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PABLO A. MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Martes, 21 de mayo 2019, 00:21
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Alfred Hitchcock marcó las pautas de la narrativa cinematográfica y tal vez una de sus mayores innovaciones fue el protagonismo del sonido y la música en el montaje de sus filmes. Sobre ello habló ayer el musicólogo Eduardo Salueña invitado por el Foro Jovellanos en una conferencia que llenó el salón de actos del Antiguo Instituto y en la que se proyectaron fragmentos de diversas obras del director británico. Ponencia que contó con la colaboración del Aula de Cultura de EL COMERCIO. El secretario de la institución jovellanista, Rafael Antuña introdujo la charla con un recordatorio histórico de la relación del séptimo arte con la música desde sus inicios hasta la actualidad. Tras la presentación, Salueña tomaría las riendas para proponerles a los asistentes «algunas claves para estimular la capacidad de análisis del tratamiento sonoro en el universo de Hitchcock». Para ello fue desgranando conceptos como música diegética, en la que la fuente sonora mana de la propia escena, imprimiendo realismo, como la canción interpretada al piano en Casablanca; o la música incidental, que percibe el espectador, pero no los personajes y que en las obras del maestro del suspense cobra una especial relevancia subrayando la tensión dramática. Las diversas funciones que cumple la banda sonora en la acción o la caracterización de situaciones y personajes ocuparía un jugoso capítulo ilustrado no solo con ejemplos del británico, también de autores como Kubrick o Allen.
El estudioso repasó la propia presencia de lo musical en el cine de Hitchcock, desde la banda de jazz de 'Falso culpable' a la cantante (Dietrich) de 'Pánico en la escena'; el metrónomo en 'La Soga' o el platillo que ahoga el tiro en 'El hombre que sabía demasiado'. Hallazgos como la introducción del themerín (instrumento electrónico) en 'Recuerda' y la superposición del ruido del tren al grito en '39 escalones', o la fructífera relación con el compositor Bernard Herrmann, fueron analizados por Saldueña en una charla que mantuvo a los asistentes tan en vilo como en el mejor thriller del cineasta británico.
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