«Estamos viviendo una época muy oscura»
El Premio Cervantes ofreció un taller en la Biblioteca Circulante de Castropol con su libro 'El caballo dorado'
El escritor Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) impartía ayer un taller sobre los mecanismos de la ficción en la Biblioteca Circulante de Castropol, organizado por La ... Casa de la Maestra (de Sonsoles Castellano). En él, el Premio Cervantes desveló a los lectores algunas claves de su reciente novela 'El caballo dorado'. Antes lo hizo en una conversación con este diario en la que abordó también otros temas de actualidad.
–Para un taller literario su nuevo título viene al pelo por la diversidad de materiales y técnicas usadas.
–Uno puede hacer experimentos a cualquier edad y este libro lo es. La literatura es eso un experimento de formas o formatos y de entrar en terrenos que siempre me han fascinado: el reportaje, los documentos, las actas policiales. Todo eso confluye en un hilo narrativo que es muy importante en esta novela.
–El tono es muy distinto a la anterior: 'Tongolele no sabe bailar'.
–Claro, porque ahí trato de ilustrar unos años muy terribles en la Nicaragua contemporánea bajo la nueva dictadura, cómo el tejido oscuro que crea acaba envolviendo a los propios represores. Es una novela negra que se desliza al terreno político. En cambio, esta, pretende ser un libre ejercicio de la imaginación sin ataduras a la realidad.
–¿Con qué esperanza escribir en un mundo con figuras como Trump o Daniel Ortega?
–Es una época muy oscura la que estamos viviendo. Hay una vuelta a los extremismos y al autoritarismo. Yo creo que la literatura sirve para acercarse a esos momentos oscuros y buscar cómo iluminarlos desde dentro. Y lo que más inquieta es que los gobiernos autoritarios estén regresando no como en el pasado, por golpes militares, sino con el voto de la gente.
–Ha dicho que las utopías acaban siempre en distopías. ¿Cómo avanzar sin el sueño de un mundo mejor?
–Es la gran contradicción de la historia de la humanidad, que las utopías mueven el mundo y al mismo tiempo representan retrocesos. Es un gran riesgo el que corre la humanidad cuando persigue sueños, pero eso no quiere decir que haya que aplazarlos, si no el mundo no se movería hacia adelante.
–Otra constante son las migraciones voluntarias o forzosas. ¿Cómo ve esa realidad un exiliado?
–Si uno las aprecia en su dimensión masiva ve un drama colectivo que a veces deja de conmover porque afecta a miles, pero la manera de entrar en el drama de los exilios y destierros es yendo a los casos de los individuos, cómo cambia la vida de cada quien, cómo separa familias o entierra sueños. Es la manera de ver que más allá de lo político es un drama humano.
–En el caso de los escritores les queda la palabra para contarlo.
–Por lo menos para interpretar en nombre de los demás la tragedia. Para eso yo creo que los escritores son útiles.
–A usted y a Gioconda Belli les han privado de la nacionalidad. Su respuesta es que nadie puede desterrarle de su lengua.
–Han borrado incluso nuestros nombres del registro civil, oficialmente no existimos, es muy kafkiano. Pero lo importante es que tengo una lengua muy vasta y más allá de mis propias fronteras nacionales siempre voy como el caracol con mi casa a cuestas.
–¿Hay nuevo libro en esa casa?
–Estoy trabajando en él, vuelvo a la novela negra con el inspector Dolores Morales.
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