La pintura amansa fieras
Jesús Zurita. La Galería Llamazares acoge hasta el 2 de febrero 'Con parangón', una exposición en la que el lino parece que se desgarra entre azules y rojos
Las pinturas de Jesús Zurita podrían dar miedo y, sin embargo, no asustan ni siquiera un poco. Sus bestias aparecen pintadas sobre el lino muy ... mansas, muy tiernas y, cuando uno se acerca a contemplarlas, se convierten en una maraña de trazos rojos y azules. Nadie entiende cómo, al alejarse, esas pinceladas pueden tomar forma de animal. Pero la toman y se vuelven leones y aves rapaces que vigilan a los visitantes de la Galería Llamazares, donde esta exposición permanecerá abierta hasta el 2 de febrero.
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Allí, entre sus paredes, se dibujan paisajes que se repiten como una ventana dentro del propio lienzo porque «está en la naturaleza de las imágenes el rechazo a la compacidad», según piensa el propio Zurita. «Las imágenes parecen compactas siempre y, cuando se remiten a otras imágenes, entre ellas, enmascaran lo que entiendo como su cualidad fundamental: toda imagen contiene imágenes».
Las suyas esconden precipicios, lecciones de anatomía y pájaros que se refugian en la boca de una fiera. «Una observación atenta y fascinada revela que aquello adorado o repudiado está plagado de partes que, a su vez, contienen partes; yendo y viniendo nuestro mirar entre ellas, por fin, recalamos en el amor o el odio», reflexionaba. Sus obras bailan entonces entre esos dos sentimientos que nada tienen que ver porque el propio artista asegura que nunca ha dibujado ni pintado nada «que no responda a esta condición y esta exposición no va a ser una excepción».
Zurita lleva ya muchos años, trabajando en esa línea y utilizando las imágenes como «una parcela de la realidad a la que hemos prestado especial atención en su delimitación». Y, además, está convencido de que tienen «la peculiaridad de sostenerse en el ocurrir del mundo, adaptándose sin fatiga ni pudor a sus contingencias». De esa manera, «una imagen nunca significa exactamente lo mismo», aunque a simple vista, pueda parecer que viene a decir lo de siempre. «Sus discursos vienen de los tiempos y lugares en los que acaecen y achaco esto a su anatomía recursiva, en la que toda imagen se abisma en sí misma sin dar con la unidad última que las finiquite». Pese a esta situación, el pintor defiende que aquellas estampas que vemos construirse dentro del lino «nos permiten ver y comprender nuestra realidad, gracias a que toda imagen se recoge y limita respecto a otra imagen, que viene a socorrerla para enjambrarse en lo humano y las culturas».
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En esta ocasión en la Galería Llamazares, salen a la luz «cuadros y dibujos que atienden a la relación dentro de los mismos cuadros entre unas imágenes que hacen ecos y se extienden más allá de los límites del lienzo para reverberar en toda la exposición». Todo gira alrededor de las comparaciones, del 'Parangón' que da título a la muestra y que no deja de ser «un diálogo entre el espectador y la obra». Y ya lo avisa el propio artista: entre ese enjambre de imágenes que revolotean la sala, hay muchas imágenes para ver y cada una de ellas alcanza, de una manera u otra, a quien se coloca delante y las observa.
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