Noche de desmelene y nostalgia punk con un eterno Ramoncín
A sus 68 años, el rockero hizo un recorrido por su larguísima carrera y demostró que mantiene intacta la energía de su juventud en Tribeca Live
Ramoncín se subió anoche al escenario de Tribeca Live como si sus sesenta y ocho años fueran solo una cifra estampada en el DNI. Con ... su voz y sus bailes, el cantante demostró que el rock y la energía siguen intactos en esa piel y en esas venas, que llevan toda la vida dando guerra, de concierto en concierto. Hay todavía quienes recuerdan aquellas actuaciones suyas en la Asturias de hace décadas, en las que el público se volvía loco, pero loco de verdad. En aquellas noches la provocación y el orgullo punk campaban a sus anchas y hacían que, sobre el escenario, lo mismo llovieran los huevos que los aplausos.
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Ayer la noche fue, afortunadamente, bastante más tranquila. La madurez del artista y la de su público se notaron y, por eso, lo único que lanzaron por el aire fueron unos cuantos vítores, al escuchar temazos clásicos y también algunos bastante más recientes, que dieron cuenta de que todavía queda Ramoncín para rato.
La velada comenzó con 'Putney Bridge' y, después, vinieron otros que mantuvieron al público en lo alto celebrando temas como 'Sangre y lágrimas'. Móviles en alto para inmortalizar el momento y brindis con cervezas que se sucedieron a lo largo de toda la actuación.
La fiesta siguió con 'Calles oscuras', un título de principios de los ochenta que sus fans no han olvidado, en vista de los coros con los que lo acompañaron. Pero no todo iba a ser verbena, también hubo tiempo para la reivindicación, porque «hay canciones que están tan vivas como el día que se escribieron», confesó. Y eso no siempre es bueno: «Las mujeres son libres y no le pertenecen a nadie», recordó aunque hizo hincapié en que el año pasado «muchas murieron en manos de unos cuantos hijos de puta». Por eso, vino bien recordar 'La chica de la puerta 16', que dolió igual que hace 35 años.
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La ovación dejó paso a la euforia que despertó 'Reina de la noche', una de las más coreadas. Y después, volvió a la carga: «Los niños ahora escuchan al Conejo Malo (Bad Bunny) y, en una de sus últimas canciones dice 'Te voy a meter tres dedos en el toto'». Esa estrofa le sirvió para defender las propias. «Luego habrá quienes no quieran que yo cante mis canciones por no pasar el filtro de lo políticamente correcto». Menos pieles finas quiere Ramoncín, que siguió con su 'Hola, muñeca'.
Después, una ráfaga de canciones como 'Cuerpos calientes', 'Bajando', 'Estamos desesperados', 'Chuli' y 'Al límite', antes de cerrar el concierto con la mítica 'Litros de alcohol', en la que él se dejó la voz y su banda, el alma, para dar por finalizada la cita. La nostalgia se apoderó de todos. La noche se agotó dando paso a una revelación: dentro de unas décadas, muchos conservarán las ganas de escuchar a Ramoncín y de desmelenarse con su rock que ya es eterno.
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