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Jorge Muñiz y Javier Almuzara, ante una de las obras que dan cuerpo a la exposición inspirada en 'Fuenteovejuna'. MARIO ROJAS
'Fuenteovejuna', historia de un hito

'Fuenteovejuna', historia de un hito

Compositor y libretista asumen el estreno de la ópera que abre la temporada de Oviedo «como un gran acontecimiento» Jorge Muñiz y Javier Almuzara recorren el camino andado hasta la culminación de su obra

PACHÉ MERAYO

OVIEDO.

Miércoles, 5 de septiembre 2018, 00:15

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Todo empezó hace ya tres años. En el calendario de Javier Menéndez, director artístico de la ópera de Oviedo, figuraba este 2018 como el año del 400 aniversario de la publicación de 'Fuenteovejuna', la obra que dio carta de naturaleza a la rebelión social, licitando un acto por el hecho de ser necesario. Había que hacer algo y ese algo se convertirá el próximo domingo en un «hito histórico» de título homónimo con el que se abrirá la nueva temporada lírica en el Campoamor. Así lo definen sus autores, los dos asturianos, el músico Jorge Muñiz, que ha puesto cuerpo de ópera al popular texto de Lope, y el poeta Javier Almuzara, que ha exprimido sus 2.500 versos originales «no viables para el canto» para componer su libreto. Los tres, Menéndez, Muñiz y Almuzara, fueron las primeras patas de un proyecto «difícil», aseguran, «singular», también coinciden, pero, por encima de todo, «maravilloso». Un proyecto que lleva vistiéndose de realidad desde hace varios meses y que ha convertido a los creadores en los «más felices y orgullosos del mundo». Uno por haber podido «jugar a ser Lope como un escritor del siglo de Oro». Algo que le supuso una «tremenda dificultad y a la vez una diversión inmensa, al lograr sacarle todo el tuétano dramático a la obra» (que acabó dejando en 700 versos). Y el otro, por «contribuir a un reto trascendental en el que la música ha hecho su trabajo que no es contar la historia, sino la emoción», haciéndolo, además, «imaginándonos el drama tal y como hubiera sido hoy».

No niegan ni Almuzara ni Muñiz que «estrenar en casa» y «levantar el primer telón» se suma también a la lista de satisfacciones. Pero lo mejor de todo ha sido ver crecer la dramaturgia convirtiéndose en una gran ópera. Aunque no solo hubo alegrías. Recuerda el poeta cómo su primer enfrentamiento a la pieza de Lope fue de «una profunda zozobra». Tuvo, confiesa, que «serle infiel y reinventar al gran autor. Espero que me perdone. Es imposible adaptarlo. Lope no tolera mutilización alguna, por eso tuve que volver a reescribir la obra, dejando personajes y versos por el camino». Para alcanzar la meta tuvo que recurrir, apunta, a «nuestro fondo de armario lírico. Con él he podido vestir 'Fuenteovejuna'». Un 'Fuenteovejuna' «menos retórico, más sostenido, pero con toda la fuerza y esencia del texto original».

Y una vez escrito el libreto, un proceso que duró meses y en cuyo desarrollo también estuvo el músico para ir tomando notas «de la línea dramática que iba creándose sobre el papel», comenzó el proceso definitivo de la composición. «Esperé casi tres meses a que el trabajo de Javier (Almuzara) me hablara, a que me contara lo que debía trasladar a la música, a que aparecieran las imágenes que había convertido en palabras, palabras que siendo de él, eran ya puras emociones», relata Muñiz, quien asegura que antes de llegar ese epifanía «no podía emprender la composición». Está convencido de que «si hay una buena línea dramática la música sale, si no, no». Y salió

El músico, como el poeta, reconoce la dificultad de no haber tenido referencia ninguna en el plano operístico para afrontar el reto. Lo mismo aseguran los cantantes, que a la dificultad propia que encierra la obra se suma, según el director musical, Santiago Serrate, el hecho de «albergar todo un tratado de los estilos de la historia de la música». Eso sí, subraya su autor, «abrazando en todo momento la tradición, algo que los compositores contemporáneos no podemos olvidar».

Si el poeta ha reescrito su propio enfrentamiento entre el pueblo y el comendador, atendiendo a la variedad métrica clásica que Lope utilizó, el músico ha llevado a la ópera «el hiop-hop, el rock y todos los elementos» que le «permitieron ayudar a clarificar el carácter de la historia». Eso sí, «acudiendo en el fondo a la estructura clásica, con recitativos y arias, para abrazar una entidad estilística que no permitiera concluir con una mezcolanza». Y todo, dice Almuzara, «para que el resultado tenga una transparencia intemporal, viable en cualquier siglo, desde el XVII hasta hoy».

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