Marisa Elviro y Enrique Riestra hacen entrega del título de Hija Adoptiva a los familiares y compañera de la madre Marcelina, Asunción Martínez Paniagua, María Ángeles Vargas y Julio Maestro, ante una imagen de la homenajeada, ayer, en el Ayuntamiento de Llanes. E. C.

«Una mujer respetuosa, de vanguardia, mente abierta y voluntad de hierro»

GUILLERMO FERNÁNDEZ

LLANES.

Domingo, 4 de agosto 2019, 00:54

Ajeno a lo que el destino deparaba apenas unas horas después, el salón de plenos del Ayuntamiento acogió ayer a la una de la tarde el acto de entrega del título de hija adoptiva de Llanes a la madre Marcelina Martínez Paniagua. Fue una monja ejemplar de la Congregación Franciscana de la Divina Pastora que desempeñó el cargo de superiora y directora de la Residencia Faustino Sobrino. Por problemas de salud, la homenajeada no pudo acudir al acto pero estuvo representada por su hermana, Asunción, y su sobrino Julio Maestro Martínez. También se desplazó desde Madrid María Ángeles Vargas, vicaria provincial de la orden. Aunque el acto estaba presidido por el alcalde, Enrique Riestra Rozas, y en el mismo se encontraban presentes varios concejales, de trazar el perfil biográfico y laboral de la madre Marcelina se encargó la vecina, y amiga de la galardonada, María José Rodríguez Fernández 'Coté'. Ninguno quería creerse, tan solo unas horas después, la triste noticia de su fallecimiento en la vecina provincia de León.

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De la homenajeada destacó Rodríguez que era «una mujer de vanguardia, dotada de una voluntad de hierro, de mente abierta, respetuosa con el ser humano y con los valores de libertad e independencia, en el más amplio sentido». También valoró que siempre había dado lecciones con su ejemplo: «Antes de acostarse besaba y abrazaba a todos los residentes», que en ocasiones superaban el centenar.

Al llegar a Llanes, en 1983, se estaba remodelando la residencia, pero las obras se encontraban paralizadas por una deuda de veinte millones de pesetas. La madre Marcelina envió «miles de cartas certificadas» a otros tantos llaniscos residentes en el concejo, el país, Europa o América y sacó adelante el proyecto», relató Coté. Posteriormente, el centro recibió, de las hermanas Sotres, una herencia de más de 500 millones de pesetas. Para ese dinero, la madre Marcelina tenía planes y Rodríguez narró cómo se vinieron abajo esos propósitos: «La mezcla de intenciones altruistas con intereses políticos supone un choque de trenes. Aquellos 500 millones eran muy golosos, intervino la política, trasladaron a la madre Marcelina a Palencia y no se pudieron llevar a cabo sus proyectos». Con una parte de aquel dinero, la monja pensaba construir un Centro de Día, «mejor que el actual, que es muy triste, un cajón».

Por su parte, la concejala Marisa Elviro definió a la madre Marcelina como «una mujer preparada y estudiada, que levantó de la ruina a la Residencia Faustino Sobrino».

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