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El violinista Ara Malikian, en Oviedo el verano pasado.
«La mejor salida para un conflicto  son la música y el resto de las artes»

«La mejor salida para un conflicto son la música y el resto de las artes»

El músico libanés residente en Madrid, estará hoy en el Auditorio Príncipe Felipe con el concierto 'Mis primeras cuatro estaciones'

ALBERTO PIQUERO

Martes, 6 de enero 2015, 00:15

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De origen armenio y nacido en Líbano, en 1968, Ara Malikian reside en Madrid hace quince años, donde ha seguido desarrollando el extraordinario prestigio interpretativo que le ha convertido en uno de los grandes del violín, y veranea habitualmente en Cantabria. Hoy estará en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, ofreciendo el concierto titulado 'Mis primeras cuatro estaciones', en formato didáctico y con el humor que le caracteriza. Será a las 18 horas.

¿Vivaldi y sus 'cuatro estaciones' son un inicio recomendable para entrar en la música clásica?

Sin duda, porque favorecen un espectáculo muy vivo, muy rítmico, de lenguaje descriptivo. Vivaldi escribió lo que veía y sentía en cada estación y hemos hecho una adaptación. Es una música cañera, ideal.

Se cuenta en su biografía que siendo niño, durante la guerra civil del Líbano hubo de estudiar en refugios antiaéreos. ¿La música es capaz de silenciar las bombas?

La mejor salida de cualquier conflicto es el arte: la música y el resto de las artes.

A los doce años, dio su primer concierto. ¿La dedicación musical exige precocidad?

Yo no he sido precoz. Ese es el caso de genios como Mozart. Pero pienso que hoy todos los niños nacen con talento y facilidad para la música. Yo tuve la suerte, además, de que mi padre era violinista y me acomodara el punto de partida.

Dice que todos los niños actuales nacen con facilidad para la música... ¿No los hay duros de oído?

Todo el mundo puede acceder a la música, ya sea niño o haya sobrepasado los cincuenta años. Una de las cosas que me produce más alegría son las personas mayores que descubren la música. No es necesario ser un virtuoso, hay aficionados que gozan más que los profesionales.

Usted ha navegado por los siete mares de la música, tango,flamenco, jazz, colaboraciones con el rock de Extremoduro o haciendo rap al lado de Nach, sin dejar en ningún momento a sus clásicos. ¿Todo se puede mezclar?

Todas las músicas merecen respeto. No se trata de mezclar, sino de acercarse a géneros nuevos. Es un diálogo con otros géneros, que hace que nos lo pasemos genial.

En la obra 'Pagagnini', que ha hecho con la compañía teatral Yllana, hay mucho humor en torno a figuras eminentes, de Manuel de Falla a Mozart. ¿La música entra mejor con humor?

Hay quien tiene humor y quien carece del mismo. Para mí es muy importante, me gusta reírme de mí mismo. Haciéndolo todo con gran responsabilidad profesional.

Tuvo una experiencia de violinista callejero en el metro de Madrid. ¿Cómo resultó?

Fue una iniciativa de un periódico para demostrar que la gente no apreciaba el arte. Yo la reconvertí en un homenaje a los músicos callejeros, un oficio duro y admirable. A mí no me fue muy bien...

En el pasado FICX de Gijón, se proyectó 'The cut', que habla del genocidio armenio, su origen familiar. ¿La ha visto?

La tengo pendiente, porque las referencias que me han llegado son las de una película dura y arriesgada que relata nuestra verdad histórica. No tengo duda de que se trata de una obra maestra de Fatih Akin.

Asturias es destino frecuente en sus giras. ¿Qué sensaciones tiene entre nosotros?

El cariño que me dispensa el público asturiano es inspirador. Me envuelve en una energía maravillosa que intento devolver.

Ha titulado uno de sus discos como 'De la felicidad'. ¿Es lo que significa la música para usted?

Hasta creo que no somos conscientes de lo muy felices que nos puede hacer la música.

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