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Jorge Martínez, cantante, compositor y líder de Ilegales. ÁLEX PIÑA

«Soy el pacifista y también el guerrero»

Con los 63 cumplidos y más de 36 en la carretera, Jorge Martínez, líder de Ilegales, vuelve con su banda y una 'Rebelión' «necesaria y positiva» que ya es nuevo disco

PACHÉ MERAYO

Viernes, 28 de septiembre 2018, 00:36

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Dicen que algo tiene de vampiro porque consume la vida, sin que la vida le marque sus huellas. Sus propios músicos bromean con cómo logra eterna juventud donde ya hay más de 60 otoños. Él, Jorge Ilegal (Avilés, 1955), se ríe un poco de todo y asegura que sí ha pasado el tiempo y sí ha tocado cuerpo, pero no cabeza. Lo demuestra con el disco que sale hoy a la calle, el undécimo de su carrera, que bajo el título de 'Rebelión', es la manifestación sólida de que Ilegales, no solo su líder, siguen en plena forma y peleando por contar, denunciar, defender y criticar aquello que se lo merece. En noviembre, el día 24, abren en Gijón, en la sala Albéniz, la gira de presentación del disco. Todo está ya vendido.

-Vaya renacimiento. Sus fieles no han esperado a quedarse sin entrada.

-Formamos un gran equipo en gira y eso la gente lo sabe. Se han agotado hace días las entradas, con todo el tiempo que queda. Gijón era una deuda. Se nos echaba en cara que nunca abriéramos aquí y ya está. Lo vamos a hacer. Creo, además, que se está pensando en ampliar al día 23, pero no hay nada firme de momento.

-¿Será una gira de conciertos en sala como el de Gijón? ¿Buscan la cercanía?

-Ya nos gustaría porque confieso que a mí me gustan las salas que no son siempre rentables por su tamaño, pero también es verdad que se acaban abarrotando y eso no es cómodo para nadie.

-Antes de la salida del disco presentaron varios aperitivos en la red. ¿Cómo fue la respuesta?

-A Ilegales les pasa algo muy distinto al resto. Nuestros temas nuevos superan siempre a los antiguos, a los clásicos.

-¿Cómo traducen eso?

-Solo puede querer decir una cosa, que estamos jóvenes. Bueno y también que hemos sabido tomarle el pulso a lo que está pasando, a lo que estamos pasando.

-Más de 36 años en la carretera y su nuevo disco, 'Rebelión', mantiene el discurso rabioso. ¿Nada ha cambiado?

-Si, pero para peor. Como para no estar rabiosos. Estamos en un momento histórico en el que las cosas están más difíciles que en 1982, cuando empezamos. Entonces todo eran promesas. Educación, sanidad, cultura, derechos. Hoy lo que teníamos se ha restringido. Las libertades han retrocedido. Hemos sido víctimas de una gran estafa disfrazada de crisis y por ello vivimos un momento totalmente desesperanzador. Nos han castrado, ¿cómo no vamos a estar rabiosos?

-Hábleme de ese ángel caído de Bellver que llevan a la portada.

-Es una de las pocas representaciones escultóricas del diablo y me pareció bellísima. Tiene algo de mística y de rebelión.

-¿Es el momento de la rebelión que les da título?

-Las rebeliones pueden ser positivas o negativas, pero tal y como están las cosas ahora solo puede ser positiva y necesaria. Estoy convencido de que la mansedumbre es muy peligrosa. Uno no se puede adormecer en el mal que nos está rodeando. El mal no es fuerte, pero la inacción de los buenos y la mansedumbre le permiten gobernar. Si la gente buena se pone las pilas entonces habrá esperanza.

-¿Eso proponen sus nuevas canciones?

-Son canciones muy comprimidas, muy intensas, en las que hablamos de muchas cosas, pero siempre desde el reflejo de lo que vemos en las calles, de lo que escuchamos. Funcionamos mucho como espejo de lo que vemos y lo que oímos. Hablamos de la homosexualidad, que en lugar de normalizarse parece que está creando guetos, construyendo jaulas. Hablamos de las drogas, del alcoholismo, pero sobre todo hablamos rock.

-Le he oído decir que el arte pide locura para ser expresado, pero hay que saber volver a la cordura a tiempo. ¿Cómo se hace eso?

-Hay que adquirir la habilidad de volverse loco y entrar en un sueño profundo, para después recuperar la cordura, sí. Yo he conseguido regresar. A veces no del todo. A veces he tenido que dar marcha atrás para recuperar algún tornillo que me había dejado.

-¿Y entre idas y venidas le ha dato tiempo a ser feliz?

-No estoy hecho para ser feliz, ni para estar satisfecho. Creo que el hombre saca las mejores cosas de la insatisfacción. Estar insatisfechos nos permite avanzar y trascender. Ser inconformistas nos llevará a las estrellas. Yo soy así y creo que siendo así soy profundísimamente humano.

-Es usted un hombre intenso, pero seguro que hay por ahí un Jorge que respira como los demás.

-Vivo la vida con la máxima intensidad, sí. Soy el pacifista y el guerrero, ni yo se dónde está la persona y dónde el personaje, como me dicen a veces.

-Una frase suya: «Estar ardiendo de manera constante quema». ¿Está quemado?

-Por supuesto. Voy hacia las cenizas. La vida es una combustión constante, un proceso de oxidación. Lo que no siempre es posible es elegir y saber a qué velocidad va esa combustión.

-¿Qué supuso para Ilegales el documental 'Mi vida entre las hormigas'?

-Chema Veiga y Juan Moya, sus directores, quisieron romper el silencio que nos envolvía entonces y les parecía injusto y lo consiguieron, haciendo, además, el documental de los documentales. A su lado los demás son suspiros de jovencita. Y todo porque fueron valientes y no permitieron que nada les coartara la libertad. Esa fue su condición para grabarnos y a mí me pareció perfecto. Yo no digo las cosas para que luego me las corten por políticamente incorrectas.

-¿En qué momento se encuentra Jorge Martínez?

-Fuerte y muy bien. Cuando conecto la guitarra me siento grande y cuando en el escenario todo empieza a sonar eso es increíble. Se me empiezan a hinchar las venas.

-¿Cree que le ha tratado bien la vida, pese a tanta locura y caos?

-No ha tenido más cojones que tratarme bien porque la he cogido y la he mordido el culo, diciéndole aquí estoy. Me llamarán raro por sembrar esperanzas, pero aquí estoy. He logrado cumplir todos los sueños de niño y eso es realmente lo más importante.

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