Jansons eleva el concierto vienés a otra dimensión

Mariss Jansons (Riga, Letonia, 1943) se lució por tercera vez en Viena con el concierto de Año Nuevo. La ciudad que cada 1 de enero desde 1941 se convierte en escenario musical sin parangón se deleitó con la magia del músico letón en el que fue, según la opinión de los expertos, el mejor concierto de Año Nuevo de los últimos años. Es decir, que si cogiéramos los términos reposteros que el propio maestro utilizó el pasado martes para explicar qué sentía al formar parte de un proyecto de estas características, del postre de ayer no habrían quedado ni las migajas de lo rico y bien ejecutado que estuvo.

El letón llevó a otra dimensión las clásicas composiciones de baile de los Strauss y sus coetáneos para acercarlas al nivel de nombres como los de Beethoven o Brahms. Algo que Jansons consiguió sin perderse en el tempo ni en la dinámica y, lo principal y casi más complicando, haciendo que todo pareciera sencillo. También parte de culpa de un concierto glorioso la tuvo un programa equilibrado, en el que primero se mostraron obras no tan conocidas; y después, aún mejor y con el añadido de contar con un silbado por parte de la orquesta. Siguiendo su batuta estuvo la Filarmónica de Viena, siempre fina y destacada en el primer concierto del año y la brillante actuación de los Niños Cantores de Viena.

El concierto se cerró adelantando el nombre del director que se pondrá al frente el próximo año. Será el venezolano Gustavo Dudamel, quien con 34 años se convierta en el más joven elegido hasta la fecha.