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Miguel del Arco vuelve a Avilés con 'Ricardo III'. R. G. AGUILLERA
«A Shakespeare hay que mirarlo de tú a tú»

«A Shakespeare hay que mirarlo de tú a tú»

Miguel del Arco. El dramaturgo y director llega a Avilés con la versión de 'Ricardo III' que firma con Rojano

M. F. ANTUÑA

Viernes, 14 de febrero 2020, 00:19

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Nombre imprescindible de la escena contemporánea, Miguel del Arco vuelve a Avilés, un lugar muy especial, para arrancar en el Niemeyer la gira de 'Ricardo III', la obra de Shakespeare que ha versionado para su Pavón Kamikaze junto a Antonio Rojano y en la que dirige a Álvaro Báguena, Israel Elejalde, Chema del Barco, Alejandro Jato, Verónica Ronda, Cristóbal Suárez y Manuela Velasco.

-¿Shakespeare impone?

-Siempre, pero hay que saltarse la imposición y mirarlo de tú a tú como lo que es, un hombre de compañía, que tiene mucho que ver con la nuestra, que rehace los textos, que tiene el pálpito y la pulsión del estreno, que intenta hablarle al ciudadano... Esa es para mí la mirada contemporánea, la que hace reflexionar. No debe imponer porque es un maravilloso compañero de viaje.

-¿Cómo fue reescribirle a cuatro manos con Rojano?

-Era una primera experiencia. Hablamos mucho y Antonio era muy consciente de que su partener en la escritura era el director y el director manda mucho, convoca a los dramaturgos para que hagan algo que él tiene en la cabeza y que luego hay que mostrarlo para que todo mundo empiece a opinar, y se abran ventanas y puertas. Dialogamos sobre lo que era necesario y a partir de ahí nos dividimos las escenas y ese puzle se cerró con el trabajo con los actores.

-¿Qué tiene su 'Ricardo III'?

-Mucho que ver con la sociedad actual. Y no fue una decisión consciente, pero estamos concernidos por el tiempo que nos ha tocado vivir. Hicimos 'Misántropo' con el 15M, luego llegó 'Hamlet', con la crisis y cuando la utopía ya no parecía posible, y 'Ricardo III' después de una crisis brutal y con la llegada da la extrema derecha. Este 'Ricardo III' está enredado con nuestra contemporaneidad y esa reflexión profunda sobre el tiempo que vivimos puede ser desoladora.

-Pero tiene tono de comedia.

-Una cosa no está reñida con la otra. Una de mis películas favoritas es 'To be or not to be', es una comedia tremenda con Hitler de por medio. La comedia ya está en Shakespeare, que es el maestro de la mezcla de los géneros.

-¿Qué diría si levantara la cabeza?

-Se haría socio de Kamikaze. Tendemos a pontificar a algunos dramaturgos, a subirlos a pedestales, pero Shakespeare, como Molière, eran gente de compañía, preocupados por la venta de las entradas y la batalla del día día.

-¿Es obligación del artista tener una actitud kamikaze?

-Decía Strindberg que los artistas deben mirar donde los demás apartan la vista. Cuando a finales del año pasado estrenamos 'Jauría' en Avilés, hubo quien nos tachó de oportunistas, y el teatro nunca es oportunista, en todo caso es oportuno hablar de temas candentes.

-¿Y cómo combinar el negocio con el compromiso?

-Nunca se sabe. Nadie conoce afortunadamente las fórmulas de este negocio. ¿Cuál es la razón por la que a 'Jauría', en la que solo confiaron dos programadores, Antonio Ripoll en el Palacio Valdés y Manolo Llanes, en Sevilla, que asustó tanto, acude la gente en masa a verlo? No se sabe. El nuestro es un difícil equilibrio.

-¿Algún proyecto que estrenar en Avilés?

-No. 2019 fue un año salvaje en la dirección y ahora me he replegado a los cuarteles de invierno y estoy escribiendo un guion para un largo que voy a dirigir yo.

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