Gazir, el rapero del momento: «Me gustaría aprender a improvisar en otro idioma»

El asturiano Gabriel Sánchez, protagonista del lío en la Red Bull Batalla Internacional, se va de gira por Latinomérica con sus rimas ágiles que le han hecho una figura del freestyle

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 6 de diciembre 2024, 01:00

El hijo de dos profesores de Literatura estaba llamado a dominar las palabras. Pero sucede que Gabriel Sánchez, Gazir, el freestyler asturiano que arrasa en todas las batallas de gallos ... que se le ponen por delante, prefiere en lo académico las ciencias a las letras y afronta este último año de la carrera de Física en la Universidad de Oviedo desde la distancia de Madrid, girando, rimando, rapeando y contándole al mundo quién es aquí y allá.

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No hay duda de que es un chico listo, pero también un currante que cuando tenía 15 años descubrió en Muros de Nalón, su pueblo, qué era eso del freestyle que no se dejaba ver en sus parques. No había donde juntarse y aprendió solo y supo pronto que el talento y el empeño van de la mano. «Nadie empieza sabiendo, todos podemos aprender, pero llevarlo a un cierto nivel seguramente requiere algo más innato», señala. Es casi mágico ver cómo fluyen las palabras para este chaval que el sábado pasado se coronó campeón del mundo Red Bull junto al madrileño Chuty en una extraña final que se terminó sin público a las seis de la mañana con la decisión salomónica de que ganaran los dos. Un error de comunicación fue la razón de que primero se diera ganador al otro y luego se subsanara el fallo con ese doble campeón al no poderse realizar ya la réplica, es decir, la batalla definitiva en busca de un solo ganador. «Mi objetivo era ganar delante de mi familia y mis amigos», dice ahora, y cuenta que se fue de una de las noches más importantes de su vida sin ganar y sin perder y por eso renunció al título.

El periplo desde esos quince añitos hasta actuar para aforos de más de veinte mil personas ha sido intenso. En 2019 la sala Estilo de Oviedo fue su primer escenario serio; seis meses después se subía al del estadio del Espanyol. «Estaba paralizado», dice ahora. Pero puede que exagere porque tiene un dominio del escenario total y de ahí su éxito. Está centrado en lo que ahora mismo hace: se va en nada de gira por Bolivia, Chile, Colombia y México y piensa ya en abrir horizontes: «Me gustaría aprender a improvisar en otro idioma». Pero es sensato cuando mira al futuro: «Escribir es algo que me planteo, pero es algo distinto, exige capacidades diferentes, aunque se pueden sumar la una y la otra, pero yo estoy metido en mi personaje, en mi perfil de competición freestyler, y no querría abarcar mucho y apretar menos».

Le interesa la poesía y advierte la vinculación con lo suyo, como la ve también con la improvisación musical o teatral. Son ramas del arte y todo tiene su aquel. Pero, a la espera de que en el futuro pueda hacer un álbum – «¿por qué no?»–, de momento disfruta de lo que tiene, que es absolutamente increíble: «A veces normalizas cosas que no son normales, como que gente a la que admiras te conozca, cuando te paras a pensarlo es un locura, pero yo a este mundo llegué porque me gustaba y no con el objetivo de ser conocido». Pero lo es. Le reconocen por la calle y hasta Ilia Topuria le anima a seguir improvisando y ganando batallas.

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