde coloco unos personajes. Y como todos somos hijos de nuestro tiempo, se mueven ahí influidos por lo que están viviendo.

- Elige escenarios con grandes acontecimientos del siglo XX.

- En todas, aunque hay alguna con episodios del pasado pero es para explicar cosas del XX, que fue un siglo preñado de grandes, tremendos y apasionantes acontemientos: guerras mundiales, totalitarismos, la conquista de derechos por parte de la mujer... fue un salto gigantesco. Podríamos decir que hasta el siglo XX los cambios no fueron tan acelerados. Por eso a mí me apasiona.

- ¿Hasta qué punto está ahí la influencia de la periodista, en ese gusto por tiempos tan interesantes y tan terribles para vivirlos?

- Está absolutamente visible. No puedo dejar de ser lo que he sido toda mi vida profesional. No me puedo sustraer a la huella que el periodismo ha dejado en mí. Está en los libros, en la forma de enfocarlos, y me siento satisfecha por ello. Puede haber periodistas que se dedican a escribir novelas y casi quieren borrar su pasado. A mí me sucede lo contrario con el mío: enriquece las novelas y me ayuda a dibujar mundos y personajes.

- A la hora del trabajo de documentación, ¿utiliza más libros de Historia o periódicos de la época?

- Las dos cosas. Incluso busco grabaciones para escuchar las voces de los líderes, veo documentales... Ese trabajo es casi periodístico.

- Creo que la idea de su primera novela surgió de la lectura de un obituario en un periódico.

- Sí, es cierto. Estaba de vacaciones en la playa, ya me había leído todo lo que me interesaba de los periódicos y como aún tenía que seguir un rato allí terminé con los obituarios y vi uno sobre un microanalista forense que había estudiado la sábana santa de Turín. Eso encendió mi imaginación para escribir 'La hermandad de la sábana santa'.

- ¿Y los demás?

- 'La Biblia de barro' tiene que ver con la guerra de Irak. Recuerdo las crónicas de los inspectores de la ONU que iban a Bagdad a ver las armas de destrucción masiva que no eran otra cosa que una burda manipulación... 'La sangre de los inocentes' parte de una reflexión sobre el 11-S en Nueva York y el 11-M en Madrid. Todas mis novelas surgen de la actualidad. La escritora no se puede sustraer a la periodista.

- ¿En el caso de 'Dispara, yo ya estoy muerto'?

- He viajado por Oriente Medio, he cubierto algunos acontecimientos como periodista y es fruto de esa experiencia y de la gente a la que conocido en esos viajes profesionales.

- ¿En qué piensa antes, en la etapa histórica o en los personajes?

- Lo primero es qué quiero contar y por qué. Luego me doy cuenta de que eso tiene un contexto histórico. Mis novelas lo son de personajes, por más que la carga histórica sea importante. Lo que quiero contar es el laberinto en que nos encontramos los seres humanos en esa aventura tan misteriosa de vivir.

Pasado y presente

-¿Le habría gustado, aunque fuera por unos días, vivir alguno de esos acontecimientos históricos en los que ambienta sus novelas?

- En realidad, lo que me gustaría es poder vivir en el futuro. Ver cómo va a ser la sociedad en el año 3000. Por eso sí que tengo interés. Del pasado ya tenemos noticia.

- Pero nunca ha escrito nada ambientado en el futuro.

- No, nunca, pero si tuviese que elegir en qué tiempo vivir lo haría. Además, mis novelas están ambientadas en el siglo XX, que es el mío.

- ¿Por qué leemos de manera masiva libros como los suyos, o vemos películas sobre grandes hechos de la Historia, y en cambio apenas ha habido protestas cuando ha ido desapareciendo como asignatura en la escuela?

- Son las Humanidades las que han ido desapareciendo. La clase política ha concluido que debe hacerse hincapié en la tecnología, olvidando que el ser humano tiene otra dimensión; que para entender el presente debe conocer el pasado. Nos han quitado la Historia, la Filosofía, el Arte; la Literatura es secundaria en los planes de estudio... Todo eso nos empobrece y nos quita herramientas para entender la sociedad y a nosotros mismos. Y no es una decisión inocente.

- ¿Nos gusta la Historia o la posibilidad de vivir a través de otros guerras, revoluciones, heroísmos, grandes acontecimientos?

- Hay novelas más personales, más introspectivas, y otras que tienen ese sesgo histórico que permite hacer un viaje a otros lugares y momentos. Estas te ayudan a comprender y acompañar al 'yo' de los personajes. Los lectores quieren conocer qué pasó en un momento y por qué.

- ¿Por parte de los novelistas hay algo de eso? ¿Cuando escriben también quieren vivir de alguna forma en el Berlín de 1942 o el San Petersburgo en época de Nicolás II?

- Cuando me pongo a escribir hago ese viaje al pasado. Intento meterme en la piel de los personajes y trato de entender qué sintieron, cómo los afectaron los acontecimientos.

- Una paradoja: en la época de la velocidad y la síntesis, las novelas, incluidas las suyas, cada vez más largas. ¿Cómo se entiende eso?

- A veces nos reivindicamos a nosotros mismos haciendo lo contrario de lo que marcan las pautas sociales. Vivimos en una sociedad en la que debemos ir corriendo aunque sea a ninguna parte. No tenemos tiempo para reflexionar, así que coger una novela de 600 o mil páginas es casi un acto de rebeldía; es recuperar ese tiempo que dicen que no tenemos para dedicárnoslo a nosotros mismos.

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