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RAMÓN AVELLO
Domingo, 1 de junio 2014, 02:33
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La Orquesta Filarmónica de la Scala tiene una relación de cierta continuidad con el Auditorio Príncipe de Asturias de Oviedo, en donde actuó en tres ocasiones. La primera en 1999 -año de la inauguración-, dirigida por Riccardo Muti; la segunda en el 2011, con un inolvidable Mahler bajo la batuta de Semyon Bychtkou. Como refuerzo de este vínculo, ayer, en el descanso del concierto y en el palco de autoridades, se le concedió a la Filarmónica de la Scala la Medalla de Oro del Auditorio, la quinta que se otorga y la primera que recibe una orquesta. Y para la ocasión, el Auditorio se llenó hasta la bandera para asistir a un concierto brillante y muy aplaudido.
En el programa, dirigido por Daniel Harding, la Filarmónica de la Scala aunó el mundo operístico a través de oberturas e intermezzos de ópera de Rossini, Puccini, Mascagni, Leoncavallo y Verdi, con el campo sinfónico, con la colosal versión de la 'Sinfonía del Nuevo Mundo', de Dvorak.
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