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Verónica García-Peña: «Las musas están en todas partes. Hay que saber escucharlas y darles forma»

Verónica García-Peña: «Las musas están en todas partes. Hay que saber escucharlas y darles forma»

Verónica García-Peña. Escritora ·

'La isla de las musas' juega con la memoria y el olvido para elaborar un thriller gótico que estará en las librerías el 3 de septiembre

M. F. Antuña

Gijón

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Jueves, 13 de agosto 2020

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Afincada en Gijón desde 2016, Verónica García-Peña (Oquendo, Álava, 1979), colaboradora de este periódico, se confiesa una refugiada climática que adora la lluvia y la ha convertido en un personaje más de todas sus obras. También de 'La isla de las musas', un thriller gótico que juega con la memoria y el olvido, finalista del Planeta en 2017, que primero vio la luz en Amazon y ahora llega a las librerías (3 de septiembre) de la mano de Suma de Letras.

–¿Las musas están en islas o en todas partes?

–En todas partes. El primer capítulo de 'La isla de las musas' lo soñé. Pero los sueños en realidad son experiencias, recuerdos, todo lo que nos afecta. Las musas son las películas, las series, las conversaciones,... y hay que saber escucharlas y darles forma.

–¿Y usted las halla más en la memoria o en la imaginación?

–La memoria es uno de los ejes que mueve esta historia y para mí es una obsesión, es algo que me preocupa.

–¿Se fía de su memoria?

–Me fío bastante de la mía, de la del protagonista de mi novela no tanto. Es un escritor que ha perdido la inspiración, alcohólico, que tuvo mucho éxito con una novela y ese éxito y la vida loca le llevaron a perder la memoria. Tiene recuerdos, pero cuando alguna vez ha intentado recuperarlos ha desistido. Eso cambia cuando se encuentra con una mujer en la isla y le pregunta si sabe quién es.

–¿En qué momento un sueño se convierte en novela?

–Lo dedicí nada más levantarme. En cuanto se me ocurre una historia nueva, allá que me voy. Aquella mañana pensé que tenía que ser un thriller psicológico tirando a gótico.

–¿Del sueño a la planificación?

–Sí. Alguna vez he intentado escribir a brújula, a dejarme llevar, pero soy incapaz. Yo tengo que saber el final e ir caminando.

–¿Qué cambia esta novela respecto a la publicada en Amazon?

–No es una reedición sin más. Hay una revisión por parte e la editorial que siempre ayuda, porque a veces los escritores nos empeñamos en incluir frases bonitas que solo enturbian y no aportan. La esencia es la misma, pero la han hecho una novela mejor.

–¿Es mejor una novela en el formato más tradicional?

–Yo soy una lectora digital, creo que son compatibles ambos formatos, pero tenerla en las manos y enseñarla, te llega.

–Pues dice su editorial que ha reinventado el thriller.

–En este caso es porque es muy gótico, bebe mucho de las escritoras victorianas, es muy Poe, muy Becquer, está ambientado en 1936 y tiene la oscuridad de los propios personajes, muy grises, con muchas aristas.

–¿1936?

–Y la guerra no es importante. Siempre que utilizamos el 36 es para hablar de guerra y se puede hablar de otras cosas. Pero además vamos recordar algo que sucedió diez años atrás.

–¿Qué poso le deja al lector?

–Me gustaría que el lector se diera cuenta de la importancia de la naturaleza. Es un personaje más, como lo son la lluvia y la niebla. Otro tema importante, junto a la memoria, es el de la inspiración.

–Socióloga y periodista. ¿Quién nos hace más falta para entender lo que nos está pasando?

–Solía decir que era socióloga para entender el mundo, periodista para compartirlo y escritora para imaginarlo. Pienso que la sociología es fundamental, es la disciplina que hoy más nos puede ayudar a entender el mundo.

–¿Hacia dónde vamos?

–Camino del olvido, buscamos la vieja normalidad y consideramos que esto es nuestra travesía en el desierto hasta que llegue la vacuna. Entonces se olvidará.

–¿Volveremos a ser los de antes?

–Sí.

–¿Pero nos dejará huella?

–Sí, como las guerras mundiales. Dejará huella en una generación concreta, que serán los niños.

–¿Qué tal se portaron las musas con usted en el confinamiento?

–Tuve dos fases. Al principio viví un momento de mucha creación, pero luego conforme se fue alargando me fui apagando, me costaba concentrarme.

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