Memorial de ajedrez a Jorge Martínez

Conocí al bueno de Jorge hace ya unos cuantos lustros, prefiero no calcular cuántos porque se me antojan demasiados. Empezamos a coincidir en las salas de ajedrez y me llamó mucho la atención su sonrisa fácil, franca, honesta. Jorge era una persona afable, aunque, cuando las piezas tomaban vida, se volvía peligroso. Eso sí, única y exclusivamente en el tablero.

Poco más tarde añadimos otras reuniones, más dicharacheras, en las que los alfiles transmutaban en botellas de sidra y la seriedad de las torres se convertía en risas. Los sesudos planteamientos estratégicos dieron paso a minuciosas planificaciones para ganar amistades y disfrutar de la alegría de vivir.

Tras finalizar nuestras luchas damasquinadas, o en sustitución de las mismas, nos reunimos muchas veces polesos y grupistas para compartir culinos de sidra, bromas y sonrisas. El temible jaque dejaba paso a la agradable camaradería. Guardo recuerdos muy agradables de aquellos momentos, aunque se vuelven tristes cuando me apercibo de que ya no se podrán repetir.

Algunos, como él, ya no están. El tiempo se fue de Jorge, pero conservamos, y conservaremos, la agradable evocación de su simpatía. Su esposa María Victoria y su hija Michelle deben saber que somos muchos los que le echamos de menos y le recordamos con enorme ternura.

En estos momentos, en los que trato de ordenar letras y sentimientos mientras escribo estas líneas, negro sobre blanco, como si se tratara de un complejo tablero de ajedrez, puedo ver, perfectamente, su contagiosa sonrisa y puedo sentir, una vez más, su natural alegría.

Dentro de un tiempo, no sé cuánto, me tocará partir también a mí. Entonces me reuniré con Jorge, y con José Antonio Núñez, mi eterno compañero, y con mi querido hermano Julián Iglesias, que se fue sin despedirse, y con otros muchos apasionados por el fascinante mundo de las sesenta y cuatro casillas. Nos veremos, dónde si no, en los Jardines de Caissa, nuestra particular y personal musa. Allí estará Jorge, con las piezas preparadas para iniciar largos, veloces y amistosos duelos ajedrecísticos, que habrá que amenizar, como no podría ser de otra manera, con multitud de cajas de sidra e infinitas risas. ¡Hasta entonces, amigo!

Con el objeto de aportar una mayor y mejor semblanza e información de Jorge Martínez en su día a día en el club de sus amores, reproduzco a continuación una crónica realizada por mi buen amigo César Boo, otrora alumno suyo y presidente del Club Ajedrez Siero durante quince años, que compartió con él cotidianidad y buena parte de su vida ajedrecística.

José Jorge Martínez Nava, Martínez para sus compañeros, fue un miembro muy querido e importante del Club Ajedrez Siero, en el que militó toda su vida. Fue una persona apasionada por el ajedrez, un jugador que siempre se mostraba positivo y optimista delante del tablero, fuera quien fuera el rival que tuviera enfrente. También fue un divertido en ingenioso conversador, sobre todo cuando las tertulias que se hacían en las cenas del club, versaban sobre cine, su otra gran pasión.

Era habitual verlo jugando partidas rápidas, una modalidad en la que fue muy hábil, en el mítico Café Santa Eulalia de Pola de Siero, lugar histórico y nuestra sede durante muchos años. Allí fue donde ganamos la final de la Copa de Asturias por equipos, en el año 2001, en un titánico enfrentamiento con el entonces todopoderoso equipo de la Universidad de Oviedo. Terminamos empatados tras más de cuatro horas de juego y hubo que resolver la igualdad con un duelo a partidas rápidas, a cinco minutos por jugador, modalidad en la que Martínez y sus compañeros se movían como peces en el agua.

A mediados de los años noventa era habitual ver en el Café Santa Eulalia a fuertes ajedrecistas regionales que venían para «entrenar» con nuestros jugadores en la modalidad de ajedrez relámpago, en la que destacaban especialmente. Nuestro club ganó varios Campeonatos de Asturias a este ritmo, tanto por equipos como individual. Luis Vigil, Héctor López, Rogelio Quidiello, Juan Vigil, Arabí Ahmed, Vicente Alonso, con Jorge Martínez a la cabeza, impartían cátedra ajedrecística a vertiginosa velocidad. José Luis Fanjul, presidente de la Federación Asturiana por aquel entonces, se refirió a la Pola en una ocasión como «la capital del minuto».

