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Javier Labandón, en pleno arrebato anoche en la Laboral.

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Javier Labandón, en pleno arrebato anoche en la Laboral. FOTOS: DANIEL MORA

Arrebatados por la alegría del Sur

Javier Labandón puso a bailar al Teatro de la Laboral con 'Músico de guardia' y sus éxitos | Seguidores de todas las edades corearon los temas de este cantautor que llamó a disfrutar, «porque el paraíso pasa todos los días por delante de nosotros»

PABLO A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Domingo, 28 de enero 2018, 01:02

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Sus canciones transmiten la alegría y el buen rollo de las rumbitas celebradas con palmas entre amigos. Javier Labandón (Sevilla, 1969), o lo que es lo mismo El Arrebato, desplegó ayer en el Teatro de la Laboral todo su arte y su desparpajo para meterse en el bolsillo a un público que, aunque no llenó del todo el coliseo, le pedía fiesta desde que salió al escenario y al que le devolvió el calor de la acogida con toda la entrega de la que es capaz este artista en sus conciertos. Fans de todas las edades que se entregaron al buen rollo del sevillano desde el primer tema, con el que salió repartiendo besos y que da título a su nuevo disco: 'Músico de guardia'.

Con su pañuelo de pirata de barrio en las greñas y la sonrisa golfilla de las que ha hecho sus señas de identidad, El Arrebato salió dispuesto a no permitir que nadie se aburriese o se enfriase mientras él y los suyos estuvieran sobre las tablas. Traía en el equipaje un buen puñado de los temas que le han hecho popular y que sus fans se saben al pie de la letra, y con ellos la ropa recién estrenada del noveno disco de su exitosa carrera, aliño pop para sus rumbitas de siempre. Un combinado perfecto para ir administrando los sentimientos de sus incondicionales entre baladas directas al corazón e invitaciones a que saltase la chispa de las palmas.

Tablas y carisma no le faltan a este desenfadado cantautor que en sus más de dos décadas de trabajo a sus espaldas, varios discos de platino y uno de diamante, no ha perdido la espontaneidad con la que logró conectar con un amplio público desde la publicación de su primer álbum 'Poquito a poco' (1998). Y como ese disco, poquito a poco, ha ido Labandón contagiando su arrebato a una innumerable legión de seguidores. Anoche, en Gijón, ofrecía la muestra de que no solo disfrutan con sus discos, sino, sobre todo, compartiendo con su ídolo los temas en directo. Canciones como 'Dame cariño', que fue festejada con palmas y móviles por sus seguidores. Y, después de los saludos preceptivos y de alabar el paisaje asturiano, El Arrebato invitó a disfrutar el concierto, porque «el paraíso pasa todos los días por delante de nosotros», dijo para suscribirlo con 'Quiero vida', toda una declaración de principios arrebatados.

Luego, siguió invitando al 'carpe diem' y a perder el miedo a disfrutar de cada día porque «el miedo no nos libra del peligro ni de vivir», afirmó citando la canción que iba a interpretar: 'Ha llegado el momento'.

Y es que la llamada al disfrute vitalista sería una constante durante toda su actuación. Y, con ella, al amor verdadero. «Me gustaría que, dentro de muchos años, cuando volviese aquí a tocar, tuvieseis al lado a la misma persona que tenéis hoy», dijo al presentar 'Aquí me tienes' y como respuesta a un piropo lanzado desde el público, llegado desde distintas comunidades como el País Vasco.

Así, siguieron los bailes y los cantes, las inyecciones compartidas de autoestima, los buenos deseos y las complicidades con otro tema nuevo y muy aplaudido, 'Una antorcha en la nieve', y con 'Deberíamos hablar', su particular autorretrato, en el que se define como un camarón dormido y un paracaidista sentado en un bordillo. Falsa modestia de quien lleva la emoción y el ritmo en la suela de los zapatos y logra transmitirla como en 'El viajero', un cante que podría haber firmado el mismísimo Bambino.

Llegaba el colofón con 'Quiero que me quieras tú', con más palmas y alegría, así que con 'Lady Luna' el público se levantó de sus butacas para seguir bailando 'La música de tus tacones' y hasta el himno que compuso para el centenario del Sevilla y 'Mi colega de siempre', un homenaje al inimitable Camarón que cerró dos horas de arte por todo lo alto y con mucho compás.

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