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alberto piquero
Sábado, 13 de febrero 2016, 04:50
Jesús Cifuentes, Cifu, encabezando con la voz y la guitarra a los Celtas Cortos, veterana formación nacida en Valladolid en 1986, y Óliver Díaz, al mando de la batuta que dirigió a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, ofrecieron un concierto en el que resplandeciéron las armonías del folk y del rock al amparo de la formidable orquestación sinfónica.
Comenzaron los Celtas en solitario con Suelto el lastre del último álbum del grupo, Contratiempos y Sigo Caminando. Sería en el quinto tema cuando se sumaría la sinfónica asturiana, para interpretar ya juntos la ovacionadísima Quiénes. Para introducir El emigrante habló emotivamente el lider de la banda de «esos brazos que buscan ayuda» pero cuyos dueños «llenan los mares con sus cadáveres». Después de Se lo llevaron todo, también de su último disco, lamentó Cifu que «nuestra posición políticamente incorrecta haya hecho que este álbum haya sido prácticamente invisible». Tuvo un recuerdo después para Rozalén antes de tocar Hora de aventuras, pues le había acompañado en el disco en ese tema.
Volvió a la crítica social al hablar de «escuelas sin maestros y hospitales sin cama» antes de dar paso a El peor sueño, y al enfrentarse a Skaparate nacional, escrita en 1996, añadió que «desgraciadamente está tan vigente como entonces».
De las más aplaudidas fue Retales de una vida, de la que explicó que, en ella, «están los amores y desgarros de 30 años», los que lleva el grupo sobre los escenarios. De hecho, el concierto de ayer fue uno de los actos esenciales de ese aniversario, porque además de presentarse ante el público con toda una orquesta sinfónica, que dio lustre a todos sus temas, aprovecharon la ocasión para grabar un CD y un DVD, cuyos ingresos también estarán destinados a los niños de Nepal.
Tras un colofón instrumental y una trepidante versión de Fiesta con aires asturianos, que por dos veces pusieron al auditorio en pie para aplaudir a orquesta y banda, estaba claro que aún faltaban canciones por sonar en Oviedo. En los bises rematarían la faena, porque fueron desgranando con toda la fuerza de la orquesta junto a ellos sus temás más clásicos. Tras Cuéntame un cuento, 20 de abril y Tranquilo majete, el auditorio premió de nuevo con ovaciones a los músicos.
Una velada inolvidable para los protagonistas y para el público, que pudo asistir a un gran concierto en lo musical, con canciones conocidas y coreadas por todos y que, además, permitieron ver a todos unos clásicos como los Celtas Cortos acompañados de un pedazo de orquesta como la OSPA.
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