«Lo primero es que vamos a tener premiados. Y lo demás, paso a paso»

Remar. Esa es la cuestión. Habrá Premios Princesa de Asturias 2020. Los matices se colocan en segundo plano, el cómo y de qué manera, de momento no importan. Teresa Sanjurjo no quiere anticipar escenarios. En junio se reúnen los jurados y habrá premiados, para dar más pasos adelante habrá que esperar a ver qué pasa en este mundo que un virus ha puesto patas arriba.

–Un año atípico para todos.

–Sí, nosotros cuando empezamos a ver la situación así de mal comenzamos a teletrabajar, fue una decisión anterior al estado de alarma, porque teníamos el objetivo claro: la salud de todas las personas del equipo y de la sociedad. Desde ese sentido de corresponsabilidad social nos correspondía no contribuir a propagar el virus y mantener la actividad de la Fundación. Con esos dos parámetros estamos gestionando todo, tenemos claro el rumbo y la misión; con esa brújula las formas se adaptan y las incertidumbres se navegan.

–¿Cómo se navegan las incertidumbres?

–Teniendo clara la esencia de la Fundación y desde ahí intentando adaptarnos. Es lo que podemos hacer. No sabemos qué normas vamos a tener, qué trafico aéreo va a ver... El otro día hablaba con un patrono que me decía 'ahora no hay márgenes de incertidumbre, ahora no hay ninguna certidumbre'.

–¿Ha sido doloroso renunciar a las reuniones en Oviedo de los jurados?

–A nosotros nos hubiera gustado que hubiera, pero si hay que cambiar las formas para llegar a lo importante, se cambian. Vamos a tener premiados que era la prioridad. Lo sentí mucho, pero hay penas muchísimo más graves: los fallecidos, los enfermos, la crisis económica.

–Y el nivel de los jurados no cambia, que es lo importante.

–Procuramos que sean diversos, plurales, excelentes cada uno en su terreno y perspectiva internacional. Y eso no lo hemos cambiado. Esa la esencia, ese el perfil, y sus criterios no van verse alterados.

–Pero nos quedamos sin la foto del salón Covadonga.

–Buscaremos otra foto. Es todo tan distinto a como era... Pero somos conscientes de que hay que adaptarse a las circunstancias y a la incertidumde.

–Han recibido 321 candidaturas.

–Este año batimos récords. Es un un paso más y no es fruto de la improvisación, es el resultado del trabajo de décadas. Poco a poco avanzamos sin prisa y tratando de hacer todas las cosas bien, lo grande, lo pequeño, sin golpes de efecto, con solidez y consistencia.

–¿Algún territorio inédito entre los candidatos?

–Tenemos de todos los continentes. Como siempre, muchas candidaturas europeas, de Estados Unidos, de la América de habla hispana, cada vez hay más asiáticas, quizá de África alguna menos.

–¿Más mujeres?

–Para mí no es un objetivo que haya más mujeres, el objetivo es detectar el talento donde esté. Hace años nos encontramos que solo un 7% de candidaturas eran de mujeres, ahora estamos alrededor del 20, el año pasado fueron el 25%.

–¿Con qué ojos mira hacia la ceremonia de octubre?

–Yo lo primero que veo es 'vamos a tener premiados', que es nuestro paso uno. Y después hay tantísimos factores que no dependen en absoluto de la Fundación: la evolución de la pandemia, las normas que apruebe el Gobierno, el tráfico aéreo, la movilidad entre provincias... Estamos volcados en asegurar que haya premiados y mantener el listón alto en calidad, excelencia, que sean referencias, valores y modelos. Luego, paso a paso, adaptándonos a las circunstancias. Anticipar cualquier situación es un ejercicio que consume tiempo y que no va a rendir frutos.

–¿No trabajan en distintos escenarios?

–Nuestro objetivo es que haya Premios y en eso estamos. De momento, que las reuniones del jurado se celebren bien y a ver hasta dónde podemos llegar. Tenemos la gran ventaja de que como equipo somos relativamente pequeño y muy ágil, estamos acostumbrados a trabajar contrarreloj y bajo presión y eso nos da una facilidad de maniobra para responder sean las circunstancias que sean.

–¿Pero han barajado un Campoamor a mitad de aforo?

–No estamos en eso. Ahora estamos en las reuniones de los jurados y el siguiente paso lo daremos más tarde. Yo procuro ir siempre al foco y el foco de para qué sirven los Premios es para dar referencias y modelos, que siempre son necesarios y ahora más que nunca. Además, evidentemente somos conscientes de que el impacto económico y cultural de los Premios es muy grande, pero la misión ahora es que haya premiados y para eso estamos trabajando al cien por por cien.

–¿Ha hablado con los Reyes?

–Sí, su postura es de apoyo total y preocupación personal por la gente del equipo.

–¿Se imagina una ceremonia sin algunos premiados?

–La situación es complicada a nivel global, por no decir trágica, yo lo que intento es mantener el rumbo, es lo que trato de hacer desde febrero. Ni el miedo ni los nervios contribuyen a nada, no son constructivos. Yo tengo un equipo que está trabajando muchísimo y no me distraigo del foco. Ahora toca esto.

–Pero en algún momento tocará lo otro.

–Si algo estamos aprendiendo todos es lo rápido que pueden cambiar las cosas de una semana para otra, desde el punto de vista de la salud o del trabajo. Yo podría hacer ahora mil quinientas hipótesis, pero es que tenemos que asegurar que hay Premios, y estoy obcecadamente concentrada en ello.

–¿Asumen que quizá las actividades de la Semana de los Premios tendrá que cambiar?

–Nuestro enfoque es el mismo: trasladar a la sociedad los méritos a una persona o institución. Puede cambiar el canal, las formas, pero el fin es invariable.

–¿Se lleva muchas lecciones de la crisis?

–Lo primero que me sale es agradecer muchísimo a los profesores el trabajo que hacen, su labor es impresionante. Otra es la adaptación tecnológica, ver cómo como funcionan los equipos a distancia. También en lo personal esta situación sirve para que te des cuenta de tus limitaciones. Yo sobre las mías estoy aprendiendo mucho, y también sobre paciencia, autocontrol, fuerza, estabilidad, calma.

–¿No pierde la calma? ¿No piensa nunca que este año se puede ir todo al garete?

–La calma la pierdo muchas veces. Pero no, eso no lo he pensando nunca.