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La locomotora, ya casi terminada, en l as instalaciones del museo después de su restauración minuciosa. FOTOS: MUSEO DEL FERROCARRIL DE ASTURIAS

Una locomotora con historia que vuelve a la vía

El Museo del Ferrocarril concluye la restauración de una máquina de vapor del siglo XIX que ha llevado cuatro años y ha implicado a numerosos voluntarios

M. F. Antuña

Gijón

Domingo, 10 de noviembre 2024, 01:00

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Cuatro años con una pandemia de por medio. Es el tiempo que ha llevado la restauración, o lo que es mismo, desmontar por completo, volver a montar y renovar algunos de sus componentes, de una pequeña locomotora de seis toneladas del siglo XIX, y quienes acudan a las próximas Jornadas del Vapor del Museo del Ferrocarril de Asturias podrán comprobar que se mueve tan liviana y lozana como el primer día. Esta máquina, que estaba llamada a adornar el campus de Mieres pero finalmente no halló acomodo allí por un problema técnico, fue donada por la Universidad de Oviedo al Museo del Ferrocarril de Asturias, que la conserva desde 1995. Pertenecía a la Sociedad Hullera Española y es curioso que una igual sigue activa en un ferrocarril turístico inglés. Se hicieron cinco máquinas idénticas entre 1884 y 1891 que fueron de las primeras locomotoras mineras que hubo en Asturias. Hechas por un francés llamado Lucien Corpet, fueron adquiridas por el marqués de Comillas para el ferrocarril de las minas de Aller y allí estuvieron noventa años funcionando. «Es una pieza excepcional, muy rara, con un sistema de vielas muy singular», revela Javier Fernández, director del museo, que explica cómo la máquina vivió sus años de esplendor funcionando en el museo hasta que le tocó pasar por el taller, algo que sucede con todas las locomotoras que se conservan en el equipamiento dedicado a preservar el pasado industrial de Asturias. «Cuando cumplió los 25 años de uso, comenzamos la restauración integral».

Requería ajustes y ha llevado todos estos años porque la faena no lo hacen en exclusiva los trabajadores del museo, sino que se sirven de la colaboración de voluntarios. Los sábados y algunos festivos es tiempo para que curiosos de edades tanto jóvenes como veteranas descubran cómo funcionaban esas viejas máquinas. Una experiencia para muchas personas, que disfrutan de cada uno de los pasos. Tanto que el día que por fin estuvo montada la locomotora por completo y se la puso a funcionar nadie quería perdérselo. Hubo emoción y alegría al verla retomar la vía.

«Hay gente de todo tipo, son fundamentalmente de la Asociación de Amigos del Museo casi todos, hay desde uno jubilado que era director de una empresa de El Musel, un antiguo calderero de Hunosa, una maquinista de Feve, un estudiantes de Música, otro que empieza la Universidad, otro que era un electricista jubilado, un ingeniero de caminos... Y cada uno colabora cuando puede», revela Fernández, que agradece enormemente esta tarea, que no solo ayuda a mantener el patrimonio, sino también a que no se pierda toda esa sabiduría vinculada al vapor. «Las últimas rehabilitaciones las hemos hecho así, pero también recurrimos a trabajos profesionales según para qué cosas, como para calderería, pero no es solo una cuestión de precio, lo importante es que a este conocimiento del vapor o le damos continuidad o se pierde».

La SHE ya está en marcha y ahora le tocará el turno a otras. Es un proceso que nunca para porque es obligatorio por protocolos de seguridad su restauración de arriba abajo. Es una ITV a lo bestia con un desmontaje integral que exige catalogar pieza a pieza, fotografiarlas, meterlas en cajas... Hasta que toca volver a montar, toca volver a la vía.

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