Pasión por el vals y la polka en el Campoamor
Oviedo Filarmonía dirigida por Lucas Macías conmemora los aniversarios de Shostakovich y Johann Strauss en la cita musical del Año Nuevo
La taquilla del Campoamor, con todas las localidades vendidas hace días, es la prueba palpable del interés que suscita el Concierto de Año Nuevo en ... Oviedo. Parte de la recaudación se donará a la Asociación Síndrome de Down del Principado de Asturias. Sin duda, este primer encuentro musical de 2025, una manera amable de festejar la entrada de año, está firmemente enraizada en la capital asturiana. El concierto de este año, protagonizado como es habitual por los músicos de Oviedo Filarmonía bajo la batuta de Lucas Macías, director titular de la orquesta carbayona, conmemoraba el 50 aniversario del fallecimiento del compositor ruso Dmitri Shostakóvich (1906-1975), y el bicentenario del nacimiento de Johann Strauss II, el Johann Strauss hijo celebérrimo autor de valses como 'El Danubio Azul'.
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Lucas Macías, en unas sentidas palabras, recordó a la violinista de Oviedo Filarmonía Ana Aguirre, fallecida el pasado año y deseó para 2025 un tiempo de paz y humanidad. Como en otras ocasiones, el fondo de la escena estaba iluminado con colores que podrían ser alusivos a las obras, por ejemplo, en 'El Gatopardo', ese ocre típico siciliano, o en el 'Danubio azul', el tono celeste.
Como contrapunto a sus obras atormentadas y expresionistas, Shostakovich creó algunas composiciones ligeras, alegres, como las que escuchamos ayer. La primera, con la que se abrió el concierto, fue la 'Obertura festiva', Op. 96, una obra de encargo escrita para conmemorar la Revolución de Octubre, y en la que se intuye, en la excesiva brillantez de los vientos metales, una cierta retranca e ironía. Versión vibrante, victoriosa y tumultuosa, que dio paso a la segunda obra de Shostakovich: una selección de cuatro piezas de la 'Suite para pequeña orquesta de variedades' (es errónea la denominación 'Suite de jazz, 2' del programa). Se trata de una suite popularizada a través del circo y del cine, por el Vals n.º 2, la música con la que Kubrick arropaba los escarceos amorosos de Tom Cruise y Nicole Kidman. Las versiones de las obras del compositor soviético fueron brillantes, coloristas y con una destacada intervención de las maderas. La 'Polka Ana', de Johann Strauss (hijo) y el excelente 'Vals triste', de Sibelius, completaron con cálidos aplausos la primera parte.
Fue muy bien recibida por los espectadores del Campoamor la parte de Nino Rota, compositor que trasciende lo cinematográfico para erigirse como un inspirado artista del siglo XX. De Nino sonó una selección de bailes compuestos para la película de Visconti 'El Gatopardo', unas interpretaciones muy plásticas, danzantes y bien fraseadas. En el 'Vals del adiós' una pareja de violinistas incluso se animó a bailar durante la interpretación. Algo esquinados por el poco espacio que tenían, fue un gesto simpático que el público agradeció.
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La última parte del concierto estuvo dedicada a la familia Strauss –el tío Joseph, el padre Johann y el hijo Johann II–, con rápidas polkas y acompasados valses que hicieron las delicias del público del Campoamor. Llegó finalmente el siempre esperado 'Danubio azul'.
Ya fuera de programa, la orquesta ovetense interpretó el 'Can can' de Offenbach, aunque ningún músico se animó a bailarla; la 'Danza húngara número 1' de Brahms, y como marcan los cánones, la siempre divertida y acompañada 'Marcha Radetzky' de Strauss padre. Un concierto muy aplaudido con el que la orquesta deseó un feliz año nuevo.
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