Fue precisamente en el Café Santa Eulalia donde Martínez ayudó muchos jóvenes a desarrollar su talento en intensas sesiones de entrenamiento en partidas relámpago. Y repartía duros pero divertidos correctivos, porque siempre acompañaba sus victorias con algún sagaz e irónico comentario a las entonces promesas Miguel Andrés, Guzmán Nachón y a mí mismo. Más tarde lo hizo con otros, primero promesas y luego realidades, como Pelayo Quirós, campeón de Asturias hace un año, cómo no, de ajedrez rápido.

Con el Club Ajedrez Siero participó Jorge en el Campeonato de España celebrado en Linares en el año 1991. Fue campeón de Asturias de clubes en la modalidad de ajedrez relámpago en dos ocasiones, campeón de la Copa de Asturias por equipos y subcampeón en el famoso Torneo de Ajedrez Relámpago de Bergara, en el País Vasco.

El torneo iba a celebrarse de forma presencial, pero, dadas las circunstancias que sufrimos en la actualidad, se desarrolló a través de internet. Tomaron parte en la competición cuarenta y dos jugadores, en su mayoría actuales o antiguos miembros del Club Ajedrez Siero.

La organización no se esperaba tantos participantes pues, desde que empezó el confinamiento, realizó torneos online todos los fines de semana, llevan ya siete, en los que suelen reunir a unos quince ajedrecistas. Esto quiere decir que el merecido recordatorio de Jorge Martínez triplicó la convocatoria.

Se incorporaron otros trebejistas que compartieron, en algún momento de su vida, aventuras y equipo con Jorge Martínez, como el campeón de Asturias Ignacio Bajo, el fuerte ajedrecista venezolano Rafael Arruebarrena, afincado actualmente en la canadiense ciudad de Edmonton, y el destacado Marcelino Vega, que fueron jugadores del Club Siero hace tiempo, así como el Maestro Fide y campeón de Asturias Aitor Alonso, y el presidente de la Federación Asturiana de Ajedrez, Mario Menéndez. Además, se sumaron también jugadores históricos del Club Ajedrez Siero, como Arabí Ahmed, Eduardo Colunga, Manolo Junquera, Joaquín Ornia y el actual presidente de la entidad polesa, Ceferino Corujo.

El torneo se disputó a través del portal www.lichess.org y el ritmo de juego elegido fue el de cinco minutos por jugador y confrontación, a finis, la modalidad favorita de Jorge Martínez. Se proclamó campeón, con gran autoridad, Pelayo Quirós, otrora alumno del homenajeado.

La clasificación quedó de la siguiente manera: 1º. Pelayo Quirós, con 53 puntos; 2º. Rafael Arruebarrena, con 42 puntos; 3º-4º. Pedro González y Marcelino Vega, con 34 puntos; 5º. Andrés Presa, con 33 puntos; 6º. Rogelio Quidiello, con 31 puntos; 7º. Luis Vigil, con 30 puntos; 8º. Aitor Alonso, con 29 puntos; 9º. César Boo, con 28 puntos; 10º. Bruno Cosío, con 28 puntos; 11º. José Corujo, con 27; 12º. Vicente Alonso, con 26; 13º. Ignacio Bajo, con 25; 14º-18º. Mario Menéndez, Alejandro Fernández, Javier Alonso, David Baragaño y David Pardo, con 24 puntos; 19º. Héctor López, con 23; 20º-22º. Víctor Vázquez, Cándido Morilla y Pedro Corujo, con 22 puntos; 23º. Nicolás Álvarez, con 21; 24º Casimiro Ballina, con 20; y, 25º. Ceferino Corujo, con 10 puntos, hasta completar los cuarenta y dos participantes.

Tuvieron una actuación muy destacada los jóvenes que salieron de la cantera del Club Ajedrez Siero, que coparon tres de los cinco primeros puestos, como es el caso del campeón de torneo, Pelayo Quirós, que se curtió con Jorge Martínez, Pedro González, tercero, y Andrés Presa, quinto.

Ahora sólo queda esperar que el próximo año no nos ataque ningún virus cabrón y podamos vernos en la capital de la asturianía, de forma presencial, para ser nosotros los que ataquemos reyes y nos intercambiemos sonrisas y alegrías para proceder, como es debido, a la segunda edición de este merecido memorial al querido Jorge Martínez.