Secciones
Servicios
Destacamos
pablo a. marín estrada
Sábado, 16 de febrero 2019
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Como tantos naturales de 'les cuenques' Víctor Manuel sabe bien que cuando anda por Gijón está en casa. También en Oviedo, Avilés, su Mieres –por supuesto– y cualquier rincón de Asturias, pero a la villa de Jovellanos parece que le tira una especial inclinación de volver una y otra vez para reencontrarse con un público que le adora más allá de la fidelidad de los miles de fans cosechados en su intenso medio siglo de carrera musical. Lo petó ayer en La Laboral y lo volverá a hacer hoy, con todas las entradas vendidas para escuchar las nuevas canciones de su disco 'Casi nada está en su sitio' y las de siempre, que en su tierra siguen un camino propio hacia la emoción.
No podía ser de otra manera para quien siempre ha correspondido a su patria querida con una fidelidad y una naturalidad poco comunes entre los que un día la dejaron para triunfar fuera. A Víctor el éxito nunca se le subió a la cabeza y aquí sigue siendo un rapaz de Mieres, uno de los nuestros. Forma parte de su ADN, como el compromiso político y social con los machacados por la historia, del que hay buena muestra en los temas del álbum. La memoria histórica, los conflictos de la realidad actual o la brújula apuntando doliente a su propio norte vuelven en la voz del cantautor con singular vehemencia y autenticidad, subrayadas por una banda que rehúye lo espectacular para arropar la fuerza íntima de las palabras.
Bajo las coordenadas de su viaje de vuelta a casa, salió Víctor recibido con un cálido aplauso para abrir con 'Allá arriba el norte'. Y sin salirnos del mapa, 'La romería', uno de los temas con los que viajó el mierense rumbo a Madrid hace cinco décadas (lo recordó él) y que ya forma parte de nuestro folclore tradicional. Sus primeras palabras fueron para recordar a nuestro compañero Alberto Piquero, fallecido el miércoles pasado, «un hombre inteligente y bueno que escribiría la crónica de este concierto en EL COMERCIO» y a otros dos amigos ausentes: Tini Areces y Juan Cueto. Con la emoción en la garganta siguió marcando su norte por la memoria de los que ya no están y su recuerdo vivo en 'Cómo voy a olvidarte' (su elegante dedicatoria a los tres amigos perdidos).
La propia memoria, la de la vida vivida, continuaría caldeando las emociones con uno de sus temas de amor más hermosos: 'A dónde van los besos'. «No lo dije antes pero tengo disco nuevo. Voy a cantar lo que vosotros queráis y también lo que yo quiera», dijo Víctor aliviando el ambiente emocional con un poco de humor para presentar otro de sus temas nuevos, 'No me digas'. Ironía del mismo calibre –pura de la cuenca– le sirvió para ir hilando clásicos como 'Bailarina' con renovado swing o 'Luna': «Dicen que cada año se aleja 38 milímetros con lo cual llegará un día en que ni ustedes ni yo la veremos».
El baile equilibrando temas de 'Casi nada está en su sitio' y los de siempre guiaría el clima de un concierto en el que fueron sonando 'Quiero abrazarte tanto', 'El hijo del ferroviario', 'Que se vengan todos', pasando por la danza mítica de su 'Cuélebre'. La extraordinaria facultad de Víctor Manuel para trazar personajes inolvidables y contar historias que remueven estuvo ayer representada en 'La madre', la autoironía en el nuevo 'Así me siento hoy' y su capítulo de bellas canciones de amor –además de las citadas– en 'Nada sabe tan dulce como su boca'.
Una marea de complicidad hecha aplauso acompañó las primeras notas de 'El abuelo Víctor'. Otro de sus grandes retratos, tan fresco como cuando lo trazó al comienzo de su carrera. Y la coña devuelta por una espontánea al revelar que «mi güelu era muy guapu y murió siendo guapu»: «Como tú», le espetó. Era el instante para relajarse antes de volver con el aliento contenido a la boca de una mina con 'La planta 14', otro instante único de un concierto en el que tampoco faltaron 'Ay amor', 'Nada nuevo bajo el sol', 'Canción pequeña' y 'Soy un corazón tendido al sol'.
Viejas y nuevas canciones sostenidas en la autenticidad lírica marca de la casa y en la bien administrada energía de una voz que a punto de cumplir sus 72 años sigue estando en plenísima forma. Tras presentar a su hijo David San José –a los teclados– avanzó en la traca final con 'Solo pienso en ti' y 'Digo España' con su apelación al entendimiento común frente al «ordeno y mando». Y por fin llegó el gran momento. Se encienden las luces, el público aplaude con ganas y comienza a sonar 'Asturias' con el auditorio en pleno coreando y sintiendo cada palabra. Y con el público feliz y entregado aún regaló tres más: 'He cortado esas flores', 'Yeren dos guajes' y 'Cuando hablen de la patria' y su lapidario «aquí cabemos todos».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
TodoAlicante
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.