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Tito Valdés y Roberto Nicieza, esta semana, en el paseo de Begoña. CAROLINA SANTOS
Veinticinco años de la era 'Chup Chup'

Veinticinco años de la era 'Chup Chup'

El tema de Australian Blonde, emblema del Xixón Sound, cumple un cuarto de siglo

A. VILLACORTA

GIJÓN.

Domingo, 2 de septiembre 2018, 00:54

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Eran «unos guajes de 21 o 22 años» con una ingenuidad a prueba de bomba. «Unos pininos» que nunca imaginaron que su nombre «iba a terminar apareciendo en la Wikipedia, el Trivial y hasta en los concursos de la tele». Eran unos chavales de Gijón salidos de la Inmaculada que pasaron de tocar en las misas del colegio al olimpo del indie español con un temazo que fue coreado y botado en salas y festivales de todo un país hace ahora veinticinco años y con un título que hasta entonces solo remitía al Avecrem: 'Chup Chup'.

Un cuarto de siglo ha pasado desde que los Australian Blonde lanzaron su canción estrella, incluida en su primer disco 'Pizza Pop' (Subterfuge, 1993). Un temón que primero fue aclamado por la industria -ganó el concurso de maquetas de la Sala Maravillas y llegó a la final del de Rockdelux- para dar el salto al gran público con su aparición en la banda sonora de la película 'Historias del Kronen' (Montxo Armendáriz, 1995) y hasta en un anuncio de Pepsi.

Un petardazo compuesto por Fran Fernández (ahora Francisco Nixon), que ha cambiado Gijón por Madrid y que sigue siendo guitarra y vocalista del grupo, quien la escribió inspirándose en una canción de Los Sangrientos, el grupo del que con el tiempo se convertiría en su productor y guitarrista: Paco Loco.

Nixon ha desvelado las coordenadas precisas del feliz alumbramiento: fue después de un concierto de aquella banda local en una cervecería cerca del parque Isabel la Católica en el que había escuchado una canción del grupo titulada 'I Like You', cuyo estribillo decía algo así como «I like you, tu, tu, tu, baby, I like you». Y, con ella en la cabeza, llegó a casa y compuso el 'Chup Chup'.

Los que no han abandonado Gijón son Tito Valdés (bajo) y Roberto Nicieza (batería y manager), que recuerdan aquello como «algo que pasó hace la de Dios», porque han vivido mucho y ya no son unos guajes ingenuos.

«Todo aquello nos pilló desprevenidos. No lo supimos gestionar y ganaron mucho dinero con nosotros. Hicimos bolos en locales que estaban hasta atrás de gente, mucha más de la que permitía el aforo, por 15.000 pelas, 90 euros al cambio, y cosas así. Si lo hubiésemos sabido gestionar, ahora estaríamos hablando contigo desde mansiones en Miami», bromea y no bromea Tito Valdés, que dejó Australian en 2002 para dedicarse a impartir clase de inglés y que ahora se ve obligado a poner el 'Chup Chup' en el coche cuando está con su hijo pequeño, «totalmente fascinado».

También ellos hicieron pasta, no lo ocultan. «Yo gané mucho dinero. No puedo decir la cantidad sin incriminarme en un delito fiscal. Pero me lo gasté todo», se ríe Nicieza, que, cansado de que nadie le hiciese caso cuando, como buen manager, intentaba «que ensayasen más», abandonó el grupo en 1995 y dedicó sus ahorros a «comprar un montón de libros» y crear su propio sello musical, de nombre Astro.

La semana de su marcha resultó «una de las peores» de toda su vida: «Fue traumático. Yo les cansaba a ellos y ellos me cansaron a mí porque pasaban de todo. Me decían que era un pesado. Estaba en una posición jodida porque tenía que darles las malas noticias y discutíamos, así que me fui. Aquella noche me emborraché como nunca me había emborrachado cuando me había dejado alguna novia. Ahora no me hubiera ido. Me pasé de orgulloso y los tres acabamos jodidos».

Pero, antes de la ruptura, todavía tuvieron tiempo de disfrutar del éxito, aunque tanto Nicieza como Valdés juran que no lo aprovecharon para darse a la vida loca. «Creo que podía haber ligado bastante más si supiera lo que sé ahora, pero prefería la PlayStation», cuenta Tito. Aunque, eso sí, no tanto como para que se les subiese a la cabeza. «Un ángel de la guarda nos protegió de convertirnos en unos cretinos totales», defiende Roberto, que únicamente reconoce que, en algunos momentos excepcionales, sí actuaron como 'rock stars'. Y no era para menos, porque el 'Chup Chup' arrasaba y ellos compartín fiestas con Javier Bardem o Calamaro.

La ola que surfeaban era tan potente que el 'Chup Chup' actuó como himno y catalizador de lo que la prensa nacional bautizaría como 'Xixón Sound', «una etiqueta mediática que englobaba a grupos que, musicalmente, no tenían mucho que ver como Manta Ray o Penélope Trip, pero que situó a Gijón en el mapa». El 'Seattle español', lo llamaron.

«El hecho de que hubiese un grupo con éxito en todo el país le dio alas a esa etiqueta. Llegábamos al mismo público que Bisbal», explica Roberto. Ahora bien, nada que ver con esos que sostienen que los gijoneses contribuyeron a que la región recuperase tono en plena reconversión industrial y aún superando los estragos de la heroína.

«Eso es una sandez. Ojalá le pudiera decir a mis nietos que, gracias a una canción que hicimos, Asturias atravesó mejor ese trance, pero es una exageración. Lo que sí es cierto es que los noventa fueron unos años de esperanza. Pero no solo en esta región, sino en el mundo. A partir de ahí, fuimos de culo».

Ellos hicieron una canción «pegadiza, ni buena ni mala. ¿Quién decide eso?». Una canción «que llegaba a la gente». Y, sin mensaje, sí. «¿Quién dice que debe tenerlo? Cuando hablan de eso, nos repatea». Pero también otros muchos temas «problablemente mejores que ese».

Y, al final, el fin, provocado por «las prisas de una nueva discográfica (RCA) por promocionar un nuevo disco y la sobreexposición»: «Éramos unos críos y tomamos muchas decisiones absurdas. Nos encontrábamos en medio del fuego cruzado entre ser alternativos o estar en las listas de éxitos. Ser independientes o ganar dinero. Nos metimos en una batalla imbécil que lo único que hizo fue hacernos daño. Teníamos que habernos plantado y haber dicho: '¿Pero qué estupidez es esta? Nos dedicamos a esto y, cuantos más discos vendamos, mejor'».

Ellos hicieron una canción que lo petó. Tanto, que un día, en Vigo, tuvieron que tocarla quince veces seguidas. «Así que al que nos diga que es un tema fácil, solo le contestamos una cosa: 'Haberlo hecho tú'».

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